jueves, 3 de febrero de 2011

a modo de conclusiones



Hemos analizado a través de la historia diferentes técnicas de control institucional, las que más nos ha sorprendido han sido las que capturaban el deseo a través de la simbología de la mujer, lo que se sigue haciendo ahora también, y desde la antigüedad, en los textos de la biblia, hemos contemplado tanto historias de mujeres que seducían a hombres para bien o para mal, lo importante era la seducción y eso mismo atrapaba al espectador que se sentía seducido y de este modo se interpelaba como sujeto de conducta y podía ser controlado por la institución, por una forma de sumisión, en cuanto se prestaba la atención requerida o en cuanto uno se sometía al procedimiento requerido, que son procedimientos aceptados y validados por procedimientos formales o técnicas aceptadas pero en cuanto a su uso podían ofrecer medios psíquicos inconscientes, que se capturaban por una realidad objetivada y en el peor de los casos reificada, como realidad objetiva, es decir, que no existía otra.

Todo esto influía en los medios de control de la ciudadanía que a su vez tenía un medio de garante, o el resorte que le ofrecía el poder institucional de poder a su vez controlar al controlador o de ejercer su derecho de defensa o de hacerlo por otros medios dicursivos o persuasivos no descartando la palabra en ello.

Pero lo que hemos visto ha sido que el control de estos medios hoy día está en la perfección lógica de las ciencias, en la precisión matemática, aquí los nuevos tecnólogos tienen mucho que decir, y que todo lo científico es lo que atrae más la atención, y esto mismo está siendo usado para captar la atención; ya ni siquiera la publicidad nos convence con sus imágenes, de artículos o sus escenas del buen padre o del santurrón, como en la imaginería medieval, no ya no, sino que ahora nos enfrentamos con la técnica, y sobre todo a un nivel más especializado están empezando a captar nuestra atención con los números y la precisión, porque se cree mucho más en la lógica, y sobre todo no en la lógica formal de los procedimientos discursivos, que también desde Foucault, fueron un poco trastocados o puestos en cuestión, sino en la lógica de las ciencias, y esto es lo que interesa también al poder para captar la atención del ciudadano. Tanto en la economía, donde las matemáticas se han vuelto imprescindibles para poder establecer un marco creíble de sostenibilidad y de pacto de estabilidad de las naciones, donde los economistas y la razón del imperio de la economía se ha vuelto un nuevo desafío para nuestras ciudades y nuestros ciudadanos. Todo eso capta la atención, aunque quizás a un público más especializado, pero a un público más normal o sencillo se le sigue captando la atención con la publicidad y sus técnicas más normales o comunes.

Lo interesante aquí es ver que hay diversidad de métodos, que son técnicas cultas y racionales todas ellas, que actúan por medio de la persuasión pero a la que se incorpora la idea de actuar con procedimientos racionales de validez. Para lograrlo deberían estar todas las partes afectadas en un procedimiento, deberían defenderse con igualdad de medios, deberían proceder según iguales derechos y con las pretensiones que tuvieran siempre que las intenciones con las que cuenten sean veraces y se atribuyan hechos o sucesos que efectivamente sucedieron, y haya un correctivo ético de actuar por medio de una ética, y de ajustarse a los procedimientos procesales discursivos. En esto transcurriría la supuesta ciudadanía que puede ser social o civil o política, y por el mismo modo, cosmopolita, pues respetaría lo primero lo esencial de los derechos humanos, los derechos esenciales por el solo hecho de ser hombre o mujer.

En conclusión, hemos de establecer que los procedimientos de control son válidos pero que podrían no serlo si lo que se está captando es una realidad reificada o que no tiene realidad ciudadana, porque no están todos los afectados o porque no pueden defenderse de igual modo o porque se está procediendo a utilizar métodos desviados de una ciudadanía cosmopolita, donde todos tienen igual derecho a la palabra, donde ciertas diferencias presociales no deben ser discriminatorias, donde la globalización o el libre mercado debe surgir pero con un gradualismo, donde todos partan de similares condiciones de recursos o de capacidades para funcionar en esa sociedad. Todos estos son requisitos relevantes para que puedan funcionar las sociedades de hoy día.

El hecho de que nos movemos entre el pensamiento mitológico y el pensamiento teológico, parece que nada ha cambiado con la llegada del proyecto de la razón y con su frustración en parte por la postmodernidad, hemos pasado de un pensamiento racionalista a otro mitológico, inspirado en la simbología de la selva moderna, en la caracteriología del mundo americano iluminado con sus ídolos populares, sin embargo, queda todavía la cuestión del pensamiento teológico, si hemos o no hemos salido de él, al acercarnos a un pensamiento científico y racional, la postura que aquí hemos adoptado, es que posiblemente no hemos salido de él al volver a un pensamiento basado en ídolos por una parte, supuestamente democratizados o queridos por la voluntad mayoritaria o por minorías identitarias aceptadas, o bien porque la razón misma nos ha llevado a separar el mundo natural otra vez del mundo sagrado, en este caso, el imperio sacro o la autoridad sacra se manifestaría en la instancia de un tercero racional abstracto que siempre estaría fuera de la voluntad de las partes jerárquicas y que su instancia siempre sería mayor. En tanto que las autoridades estarían separadas y el poder se controlaría en un equilibrio entre podres, pero nunca sabríamos dónde por el mismo modo, estaría el poder, estaría en un vacío abstracto, este vacío de poder, que acecha en sociedades en crisis como la que existe ahora con una crisis de poder financiero, que está destruyendo empleo y dejando a poblaciones desamparadas estaría fundada en un sentido jerárquico del poder, y por tanto teológico de la razón que sería democrática sólo en su simbología identitaria e identificativa, pero que en la realidad obedecería a una instancia privilegiada de poder, y sería muy difícil plasmarla aquí porque está capturada de un modo que no sabemos, se crea un Otro, o un puente entre poderes, de modo , que se pierde la instancia real de poder, se está capturando a través del equilibrio y de sentar referentes de diálogo, de conversaciones o mesas entre poderes. Y las tecnologías tienen mucha culpa de este fenómeno globalizador del poder, donde no se sabe dónde se dirigen necesariamente las decisiones porque se encuentran repartidas en el globo. Sin duda, hay un imperialismo de la razón económica y del poder financiero para tomar el resto de las decisiones, pero no es suficiente, porque el precio de las energías, o las commodities se reflejan en sectores estratégicos donde también se generan guerras estratégicas entre países. Lo cierto es que como decía Javier Muguerza con la razón podemos hacer un mito y con la razón podemos también llegar a un consenso o acuerdo, o como decía Wittgenstein, podemos si no hay convencimiento llegar a la razón por la persuasión, pero lo cierto es también como decía Baudrillard, que el mundo de América es muy distinto, es el futuro primitivo de la razón donde hemos vuelto a los símbolos y a los ídolos, y operamos a través de ellos, sólo que efectivamente se opera a través de diversidad y pluralidad de sistemas de legitimación; con el fenómeno de los ídolos se llega a las masas, o se sigue llegando para dominarlas, pero a su vez, el poder sigue siendo dominado por las jerarquías de poder, que dominan el sistema financiero y se siguen sirviendo de un sofisticado mundo de la razón, sobre todo con su gran precisión lógica, a través del sistema monetario, esto mismo tiene capturada la razón y la ley, pero al mismo tiempo cuando falla esta lógica, porque suben los precios de las materias primas, o porque algun sector estratégico de la humanidad necesita sobrevivir y ayuda humanitaria, entonces se responde con una nueva razón tal vez más universal que es crítica, y vuelve a capturar el deseo a través de leyes y sistemas que engloban una parte más universal, o que tienen en cuenta otros bienes terrenales o telúricos o que confluyen hacia la razón del cosmopolitismo; no obstante, esto se hace cuando hay sectores críticos y a veces no es suficiente o se llegaría tarde a responder. Hay por tanto que someterse a criterios y a sistemas distintos de interpretación, haría falta una conversación permanente entre diversos sectores y entender que el mundo de hoy se mueve por intereses que convergen y pueden también separar más en un abismo, y entre todos globalizadamente tendríamos que poner unas bases de conexión en el sistema de los derechos humanos, en el respeto de los abusos financieros a los pueblos y en que se detecten los focos de pobreza o se dé suficiente cobertura de recursos para todos los sectores de la población.

Había como una mitología popular que llegaba a la gente de la calle que también podía tener una simbología sofisticada y culta, pero asímismo había una técnica culta numérica, de gran precisión lógica, que es la que había tomado la ciencia con la matemática y la física, y la que se proponía como modelo para asumir el saber y el poder, tanto político como científico. Este lenguaje numérico había creado por superposición o estaba creando una separación con el resto de la sociedad, de manera que se estaban formando tecnólogos, políticos, economistas, y todos dependían de la precisión lógica de su saber. En cierta manera, se había formado un cuerpo privilegiado del saber, que era una élite, pero no era todavía gobernante. En último término, el gobernante podía enterrar algunos conceptos numéricos, podía ponerlos en paréntesis, mientras competía con otros incentivos o se adhería a otras conversaciones éticas o políticas. Pero lo importante era saber que cada discurso tenía su simbología y su ética, que tanto el discurso de la ciencia con su precisión lógica se capturaba con el deseo, que lograba así capturar la atención y la sumisión al poder; mientras que el poder financiero que en último término ejercían los políticos dependía de un discurso ético y político y se capturaba igualmente, uniendo la simbología científica y la precisión numérica, pero a esto cuando fallaba la lógica había que añadir las conversaciones políticas y una cierta ética estratégica y consensual. De este modo, entre diversidades de códigos y de símbolos, o entre diferencias preteóricas sociales se construía una cohesión social global, pero al mismo tiempo había peligro de causar diferencias sociales cada vez más notables, sobre todo en épocas críticas, como hoy día está sucediendo, en que la separación entre el poder financiero y político era cada vez más ostentosa, y además el poder oscurantista tanto de la ciencia y del dinero estaba puesto en entredicho. Esto era lo que estaba poniendo en tela de juicio el concepto actual de la globalización, que se prestaba a no ser interpretado bien sino a ser defendido solamente por aquellos que podían confiar en el libre mercado y que eran aquellos países que previamente detentaban el monopolio de alguna materia prima, más alguna industria relacionada con las nuevas tecnologías.

Estábamos pues arrastrando las técnicas cultas del deseo a través de la Publicidad, con una manera de sumisión, que ostentaba el consumo y el poder, y por otra parte, se intentaba asumir un poder en las técnicas aún más cultas y que absorbían más la atención, de la ciencia. Ambas clases las de los tecnólogos y las de las mitologías populares seguían sometidas al poder de la globalización, y en favor de valores que eran predominantemente culturales de genealogía del poder, y esto es lo que está contando hoy día, mientras no se igualen cada vez más las fuerzas entre estas diferencias presociales, entre otras cosas, falta una racionalidad en el poder financiero e institucional, y que se ve que ha acaparado todo el poder, falta una democracia más igualitaria, el empeño en que los recursos y las capacidades estén más igualados y no cada vez más distanciados, y de que lleguen también a las masas las oportunidades nuevas y que no se basen en técnicas oscurantistas o demasiado logicistas, sino que puedan ser interpretadas desde corrientes hermenéuticas de autocomprensión del pensamiento y desde posturas criticistas de los aspectos tradicionales institucionales.

A veces se nos olvida que vivimos dentro del tiempo, y que éste es un “maratón sin vencedores”, dice Mercedes Salisachs, “y el tiempo por mucho que se prolongue es una medida insignificante”, por no decir que es “el gran enemigo del hombre”. El tiempo convierte la esperanza en una medida pequeña, la distorsiona, nos engaña, nos incita a creer que lo importante es lo que nos enaltece y por eso siempre nos parece corto el tiempo, cuando debiéramos poner la esperanza en cosas lejanas, tal vez, o que no se acaban. De todas formas si vivimos bajo el imperativo económico, ya no nos acordamos de otra cosa más que de los problemas económicos, y lo peor es que son los grandes proyectos multinacionales que se trae entre manos Alemania y no sabemos mucho, y el BCE, seguramente sí, y no estamos viendo por dónde averiguar esos otros datos que nos interesarían mucho más. Porque todos esos manejos fiscales luego se entierran, ni ya son importantes los déficits públicos como se nos dice de EEUU, en cuanto realmente tenemos una economía con una competitividad, y no sé qué es lo que ha venido a decirnos Angela Merkel, pero algo habrá venido a decir para que no nos quedemos descolgados de ese tren. Desde luego hay que escrutar mejor más los silencios y lo que no dice que lo que sí dice. No sé si un euro sobrevalorado lo podremos sobrellevar bien si no estamos de acuerdo con su política económica. Y si lo que anuncia es una nacionalismo a ultranza, entonces, como se dice en esa obra de Michael Porter que se cita sobre La ventaja competitiva de las naciones, en ese libro el nacionalismo en un paso obligado, porque se nos dice que lo que siempre ha estimulado a las economías es la conciencia y “el deseo de que al propio país y a los descendientes de uno mismo les vaya bien, lo que fue la principal fuerza motivadora del esfuerzo emulador”, yo entiendo entonces que lo que tenemos nosotros es que cambiar esa conciencia, hay que romper algún mito y tendremos que negociar sin tapujos, con una ética no sólo estratégica sino con principios a largo plazo, con una razón consensual comunicativa.

El problema es éste, que el sector financiero ha engordado más que nunca sus beneficios: "Desde 1973 a 1985, el sector financiera nunca ganó más que el 16% de los beneficios corporativos. En 1986 la cifra alcanzó el 19%. En los 90 osciló entre el 21% y el 30%, más alto que en cualquier otro momento de la postguerra. Esta década, ha alcanzado el 41%. Los salarios también han aumentado dramáticamente. Desde 1948 a 1982, la compensación media en el sector financiero osciló entre el 99% y el 108% de la media de todos los sectores industriales domésticos. Empezando en 1983, se empezó a disparar hasta alcanzar el 181% en 2007.

La gran riqueza que el sector financiero creó y concentró dio a los banqueros un enorme peso político—un peso no visto desde la era de J.P. Morgan (el hombre). […] La resurrección de la oligarquía financiera americana es bastante reciente. Por supuesto, Estados Unidos es único. Y de la misma manera que tenemos la economía más avanzada del mundo, defensa y tecnología, tenemos también la oligarquía más avanzada." Esto es lo que nos dice Simon Johnson como Economista Jefe del FMI.

Lo que está pasando es que esta cultura financiera está también capturada en un círculo vicioso del deseo, y no se termina de satisfacer a sí misma, lo que ingentes cantidades de dinero que son remitidas desde la reserva federal americana, no sirven sino para comprar más deuda sin que llegue a captar el empleo, ni se comunique con el resto de las clases sociales, lo que está creando una polarización cada vez mayor entre ricos y pobres. Para asumir un verdadero diálogo es necesario confrontar este poder financiero a sí mismo, y proceder a que reconozca unos principios éticos y a que no esté superpuesto con un lenguaje tradicional o con una superposición jerarquica de lenguajes de alta precisión lógica para separarse del resto de la sociedad, debe operar un diálogo comunicativo, de forma que el sector financiero no cierre los canales que proporcionaban crédito financiero a las clases sin recursos y que éste se pueda financiar con tiempo o con trabajo a su vez, de modo que asuma el papel de creador también de un banco de tiempo y de trabajo y que se asuma la alta labor del empresariado comprometido en la creación de productividad y riqueza social.

Sucede que la fortaleza de la política democrática parece depender de las actividades de los partidos políticos y de los gobiernos, cuando lo bien cierto es que depende en muy buena medida de la sociedad civil, de sus valores y de su capacidad asociativa, del capital social, en suma, de la sociedad.

En lo que se refiere a la economía, esa actividad que los positivistas de todos los tiempos han descrito como “neutral” como ajena a los valores, como un mero mecanismo sometido a leyes cuasi naturales, resulta ser en realidad todo lo contrario a las pretensiones de los positivistas, resulta ser que sin recursos físicos no funciona la economía, pero tampoco sin recursos humanos y sin recursos sociales, sin valores compartidos, sin hábitos que generen la confianza necesaria como para firmar un contrato con ciertas garantías de cumplimiento. El capital social puede tomarse como un recurso, igual que el físico y el humano. Y en este sentido traería a colación la metáfora kantiana del pueblo de los demonios, que preferirían la cooperación al conflicto, con tal de que tuvieran entendimiento. Ciertamente, la fecundidad del capital social tanto para generar una democracia auténtica, en la que los ciudadanos sean los protagonistas, como para sentar las bases de una economía eficiente y justa, de una economía en el pleno sentido de la palabra, es uno de los temas centrales de estudio en las ciencias sociales y que ha estudiado Adela Cortina y de quien estoy extrayendo estas referencias, y es que hay aquí una idea muy fecunda que me gustaría señalar desde el punto de vista no sólo teórico sino práctico, y que estaría en nuestra confianza sobre las instituciones democráticas, o en el modo en que hemos de conseguir que realmente éstas lo sean.

La realidad de las instituciones no se mantiene sólo por el autointerés, no se mantiene sólo por la inercia de encontrarse ya enredado en un círculo virtuoso. No es sólo un recurso, sino un haber, no es sólo una estrategia, sino un êthos, un carácter, una riqueza. De ahí las limitaciones del individualismo metodológico y del imperialismo económico. No es Norteamérica quien cuenta con un más potente capital social, sino precisamente Europa, en Europa existen regiones con una gran capacidad asociativa, y es urgente estimular este “arte asociativo”, extendiéndolo a regiones más individualistas y plasmándolo en instituciones. Una sociedad injusta no es al cabo ni siquiera eficiente, ya que la justicia, valiosa por sí misma, es también una “herramienta” para optimizar recursos físicos y humanos, porque presta mayor cohesión a una sociedad que su contrario. Conviene recordar al “mundo libre” o al menos predicador de la libertad, que la más básica de las liberaciones es la “liberación de la necesidad”. Si distinguimos entre asociaciones horizontales y verticales, como el mismo Putnam hace en “Making Democracy Work”, son las asociaciones horizontales las que favorecen una política de seres autónomos y solidarios. Las asociaciones horizontales son las que “unen agentes con estatus y poder equivalentes”, mientras que las verticales “unen agentes desiguales en relaciones asimétricas de jerarquía y dependencia”. Obviamente, las segundas presentan una capacidad ilimitada de generar relaciones de reciprocidad, mutualidad y cooperación. Puesto que llegar a decisiones aceptables para todos es lo que ayuda a vencer los problemas colectivos, recurrir a organizaciones verticales no es lo que favorece la cooperación. Europa ha ido compartiendo en su historia parte de ese capital social y constituye su mejor “ventaja competitiva” frente a otros núcleos políticos y económicos.

Bien, estos son algunos de los aspectos de filosofía poítica que yo destacaría, realmente es un reto social y global en el siglo en que estamos. En cuanto a la destitución por ley de un dirigente, producida por los mecanismos de corrección y los procedimientos democráticos, se hace una viva necesidad, también en los tiempos de hoy, y se me ocurren muchos mitos de la sabiduría antigua para comprender esta medida ante los recursos físicos y humanos agotados: en el del lecho de Procustes, para adaptar los datos a la teoría, y sin embargo no se adecua la teoría a los datos que debiera ser lo correcto, y se continúa una mala práctica política; el de la decapitación de Judith a Holofernes, por provocar medidas de extranjería o colonización; el del sacrificio de las Danaides, que exigían su derecho a elegir marido; y finalmente el del suplicio de Tántalo que obtuvo como castigo algo que duró toda la vida en respuesta a los crímenes que él cometió.

El capitalismo se puede relacionar con el amor y el lujo o viceversa, pero por eso, está al servicio del lujo, y este capitalismo es el que nos ha determinado a desafiar la cordura. Nadie entiende esta filosofía ni los judíos la entendieron al principio de la historia, ellos cuya mayor hazaña en la vida siempre fue decir que no al cristianismo, se sublevaron cuando pusieron estatuas romanas en sus templos, y ahí están en el mundo de los negocios, réprobos del mayor cinismo de la historia, la única precaución que han tomado contra su porvenir, más bien se complacían en destruir los otros dioses antes que en conquistar naciones. Yo no sé hasta qué punto lo que motiva las guerras son los odios de razas, odios de pueblos u odios culturales, pero desde luego sí es esto lo que las termina explosionando entre los pueblos y las gentes más llanas y en los contextos culturales más afligidos y tendríamos que ser conscientes. Lo que llaman amor eso son únicamente fugacidades, como en las guerras lo que ganan son siempre los odios, el afán de venganza, los rencores. Esto es importante que se entienda porque inaugura la cuestión del monoteísmo en el pensamiento y de lo indefinido al mismo tiempo. En lo indefinido uno experimenta un estremecimiento sagrado sin dios, tal vez por eso en nuestra inmadurez rechazamos comprender, porque comprender es como una maldición, es como si admitiésemos que todo está permitido. Llega un momento en que los límites del placer están muy claros, y necesitamos romper o aislarnos, quién sabe. y tenemos que volver a los límites, o a ese dios arruinado, abandonado que yo barruntaba al principio. El tema del monoteísmo y el judaísmo estaría muy relacionado con una manera de triunfar y del pensamiento y acelerar el progreso de la civilización, ya estudiado por Comte, en el positivismo lógico, y por Freud. Pero este progreso a veces se muestra en un retroceso, es como tener el monopolio de una idea y fortificarla, a veces esto nos ha hecho fuertes. Gran Bretaña tenía el monopolio de una materia prima, pero también tenía la industria en su casa y había desarrollado un potencial exportador fuera con otras regiones, en realidad era una triple conjunción de cosas pero fortificado por un pensamiento único y global. El monoteísmo ha sido estudiado por Freud, y hoy día la Razón ha pretendido sustituirle, y muy bien, porque sería otro universalismo todavía mucho más interesante, pero en la realidad siempre ha vencido el politeísmo y su amalgama de pueblos y ha vencido el pluralismo de las razones estratégicas. El problema de la pretensión de universalidad es que no se puede concebir como si ya fuera algo concluso y terminado sino que siempre tiene que estar concibiéndose y abriéndose a la realidad para no ser dogmática y que nos lleve a un universalismo con raíces culturales pero también que sea ilimitado y haga posible un futuro en el acontencer histórico y humano.

Lo que sí es cierto y tengo que decirlo otra vez, es que hay que ser más voluntarista que optimista, porque se trata de trabajar mucho en el proyecto de la razón. Y sobre todo si hemos de recurrir a los trucos que nos prepara la mente y los gazapos y actos fallidos, tenemos que ver que la mayor grandeza del legado freudiano estriba justamente en haber hecho comprender que la persecución de un “ideal de la razón”, antes podría verse obstaculizado que impulsado por nuestro abandono a la “falsa ilusión del optimismo”. Porque según Freud es más fácil que abandonemos esos sueños e ilusiones perturbadoras que el mismo tabú de la represión donde se alimenta la cultura, y en donde liga también el ideal de “razón” aunque se contradiga el ideal de “razón”; en realidad los datos vienen a poner orden en tanta confusión y a decirnos dónde está el ideal de razón, vienen a corroborar el camino a seguir aunque no se nos dan todos los mecanismos prácticos. Pocos admiten que “rehacer” se puede convertir también en un flagrante autodeshacerse.

La razón necesita de muchas cosas, también de esperanza, pero firme, y lo que desde luego necesita es no volver a caer en lo que fue el prometeísmo de la ilustración, al enseñar al hombre sólo su contingencia, sus limitaciones, su indigencia; a veces un humanismo radical nacido para sustituir a la religión de la sumisión del hombre a la tiranía de dios ha acabado por amenazar al género humano con una esclavitud mayor que la que nunca otra religión había alentado. Al hacer a la gente agudamente consciente de la contingencia y la finitud de la vida, de la corruptibilidad del cuerpo, de los límites de la razón y del lenguaje, del poder del mal en nosotros, y al concentrar esa consciencia en la doctrina del mal o de la culpa se enfrentó el hombre religioso al prometeísmo de la ilustración y hubo de ser inevitablemente reprendido por su inclinación antihumanista. Me estoy refiriendo a las dos guerras mundiales que luego trascenderían. Por tanto, el sentimiento humanista radical puede hacer que nos olvidemos de los lazos reales y el sustrato subconsciente que liga a la cultura. Lo que yo echo de menos son mecanismos de política humanos y al servicio de la sociedad civil, eso es lo que yo echo de menos. Y tal vez eso se trataría de poner algunos mecanismos políticos y sociales al alcance de la ciudadanía civil.

Puesto que más que la represión es el falso optimismo de la ilusión lo que llevó a la frustración del proceso de la Razón, según nos dice Freud, que observó que en toda cultura el hombre tiene que pagar un precio en inhibición de sus inclinaciones naturales pero aún así, cuando se ha roto el orden de los tabúes, los lazos amorosos o religiosos de un pueblo se rompen también, pues él fundaba la cultura en el concepto de culpa y en la constitución moral del hombre.

Estar enfermo no es otra cosa que no haber podido arrojar de uno mismo los elementos patógenos. Mi hipótesis es que nuestros cuerpos y nuestros espíritus están expuestos a una serie de agresiones permanentes que destruyen poco a poco sus mecanismos inmunitarios. Y desde luego estamos más expuesto a estas contradicciones, cuando en último término dependemos de los otros más. Esto también lo decía Hobbes, en su definición de poder, como él señaló dependemos de otras personas para satisfacer nuestros deseos, lo que significa que a más deseos más dependencia y, en sentido contrario, más necesidad de ejercer sobre ellas poder. Lo importante no es el poder que tienes, sino el que tu enemigo cree que tienes. Comienza el juego de la astucia y, también, el juego de las persuasiones y de las legitimaciones. El poder deja de ser instaurador de lo bueno, definidor del orden, y tiene que someterse a criterios ajenos de bondad. Sufre de dos maneras esa expansión dislocada del deseo. La historia nos enseña que para protegerse de los excesos del poder no es solución intentar eliminarlo, porque sería inútil. La solución es controlarlo.

Quiero hacer una concreción filosófica, y antes incluso de la aceptación de la autocontradicción o de la falsabilidad de la ciencia es como si la realidad del escepticismo o de un relativismo fuera capaz de disolver cualquier verdad, y de esta manera cortamos el nudo gordiano en vez de desatarlo. Y estamos aquí todos los días intentando sostener una verdad, lo que ya dice algo de que hay una conciencia metafísica más allá de lo empírico. Es como ese pensamiento socrático que pone en libertad justamente aquellas normas intersubjetivamente válidas de la razón práctica. Es como buscar un sentido “originario” de la verdad. Otras veces no, Sócrates no lo conseguía porque siempre parecía que dejaba en ridículo a su interlocutor, él mismo no lo escuchaba o hacía que repitiese su parrafada para que el efecto de persuasión se diluyese o fuese menor o ya no causase el mismo efecto. Esto enlaza con los juegos del lenguaje wittgeinsteiniano, para quien el “juego del lenguaje” sería el origen de la condición de posibilidad de la validez de un discurso. Y éstos a su vez son posibles solamente dentro de una “forma de vida”. Pero para Heidegger el origen del pensamiento no está en un juego linguístico, sino que está en el acontecimiento del tiempo, es decir, en el acontecimiento de la formación de la “diferencia”. Para Wittgenstein los paradigmas “inconmensurables” de la ciencia y de su posible progreso aparecen como los juegos de lenguaje, en tanto que partes de “forma de vida”, y están entretejidos con “actividades” y con formas de interpretación del mundo válidas a priori; tales juegos de lenguaje, en esa medida, actúan como “modelos” criteriales para el uso del lenguaje, la práctica experimental y el tipo de resultados de lo que puede aceptarse como verdaderos o falsos. Son ciertos a priori en tanto que condiciones de la posibilidad del funcionamiento del juego de lenguaje científico. Sin embargo, el relativismo diacrónico que surge inmediatamente de la “iluminación” epocal del mundo en Heidegger, surge de la reinterpretación radicalizadora que, desde la historia del ser, sufre el concepto, relativo al “ser ahí”, de verdad como “apertura”. Estos dos grandes filósofos, tanto Heidegger como Wittgenstein, son los dos grandes destructores de la metafísica occidental o autosupresores de la filosofía, porque ésta se inventa en el vacío. No obstante, esto parece una aporía de la metafísica porque ellos mismos vuelven a construir otro lenguaje parecido. El concepto de iluminación del mundo de ocultamiento desocultador (a-létheia) podía servir como un “concepto de verdad originario” pero no obstante Heidegger lo que reconoce es que debe ser adecuado con algo previamente, y que en todo caso lo que hace este concepto es que pone en “libertad” una dimensión que precede sistemáticamente al concepto tradicional de verdad, puesto que se trata de una condición de posibilidad de los juicios o enunciados adecuados e inadecuados sobre lo ente. Pues bien las condiciones de posibilidad intersubjetiva también dependen de aquí. Lo asombroso de todo esto es que el logos pueda pensarse a sí mismo, seguimos creyendo también aquí. Que las mismas condiciones de posibilidad puedan pensarse, lo cual introduce un pensamiento autorreflexivo originario también, aunque esto vendrá después y se discutirá en la filosofia crítica de Apel y Habermas. Pero me interesa ilustrar el concepto de “iluminación” heideggeriana y lo traigo porque se suele hablar mucho de él en el lenguaje común y con frecuencia se considera que esta caracterización es una tergiversación, una consecuencia de un pensamiento que sigue siendo él mismo metafísico, que no entiende todavía adecuadamente el nuevo punto de vista “más allá del relativismo y del objetivismo”. Antes bien la iluminación de Heidegger se puede entender como una apertura lingüísitica del mundo que libera originariamente el horizonte de sentido para las posibles preguntas de la ciencia y los juicios adecuados o inadecuados. Y se hace patente la convergencia entre el modo de mirar hermenéutico-lingüístico de Heidegger y el analítico de los juegos de lenguaje de Wittgenstein.

En la transición de la herejía a la apologética en un marco de referencia teológico, las concepciones desviadas no sólo reciben un estatus negativo sino que se abordan teóricamente en detalle, la meta final de este procedimiento consiste en incorporar las concepciones desviadas dentro del universo propio y así liquidarlas definitivamente, de esta manera la negación por el negador del universo propio se transforma sutilmente en una afirmación de él. Todo esto son pues los juegos y las trampas a las que nos enfrentamos. La maldición de Apolo cayó sobre Layo al éste raptar y violar a Crisipo cuando era instructor de él, que era el hijo de un rey a quien se le confió su educación. Layo después no puede concebir hijos con Yocasta pero un día el oráculo de Delfos le dice tambien su maldición, la de que tendrá que separarse de su hijo porque si no éste le matará. Pero todo proviene como vemos de la maldición que ya había recaído sobre Layo anteriormente por su crimen. En realidad, es así, es una cadena de deberes o de culpas que hemos contraído, y creer esto a veces era lo que nos podía hacer más daño. Pero así era cómo operaba la mitología. Lo interesante es darse cuenta cómo el pensamiento al hacerse teológico abre una brecha, una separación en el saber de la naturaleza y de lo sagrado, y traza un saber de lo oscurantista y de lo que no debe ser tratado como ciencia. En muchas ocasiones él mismo se cierra a la ciencia. Es interesante reflexionar sobre ello. Porque ahora al hacerse el pensamiento tecnológico se ha abierto una brecha también de lo que debe ser tratado como ciencia, y de lo que es un saber oscuro, y hay mucho oscurantismo en este saber también. Hay que saber dónde se mueven las técnicas del poder tecnocrático, eso es lo primero.