El amante copernicano
El círculo de interpretación hermenéutica y cosmopolita, teoría crítica reconstructiva de la razón, crítica del principio metafísico de universalización y las técnicas de control de poder tecnocrático.
sábado, 18 de febrero de 2012
lunes, 14 de noviembre de 2011
epílogos
Epílogo 1
Todo esto responde a diferencias presociales de origen cultural, falta una racionalidad en el poder financiero e insititucional, es como si preguntamos por la racionalidad del poder religioso, hay muchas diferencias preteóricas sociales y de origen simbólico. Las clases populares también tienen su propia mitología, que puede ser culta y sofisticada, cada uno exhibe su propio totem como un trofeo. Estas diferencias culturales residen en la genealogía del poder. No sólo Alemania, Reino Unido, California, están ahora usando este poder oscurantista del dinero en su favor. Los tecnólogos también tienen su propio lenguaje, forman cuerpos privilegiados de saber y por supersposición la diversidad de estos lenguajes crean una separación del resto de saberes, que dependen cada vez más de su precisión lógica; es como los economistas y los politólogos, ellos creen en este perfeccionamiento, porque ahí residen la racionalidad. Pero realmente lo importante no es esto, sino es la simbología y la escenografía, esto es lo que une realmente ante el poder. La simbología científica y la precisión numérica sólo sirven para capturar mediante la sumisión al deseo, el deseo de poder, y nada más. El discurso ético y político en último término se adhiere a una racionalidad pero que responde a un lenguaje simbólico. El discurso brillante del ciéntifico o del nobel, sólo sirve para la ilusión de crear una especie de cohesión social global, sin embargo no impide las diferencias sociales, la separación del poder financiero y político cada vez es más ostentosa. En cierta manera, la única forma cómo se puede llegar a una cohesión social, es mediante estas técnicas oscurantistas que intentan reequilibrar el poder, faltando a toda la lógica, mediante técnicas oscurantistas de poder, porque la democracia no es igualitaria. Es el modo cómo se responde a políticas keynesianas, desde el sistema desde dentro. El concepto de globalización está puestos en entredicho, los conceptos numéricos sólo sirven para crear superposiciones de lenguajes simbólicos. La única manera de cambiar la realidad es asumiendo estas diferencias presociales desde dentro, como genealogía cultural. Y desde luego Alemania no las oculta. El problema es cómo podemos responder nosotros. Yo creo que es un error apelar a exclusivos nacionalismos, pues como se está viendo son diferencias sociales y presociales. Es como si apeláramos al instinto de supervivencia. ¿Quién puede mover todo eso? ¿Qué clase de empresas son las que están saliendo fuera de España? y ¿cómo se explica que el papa venga tres veces a España?, ¿qué clase de poderes ocultos hay aquí? sin duda, cada país está respondiendo a diferencias preteóricas culturales, lo que denota que cuesta mucho movernos hacia una verdadera democracia igualitaria. Y desde luego la pretensión científica es la que se está capturando más en los países más privilegiados, pero sobre esto se podría hablar sobre la incomensurabilidad teórica de Kuhn y de sus paradigmas, sí, por lo visto Kuhn, cada vez creía menos en sus paradigmas. Kuhn, descubridor de los paradigmas científicos y de sus cambios y revoluciones, él mismo hacia la madurez de sus estudios abandona casi por completo el discurso acerca de los paradigmas, y restringe el concepto de revolución científica al de un proceso de especiación y especialización por el cual una disciplina científica va acotando los márgenes de su objeto de estudio, alejándose de los horizontes de otras especialidades. En este último sentido, como una forma de holismo restringido que afecta las distintas ramas del desarrollo científico, reaparece el concepto de inconmensurabilidad teórica, el único que Kuhn parece haber mantenido incólume hasta el final de sus días.
Hay una mitología popular que llega a la gente de la calle que tiene o puede tener una simbología sofisticada y culta, pero asímismo hay una técnica culta numérica, de gran precisión lógica, que es la que ha tomado la ciencia con la matemática y la física, y la que se propone como modelo para asumir el saber y el poder, tanto político como científico.
Este lenguaje numérico ha creado por superposición una separación con el resto de los saberes y de la sociedad, de manera que se forman tecnólogos, políticos, economistas, y todos dependen de la precisión lógica de su saber. En cierta manera, se ha formado un cuerpo privilegiado del saber, que es una élite, pero no es todavía gobernante. En último término, el gobernante podía enterrar algunos conceptos numéricos, podía ponerlos en paréntesis, mientras competía por otros incentivos o se adhería a otras conversaciones éticas o políticas. Pero lo importante es saber que cada discurso tiene su simbología y su escenografía, y eso lo mantiene vivo, que tanto el discurso de la ciencia con su precisión lógica servía para capturar el deseo del brillante científico, como se lograba así capturar la atención y la sumisión al poder; mientras que el poder financiero que en último término ejercían los políticos dependía de un discurso ético y político, uniendo la simbología científica y la precisión numérica, pero a esto cuando fallaba la lógica había que añadir las conversaciones políticas y una cierta ética estratégica y consensual, de este modo también se contaba con otras élites y se capturaban por el deseo del poder. Así, entre diversidades de códigos y de símbolos, o entre diferencias preteóricas sociales se construía una cohesión social global, pero al mismo tiempo había peligro de causar diferencias sociales cada vez más notables, sobre todo en épocas críticas, como hoy día está sucediendo, en que la separación entre el poder financiero y político es cada vez más ostentosa, y además el poder oscurantista tanto de la ciencia y del dinero están puesto en entredicho. Esto es lo que está poniendo en tela de juicio el concepto actual de la globalización, que se presta a no ser interpretado bien sino a ser defendido solamente por aquellos que podían confiar en el libre mercado y que eran aquellos países que previamente detentaban el monopolio de alguna materia prima, más alguna industria relacionada con las nuevas tecnologías.
Estábamos pues arrastrando las técnicas cultas del deseo a través de la Publicidad, y su obra de la sumisión, que ostentan el consumo y el poder, y por otra parte, con estas técnicas aún más cultas de la sumisión pacífica por el deseo se intenta asumir un poder que es capturado a través de la ciencia. Ambas clases las de los tecnólogos y las de las mitologías populares están y siguen sometidas al poder de la globalización, y en favor de valores que son predominantemente culturales de genealogía del poder, y esto es lo que está contando hoy día, mientras no se igualen cada vez más las fuerzas entre estas diferencias presociales, y entre otras cosas falta una racionalidad en el poder financiero e institucional, que se ve que ha acaparado todo el poder, y falta una democracia más igualitaria, y el empeño en que los recursos y las capacidades estén más igualados y no cada vez más distanciados, y de que lleguen también a las masas las oportunidades nuevas y que no se basen en técnicas oscurantistas o demasiado logicistas, sino que puedan ser interpretadas desde corrientes hermenéuticas de autocomprensión y desde posturas criticistas de los aspectos tradicionales institucionales.
Este tema estoy intentando escribirlo como puedo, pues es un lenguaje filosófico que yo me he inventado, y tampoco hay muchas referencias, cuando hablo de superposición de lenguajes y de estructuras lingüísticas, puedo citar a Peter Berger, y en un plano sociológico, pero faltaría todavía ir más allá.
Epílogo 2
“El pueblo puede ser también el artífice de su propia esclavitud, como de su propia liberación -esto dice María Zambrano-. El ser pueblo no es algo dado para siempre. La posibilidad de que el pueblo como tal, sea una realidad en vía de integración, una realidad que ha ido revelándose, es decir, una realidad que va absorbiendo a la anterior. Pues el pueblo no ha existido siempre de la misma manera. Puede verse degradado en masa y su prototipo de individuo es aquel que sólo se reconoce con derechos, ávido de usar y de gozar las cosas que no sólo no sabe crear sino que no conoce. El hombre, pues, que vive de los resultados de los productos, cuyo proceso de creación le es desconocido y lo que es más grave, indiferente.”
Sigo citándola: “La historia de Occidente se ha caracterizado por el hecho de que en toda sociedad siempre se ha requerido de la existencia de un ídolo —una divinidad, en las sociedades teocráticas; el progreso y la razón, en las sociedades modernas— y una víctima, esto es, los seres humanos concretos, cuyas vidas son inmoladas para que perviva aquello que se erige como ídolo. Se requiere, pues, que algo o alguien se endiose para que se exija el tributo del sacrificio. La historia, pues, ha requerido del sacrificio de las víctimas. De ahí que la historia occidental sea, en lo fundamental, historia sacrificial y que, por tanto, sea necesario superarla para arribar a una historia humanizada, que no requiera de la existencia de víctimas e ídolos para subsistir.”
“Cuando la revolución se impone entonces; el ídolo pasa a ser la víctima. Y se le hace morir como ídolo, a la vista de todos; todo régimen absolutista ha sentido la necesidad o ha tenido que ceder a la exigencia de las víctimas que pedían el sacrificio de un ídolo. Y aunque suela darse la inversión de papeles entre las víctimas y el ídolo, son precisamente esos grupos humanos, ocultos por la historia dominante en el silencio de la intrahistoria, las masas, los que están llamados a desempeñar el papel de víctimas. Y esto último se da para congraciarse con un ídolo. Un ídolo que no es necesariamente el caudillo que se endiosa —o lo endiosan—, sino una idea, una aspiración, un ideal noble, como el de progreso, patria o revolución”.
“En el mundo actual tal vez la gran amenaza a la vida humana ya no sea el fascismo tal y como se padeció en Europa, tal y como lo sufrieron en carne propia tantos miles y cientos de miles de personas pero sí tenemos una amenaza que se viste con un ropaje tan legítimo como es la lucha contra un mundo inseguro y que padece catástrofes terroristas y en virtud de causas económicas injustas.”
Se ve también en nuestro sacrificio de las libertades ciudadanas y de los derechos humanos a cambio de más “seguridad”. Hemos preferido abdicar, poco a poco, de nuestra condición de ciudadanos —elemento esencial para ser personas— para resignarnos a ser individuos y masas de individuos. Amplia es la tarea, pues hay que salvarlo todo. Cultura y democracia. Individuo y sociedad. Razón y sentimiento. Economía y libertad.
Según Johann Jacob Meyen en 1769: “Se sabe que las naciones primitivas no mejoran sus costumbres y hábitos para hallar más tarde industrias útiles, sino justamente al revés”. El cambio de mentalidad acompaña al cambio en el modo de producción. Las mentalidades y las instituciones cambian de forma relativamente rápida cuando se modifica la estructura de las actividades económicas. Esta es la dirección básica de la flecha causal del desarrollo. Esta es la física cuántica que procede.
Mientras nosotros discutimos entre nosotros como ignorantes y necios que somos, los países ricos siguen ahí imponiendo su tecnología, y siguiendo el curso del cambio del mundo y de la tecnología; no deberíamos escuchar a nigún político más, porque son unos necios. El “multiplicador de la industria” era la clave tanto para el progreso como para la libertad política. Y esto todavía tienen que aprenderlo muchos políticos. Los desajustes en el aprendizaje entre las viejas y las nuevas generaciones contribuyen también a frenar un cambio tecnológico radical. El derrocamiento de las instituciones no sigue inmediatamente al de las opiniones. La inercia frena el proceso de cambio. Hemos perdido ya mucho tiempo y los gobiernos no hacen nada por adaptarnos a los cambios, mientras que los países del primer mundo siguen aprovechando este estado de confusión para crecer en su ventaja competitiva. Resulta particularmente interesante que cuando un país exportaba productos industriales a cambio de otros productos industriales, esto se consideraba un buen comercio para ambas partes. Y en Andalucía sólo se está mirando si vamos a recibir la subvención agrícola.
Sin recursos físicos no funciona la economía, pero tampoco sin recursos humanos y sin recursos sociales, sin valores compartidos, sin hábitos que generen la confianza (como para firmar un contrato con ciertas garantías de cumplimiento). La austeridad parece un valor neutral pero no lo es del todo, como si fuera un mecanismo puramente sometido a leyes cuasi naturales. Se olvida de que hay otro recurso, que es el capital social, que puede tomarse así, como si fuera un capital físico y humano. Los que más han teorizado en filosofía social sobre ello han sido los alemanes. Nosotros no tenemos una tradición en ese sentido teórica, volvemos a nuestras batallitas ultraliberales o sociales. Pero esto es como la metáfora kantiana del pueblo de los demonios, que preferirían la cooperación al conflicto, con tal de que tuvieran entendimiento. Sin embargo, el capital social es lo único que puede generar una democracia auténtica, para sentar las bases de una economía en el pleno sentido. ¿Por qué en Alemania se ha podido redistribuir mejor las horas de trabajo de empleo y conceder una subvención para los trabajadores que reducían su jornada? Porque son fuertes en capital social, en asociaciones horizontales. Y esto se consigue también con austeridad fiscal y social, se consigue con recursos humanos, con la conciencia de que todos estamos afectados. La austeridad desde luego no se puede evitar pero sí se podría corregir con una especie de “arte asociativo”, extendiéndolo a regiones más individualistas, no tiene que ver con una filiación política, sino con el trabajo asalariado. Una sociedad injusta no es al cabo ni siquiera eficiente, ya que la justicia, valiosa por sí misma, es también una “herramienta” para optimizar recursos físicos y humanos, porque presta mayor cohesión a una sociedad que su contrario. Los que se llaman a sí mismos liberales conviene recordar que la más básica de las liberaciones es la “liberación de la necesidad”. Las asociaciones horizontales (llamadas así por Putnam) presentan una capacidad ilimitada de generar relaciones de reciprocidad, mutualidad y cooperación. Puesto que llegar a decisiones aceptables para todos es lo que ayuda a vencer los problemas colectivos, recurrir a organizaciones verticales no es lo que favorece la cooperación. La cuestión es ésta: qué podemos hacer con los recursos humanos, físicos y sociales, más que anteponer ante todo la regla de austeridad, porque esto lo que hace es jerarquizar, imponer unas asociaciones verticales más que otra cosa, frente a otros núcleos políticos y económicos. Se ganan muchos votos cuando esto se predica con más o menos sentido, sin embargo, qué se propone, qué núcleos asociativos tienen fuerza alrededor de esta regla, cuando lo que parece es que se están desarticulando, enervando, perdiendo fuerza vertebral social. De esto es de lo que se debería hablar y convencer.
Epílogo 3
Yo sinceramente pienso que esto no es que sea una conspiración anglosajona, sino que es una conspiración judeo-anglosajona en toda regla. Misterio (religión), cábala (matemáticas) y dinero, con estos tres poderes invisibles son invencibles, nadie osaría enfrentarse a ellos. Se diría que Alemania está a punto de desquiciarse, esto es lo que más le gusta al temperamento judío, ponerte de los nervios hasta conseguirte hacer que llores, y lo intentarán por todos los medios, porque tienen una capacidad para medir todo lo psicológico, lo que angustia al hombre, parece que son fríos, pero no lo son, tienen los mismos sentimientos, responden a la ira y esto por supuesto que no es una conspiración, es que los judíos son inteligentísimos, ahora nos estamos dando cuenta por fin, de todo lo que ellos han representado en la historia, y cómo han conseguido estar ahora en el puesto en que están y que tienen. Alemania está a punto de llorar y tendrá que pedirles a ellos, pero ellos están encantados en verdad, y nosotros en una película que parece que no va con nosotros, que tenemos un temperamento latino. Yo los he visto en Londres, en un parque del norte donde se concentraban y luego también en la zona del Queen garden, es que no me acuerdo de los nombres, tendría que mirar el mapa, y desde luego representan a alguien allí, van vestidos con traje oscuro, enseguida se nota quienes son, van con su mujer, porque el judío aunque siempre ha despreciado a la mujer, nunca anatematizó la sexualidad, como luego hizo el cristianismo. Bueno, pues esto no es una conspiración, sino que es el signo de los tiempos, parece como si la historia se vengase de forma natural. Y lo cierto es que es así, ellos nos están haciendo la vida imposible, porque es muy difícil meterse en los dilemas mentales que tienen ellos, como digo, son personas muy inteligentes. Y de acuerdo con ello, Alemania no es que no lo sea, que lo es, pero ha jugado con armas más visibles, y ahora está pagando su error, y por eso va a haber que crear un nuevo lenguaje para entenderse. Por otra parte, los políticos no se enteran de nada, no están en contacto con la realidad, ellos sólo se acuerdan del pueblo en las votaciones.
La democracia no sólo es la soberanía popular, es la igualdad de los ciudadanos. Esa igualdad exige que los ciudadanos participen como iguales. Esta dimensión de la igualdad se hizo evidente sólo tardíamente en la historia de la democracia, cuando el hecho de que el pueblo en su conjunto, más que algún monarca o déspota, debía tener el poder final de gobierno. Pero en una sociedad con una enorme desigualdad de riqueza y de otros recursos, algunos ciudadanos tendrán una oportunidad mucho mayor de ocupar cada una de estas posiciones de encumbrada influencia sólo porque son más ricos y esto es, de hecho, un insulto a la igualdad de los ciudadanos. La democracia mayoritaria, llamada asociativa por Ronald Dworkin, “resulta menoscabada cuando ciertos grupos de ciudadanos no tienen ninguna (o tienen sólo una profundamente disminuida) oportunidad de luchar a favor de sus convicciones, porque carecen de los fondos necesarios para competir con donantes ricos y poderosos. Nadie puede considerarse plausiblemente a sí mismo como socio en la empresa de autogobierno cuando queda fuera del debate político a causa de su incapacidad para hacer frente a un derecho de admisión grotescamente alto.” Esto parece sí que es la órbita de urano, la órbita del “impacto”, un planeta que se dedica a impactar, porque representa lo nuevo, la innovación, y con él lo impredecible, y a veces lo peor, el retraimiento o el cascarrabias, cuando no puede crear a su antojo. Y todo esto se está viendo venir, un mundo desafiante, donde muchos quedaremos descolgados. Aunque ahora se impone pensar en la reforma laboral y viene un inusual largo tránsito de marte en virgo todo el medio año siguiente, que nos tendrá agobiados en ese punto.
Ser un hombre se ha convertido en un drama… si no tuviesen que afrontar más que un antisemitismo profesional su drama se vería sensiblemente disminuido. Pero el antisemitismo no representa un fenómeno de época, sino es una constante, y sus verdugos de ayer empleaban los mismos términos que Tácito… La iglesia pide perdón por los pecados cometidos… y es que no había que condenar en masa a los gentiles, como si no fueran seres humanos, los judíos ya cometieron el mismo pecado en sus orígenes. La historia da muchas vueltas. Hoy día son muchos más los que piensan que razón y fe se tienen que vivir separadamente y se pueden vivir. Rehusando seguir las ideas de su tiempo, la gran locura que se apoderaba del mundo, escaparon provisionalmente a las persecuciones. Pero como muestra de que venimos acercándonos a unas fiestas religiosas de las más importantes, hoy día las religiones siguen teniendo la fuerza para unir. En lugar de enorgullecerse de sus orígenes, de exhibirlos y proclamarlos, muchas veces los camuflan. El rol que han tenido en los sectores bancarios como en el de la usura son el producto de cientos de años de leyes medievales que prohibían a los judíos el acceso a ciertas profesiones y oficios y los confinaban a tener que jugar el rol de banqueros o usureros. Tenían que haber dado la razón a quienes les odian, proclamar que no tenían semejantes ante la faz del universo, enorgullecerse, pero no lo hicieron. Nunca las religiones han estado libres de esta soberbia. Cuantas más injusticias se han sufrido mayor es el riesgo de caer en el engreimiento y hasta en la soberbia, toda víctima se vanagloria de ser un elegido a contracorriente y reacciona en consecuencia. Sedientos de justicia no se doblegan ante la evidencia de un mundo inicuo. No nos engañemos no hay niguna virtud moderada aquí y ellos siguen actuando por instinto, la idea de renuncia apenas les roza. De este modo, ser hombre es un drama. La banca tiene el privilegio de vivir dos veces nuestra condición. Representa la existencia separada por excelencia o, para emplear una expresión con la que los teólogos califican a Dios, “lo absolutamente otro”. Cuanto más les impregna la fatalidad, más se insurgen contra ella. “Amor fati”: esa fórmula para aficionados al heroísmo, no conviene a los que tienen demasiado destino para aferrarse. Y es que en estas convulsiones, el que las sufre y el universo al que se dirigen están abocados al mismo furor, unas veces destructivo pero otras enternecido de sí mismo. Pero no debemos engañarnos: estos accesos son los más claros y los más inmoderados, cuando esta compasión por sí mismo, vaga y universal, se vuelve hacia uno mismo, se está en la condición del último de los hombres. Todo esto quizá nos invite a trocar nuestra justa indignación por una iniciación hacia la melancolía, que tiene también algo que ver con el odio y la piedad, movimientos aparentemente contrarios pero que guardan un mismo origen.
Neuroética y neuropolítica, por Adela Cortina:
"Entender la ética universal con bases cerebrales como una gramática moral que nos permite aprender todos los lenguajes morales, es decir, hablar el idioma moral de las diferentes culturas, es mucho más acertado que intentar descubrir principios con contenido. Cualquier contenido que quisiéramos proponer chocaría con la moral de alguna o de algunas culturas y perdería su pretensión de universalidad. Si queremos combinar universalidad y diversidad, sea la de una misma cultura a lo largo de la historia, sea la de distintas culturas o grupos que conviven en un mismo tiempo, entonces los principios éticos no pueden ser sino formales.
La paradoja de la cooperación humana se explicaría entonces porque nuestra mente contractual es propia de grupos reducidos, de la época en que se conformaba el cerebro humano, por eso hay una disonancia entre los juicios morales intuitivos y los sistemas que hoy generan razones fundadas en principios para nuestras acciones, porque el paisaje de hoy sólo muy tenuemente se parece al originario.
Para resolver esa contradicción autores como Levy expresan su confianza en que la evolución haya ampliado nuestro sentimiento de benevolencia hasta alcanzar a todos los seres de la misma especie. Esa esperanza, a su juicio, tiene una base científica, una base empírica, es lo que observamos de hecho. Levy considera que en la adaptación evolutiva la mayor parte de aquellos con los que interactuábamos eran parientes, por tanto favoreceríamos a nuestros allegados favoreciendo a los con-específicos, pero hoy, en un entorno social en que interactuamos más a menudo con extraños que con allegados, tenemos un sentimiento de benevolencia universal: hay evidencia abundante de que la benevolencia universal ha evolucionado.
Sin embargo y a pesar de estas afirmaciones optimistas, no parece que por el momento la evolución nos haya provisto con ese sentimiento de benevolencia universal que nacería de percatarnos de que necesitamos de todos los seres humanos para sobrevivir. Aparte de que la benevolencia interesada tiene sus dificultades para considerarse benevolencia, justamente si los resultados de las investigaciones con los dilemas personales e impersonales son correctos, lo que se muestra es que la benevolencia parece ligada a los cercanos y muy distante de los lejanos. No digamos ya si recurrimos a las noticias diarias, que siguen dando muestras de la omnipresencia del nepotismo, el familismo amoral, el amiguismo, la autoestima personal desmesurada y muchas otras actitudes parejas muy alejadas de la benevolencia.
Más bien existen bases empíricas sobradas para reconocer con Hume que "en la mente de los hombres no existe una pasión tal como el amor a la humanidad, considerada simplemente en cuanto tal y con independencia de las cualidades de las personas, de los favores que nos hagan o de la relación que tengan con nosotros".
Levy considera que podemos recurrir al equilibrio reflexivo (de Rawls) y construir nuestras teorías morales a partir de nuestras intuiciones, pero rechazando algunas desde la teoría moral. De hecho, las intuiciones a menudo entran en conflicto y es necesario eliminar algunas y modular otras, pero esto no es problema para el equilibrio reflexivo, que justamente trata de equilibrar intuiciones y teoría modulando unas y otras. Como las intuiciones son educables y los sujetos con un nivel socioeconómico más elevado tienen una mejor educación, habría que dar más peso a sus intuiciones que a las de los de nivel más bajo".
viernes, 9 de septiembre de 2011
realidad y objetividad
Afirmar que las cualidades sensibles son reales no es realismo ingenuo; sería realismo ingenuo afirmar que las cualidades sensibles son reales allende la percepción y fuera de ella. Lo que sucede es que la ciencia se ha desentendido de la explicación de las cualidades sensibles. Y esto es inadmisible. La ciencia tiene que explicar no sólo lo que sea cósmicamente esto que en la percepción es color, sonido, olor, etc., sino que la ciencia tiene que explicar también el color en cuanto cualidad real percibida. Pero ni la física ni la química ni la fisiología ni la psicología nos dicen una sóla palabra acerca de qué sean las cualidades sensibles percibidas, ni cómo los procesos físico-químicos y psicofisiológicos dan lugar al color y al sonido, ni qué sean estas cualidades en su realidad formal. La fenomenología no hace sino describirlas. Es una situación que muchas veces he calificado de escandalosa el que se soslaye lo que al fin y al cabo es el fundamento de todo saber real. Esta situación es un escándalo que queda a cargo de la ciencia. No nos incumbe a nosotros. A nosotros nos basta con constatar, sin eliminarlo, el hecho de que las cualidades sensibles son momentos reales de lo percibido, pero son reales tan sólo en la percepción.
Consideradas desde las cosas allende la percepción, las cualidades son la manera real como las cosas reales están realmente presentes en la percepción. Es la cualidad real la que está presente como formalidad en la percepción.
La actuación no significa que las cualidades no pertenezcan realmente a la cosa, sino que le pertenecen a ella tan sólo en ese fenómeno que llamamos percepción. Desde el punto de vista de la ciencia también es real lo percibido por esta actuación: las cualidades son reales en la percepción. Esto es, son "de suyo" real y efectivamente lo que son. Pero para la ciencia no son reales allende la percepción.
Realidad no significa sólo lo que es real "allende" lo que es real "en" lo percibido mismo. Es menester subrayar muy enérgicamente esta distinción. En la percepción, lo percibido, por ejemplo, los colores, los sonidos, etc., son "de suyo", tan "de suyo" como lo son las cosas allende la percepción.
Basta recordar que, por ejemplo, la percepción olfativa acontece mediante una actuación (digámoslo así) de las terminaciones olfativas sobre la realidad "allende". En esta actuación se producen lo que llamamos las cualidades sensibles. Pues bien, a pesar de esta teoría científica de la realidad allende, afirmamos que como actualizaciones: 1º las cualidades son reales, y 2º no son subjetivas.
La realidad de las cosas no es coloreada. Afirmar lo contrario, se nos dice, sería un inadmisible realismo ingenuo. En efecto, si desaparecieran del cosmos los animales dotados de sentido visual, habrían desaparecido eo ipso del cosmos todos los colores.
Fue la idea expresamente enunciada por el propio Kant. Después se la llamó realismo crítico. Pues bien, pienso que ni el subjetivismo de la ciencia en este punto, ni el realismo crítico son admisibles. La realidad de las cualidades sensibles parece estar en contradicción sobre todo con la ciencia moderna. Las cualidades, se nos dice, no son sino nuestras impresiones subjetivas.
Porque ¿qué se entiende por realidad cuando la ciencia califica de subjetivas a nuestras impresiones, y, por tanto, a las cualidades sensibles? Se entiende por realidad el que estas cualidades sean ajenas a la percepción sensible y, por tanto, reales independientemente de ella.
Pero realidad no consiste en que las cosas (en nuestro caso, las cualidades) sean algo allende la percepción e independiente de ella. Por tanto, el problema radical y crucial se halla en el concepto mismo de realidad. ¿Qué se entiende por realidad? Esta es la cuestión. De ella pende el sentido de nuestra afirmación de la realidad de las cualidades sensibles.
Realidad no designa formalmente una zona o clase de cosas, sino tan sólo una formalidad, la reidad. Es aquella formalidad según la cual lo aprehendido sentientemente se me presenta no como efecto de algo que estuviera allende lo aprehendido, sino que se nos presenta como siendo en sí mismo algo "en propio", algo "de suyo", esto es, por ejemplo, no sólo "calentando" sino "siendo" caliente. Es el carácter físico y real de la alteridad de lo sentientemente aprehendido en mi intelección sentiente. Y según esta formalidad, el calor no sólo calienta, sino que calienta por ser caliente. Es la cosa sentida, por decirlo de la manera más sencilla.
La formalidad de realidad en lo percibido mismo es un prius respecto de su percepción efectiva.
(Esto no es inferencia sino dato. Por esto más que de realidad y realismo (tanto crítico como ingenuo) habría que hablar de reidad y reismo. "Reidad": porque no se trata de una zona de cosas, sino de una formalidad. "Reismo": porque este concepto de reidad o realidad deja ahora abierta la posibilidad de muchos tipos de realidad. No es idéntica la realidad de una cosa material a la realidad de una persona, a la realidad de la sociedad, a la realidad de lo moral, etc.; no es idéntica la realidad de mi propia vida interior a la de otras realidades. Pero recíprocamente, por muy distintos que sean estos modos de realidad, son siempre reidad, esto es, formalidad "de suyo".)
Realidad es formalidad de reidad impresivamente aprehendida en intelección sentiente. No es lo que por realidad han entendido todos los realismos tanto ingenuos como críticos, a saber, una determinada zona de cosas. No se trata de que lo aprehendido pretenda ser real o parezca serlo, sino de que lo aprehendido es ya algo "de suyo" y es por tanto real.
Lo primario no es la realidad como zona, sino como formalidad, la reidad. Para ser percibidas, las cosas del mundo actúan sobre los órganos de los sentidos, y en esta actuación se modifican las notas físicas no sólo de los órganos sino también de las cosas mismas. Pues bien, estas cualidades son reales y no son subjetivas (o no solamente). Las cualidades son reales en la percepción antes de ser cualidades de cosas. Formalmente cada cualidad sensible es real en sí misma "en" la percepción.
"Subjetivo" es el cajón de sastre de todo lo que la ciencia no conceptúa en este problema. El ciencismo y el realismo crítico son subjetivismo ingenuo. Y esto es inadmisible por varias razones. Para la ciencia, se nos dice, las cualidades sensibles son algo meramente subjetivo. Todo lo más se admite que se establece hasta cierto punto una "correspondencia", más o menos biunívoca, entre estas cualidades presuntamente subjetivas y las cosas que son reales allende la percepción.
Pero admitir así y sin más que las cualidades sensibles sean subjetivas por el hecho de no pertenecer a las cosas reales allende la percepción, es un subjetivismo ingenuo. Si es un realismo ingenuo -y lo es- hacer de las cualidades sensibles propiedades de las cosas fuera de la percepción, es un subjetivimo ingenuo declararlas simplemente subjetivas.
Realidad no es lo mismo que objetividad. Entonces la ciencia sería pura y simplemente un sistema coherente de conceptos objetivos, pero no una aprehensión de realidad. Para que los conceptos lo sean de realidad han de apoyarse intrínsecamente y formalmente en la realidad sentida.
Los conceptos son imprescindibles, pero lo concebido en ellos es real solamente si lo real está ya dado como real, esto es, si la realidad es sentida. Sólo entonces cobra el concepto alcance de realidad; sólo entonces el concepto de sol puede decirme lo que es sol. Con sólo la percepción del sol, ciertamente no habría ciencia astronómica del sol, pero sin la realidad solar dada de alguna manera en mi percepción, tampoco habría ciencia astronómica del sol, porque lo que no habría es "sol". Y la astronomía no es ciencia de los conceptos del sol, sino ciencia del sol. Esto supuesto, es imposible la correspondencia entre los conceptos y lo sentido si lo sentido es subjetivo.
Si se insiste en que la razón inquiere la existencia de algo real fundada en el principio de causalidad aplicado a nuestras impresiones subjetivas, entonces habría que decir que esto presupone ya que estas impresiones son reales; es decir, presupone la realidad de esta impresión.
No son subjetivas, sino subjetuales, cosa muy distinta. Y en su aspecto de envolver algo percibido, las cualidades no son realidades "subjetivas", esto es, no son cualidades de mi sujeto, porque esto equivaldría a afirmar que mi intelección es caliente, es sonora, etc., lo cual es absurdo.
La causalidad no parte solamente de las impresiones subjetivas de realidad, sino que tiene que apoyarse en lo percibido mismo. Y si lo percibido es formalmente subjetivo, entonces la causalidad cae en el vacío. No hay causalidad ninguna que pueda llevar de lo puramente subjetivo, esto es, de las impresiones subjetivas, a lo real. Este realismo crítico es, en todas sus formas, una concepción pseudorrealista.
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Aun dejando de lado esta gravísima dificultad, es que la ciencia no se ha hecho problema de ese modo de realidad que ligeramente llama "subjetivo".
Llama subjetivo a todo lo que es relativo a un sujeto. Así, llama subjetivas a las cualidades porque estima que son algo forzosamente relativo a los órganos sensoriales y dependientes de ellos. Pero esto no tiene que ver lo más mínimo con la subjetividad. Subjetividad no es ser propiedad de un sujeto sino simplemente ser "mío", aunque sea mío por ser de la cualidad real, esto es, por ser ésta realidad "de suyo".
Ahora bien, algo puede ser "de suyo" aunque sea fugaz, variable y relativo en cierto modo, sin dejar por eso de ser real en su misma fugacidad, variabilidad y relatividad. Fugacidad, variabilidad, relatividad son caracteres de "unicidad" pero no de "subjetividad". Esta unicidad es un carácter de una realidad que es "de suyo" única.
Es una actuación que es respectiva al órgano y al estado en que él se encuentre, y que es variable no sólo de unos individuos a otros, sino también dentro del mismo individuo, incluso en el curso de una misma percepción. Pero este órgano y su interacción con las cosas son algo real. Todos los estados fisiológicos de un organismo, por muy individuales que sean, no por eso dejan de ser estados reales. Y estos estados cuando conciernen a los órganos receptores individualizan aquello mismo que aprehenden. Pero lo aprehendido mismo, pese a su relatividad e individualidad orgánica, no por eso deja de ser real.
Lo que sucede es que esta realidad es "única". La zona de lo real en la percepción tiene este carácter de unicidad. Pero no tiene carácter de subjetividad. La impresión de realidad propia de las cualidades es una mera actualización impresiva "única" pero no "subjetiva" en la acepción que tiene este vocablo en la ciencia.
Afirmar que lo único, por ser fugaz y relativo, es subjetivo, es tan falso como afirmar que sólo es real lo que está allende la percepción.
En definitiva, la ciencia no se ha hecho cuestión de qué sea la subjetividad. En la ciencia la apelación a la subjetividad no pasa de ser un expediente cómodo para soslayar una explicación científica tanto de las cualidades sensibles como de la subjetividad misma.
Es que se parte del supuesto de que sentir, lo que yo llamo intelección sentiente, es una relación entre un sujeto y un objeto. Y esto es radicalmente falso. La intelección no es ni relación ni correlación: es pura y simplemente actualidad respectiva. De ahí que todo este andamiaje de subjetividad y de realidad sea una construcción apoyada en algo radical y formalmente falso, y por tanto algo falseado en todos sus pasos.
Recordemos: Las cualidades, se nos dice, no son sino nuestras impresiones subjetivas. En efecto, si desaparecieran del cosmos los animales dotados de sentido visual, habrían desaparecido eo ipso del cosmos todos los colores. La realidad de las cosas no es coloreada. Afirmar lo contrario, se nos dice, sería un inadmisible realismo ingenuo. Y entonces es evidente que según nuestra ciencia si desaparecieran del cosmos los animales dotados de sentido visual desaparecerían del cosmos los colores: la realidad del cosmos no es coloreada. Pero esta afirmación pone bien en claro que se está entendiendo por realidad lo real allende la percepción, una zona de cosas: la zona del "allende". Por tanto, si no son realidad del sujeto, y se niega que sean reales en sí mismas, ¿en qué se fundaría la causalidad? El razonamiento causal nos llevaría de lo subjetivamente coloreado al concepto de un sujeto coloreado distinto del mío, pero jamás de un sujeto a una realidad. Y esto es falso porque la causalidad tiene que apoyarse en lo percibido mismo, aun cuando éstas sean impresiones subjetivas de la realidad. Pero no parte solamente de las impresiones subjetivas como tales, tiene que envolver algo percibido previamente en su aspecto percipiente.
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El no haber conceptuado la realidad más que desde el punto de vista de lo que son las cosas allende la percepción, ha sido una gran conquista de la ciencia, pero conquista limitada, porque tal conquista no autoriza a reducir la realidad al "allende". Hay realidad "en" la percepción, y realidad "allende" la percepción.
Notemos de paso que la cosa allende lo inmediatamente percibido nada tiene que ver con la cosa en sí kantiana. Lo real allende la percepción es una realidad que, desde el punto de vista kantiano, pertenecería al fenómeno. Fenómeno es para Kant simplemente objeto. Realidad allende no es una entidad metafísica.
Estas dos zonas tienen, pues, una intrínseca articulación en la realidad misma, en la realidad aprehendida en intelección sentiente. La realidad no está aprehendida sentientemente de un sólo modo, sino de varios, y especialmente (para nuestro problema) en ese modo de sentir que es sentir realidad en "hacia". La realidad es aprehendida por la inteligencia sentiente, según vimos, en todos los diversos modos de ser sentida, y uno de ellos es sentirla en modo direccional.
Xavier Zubiri, Inteligencia y Realidad.
Realidad no es lo mismo que objetividad. Entonces la ciencia sería pura y simplemente un sistema coherente de conceptos objetivos, pero no una aprehensión de realidad. Para que los conceptos lo sean de realidad han de apoyarse intrínsecamente y formalmente en la realidad sentida. La realidad del sol, se nos dice, no es lo que yo percibo de él, sino lo que del sol me dicen los conceptos de la astronomía. Pues con la economía pasa también esto. Sólo entonces cobra el concepto alcance de realidad; sólo entonces el concepto de sol puede decirme lo que es sol. ¿Por qué entonces la economía desconfía de las cualidades sensibles de las cosas, por qué todo el orden sensorial es subjetivo para ella y tenemos que apoyarnos en conceptos objetivos como son la prima de riesgo, o como son estas variables de índole europea o de orden interno que se basan en tipos más o menos fijados por un juego de variables? Porque si todo el orden sensorial es subjetivo, ¿de dónde y cómo puede la inteligencia salirse de lo sensorial y saltar a la realidad? El racionalismo en todas sus formas entiende que ese salto lo da el concepto: el concepto me dice lo que la cosa es. Porque los conceptos por sí mismos no pasan de ser conceptos objetivos; jamás son por sí mismos conceptos de realidad real y efectiva. Entonces, he aquí un dilema o una paradoja, que no sólo se da en la economía que rechaza las percepciones particulares, sino que además sucede en otras ciencias como la ciencia de la astronomía. Por eso, cada vez que se nos habla de prima de riesgo, de que tenemos que aparentar austeridad fiscal y equilibrio, realmente se está hablando de quién interpreta la partitura (cada gobierno, el BCE, la Comisión y el FMI). Y ciertamente aquí no tiene sentido ya que estemos todo el día mirando las cotizaciones. Se ha creado por encima de ella otra realidad, una realidad concipiente, basada en conceptos.
lunes, 29 de agosto de 2011
sobre la paz perpetua
Para Kant, como quiera que las inclinaciones naturales son, según él, de algún modo perversas, y que el ser humano sólo es dado a amarse a sí mismo espontáneamente, la moral kantiana nunca propondrá como finalidad la persecución de la felicidad propia, y si acaso propone la búsqueda de la ajena y sólo en tanto ello suponga violencia para nuestras naturales inclinaciones. Entonces no sé si a esto se le puede llamar capitalismo. Así para Kant la omisión de los deberes de amor es simplemente falta de virtud (peccatium), pero la omisión del deber que surge del respeto debido a cada hombre en general es vicio. Pero a esta ética de los deberes después vendrá a sustituirle una ética de las virtudes, porque realmente ella es una mala propaganda de la versión de felicidad y de confianza en el hombre. Es decir, se vuelve a Aristóteles. Y también después de Kant lo que se produce es una nueva corriente llamada del “intuicionismo” en ética. Sólo podemos conocer los valores por intuición. Porque ciertamente esta es la parte más débil de Kant, su forma de tratar a los sentimientos naturales, y por eso se percata y construye unas formas y una leyes universales, aunque éstas también dependen del deseo humano, claro. Lo que Kant puso en tela de juicio fue que las cosas por el hecho de tener una explicación natural tengan que ser así y no puedan ser de otro modo, y esto es loable. Y además aquí conectaría con el intuicionismo de Moore que también denuncia el naturalismo como lo había hecho Hume. Aunque Moore es intuicionista es decir no admite que lo bueno pueda ser descubierto o demostrado segun reglas científicas o probado sino que es una verdad “autoevidente” o intuitiva. Pero una ética kantiana que tiene el convencimiento de que el mundo debe ser creado por la moral, para un mundo mejor, esta será una idea que será luego retomada en el siglo XX por Habermas y Rawls. En definitiva, cuando nos adentramos en estas otras éticas se cae, por un lado, en un relativismo escéptico en ética, no podemos demostrar lo que es bueno o malo salvo por intuiciones o autoevidencias. Y en buena lógica, también se cae en un dogmatismo o en una verdad dogmática al quererla imponer sin tener más que una pura intuición de ella. De modo que desde una pura arbitrariedad también podemos negar la libertad e imponer la tiranía, lo mismo pasa con el capitalismo o ha pasado, que se ha convertido en una tiranía. Yo creo que debemos empezar hablando desde los conceptos más simples o llanos. Porque este capitalismo ya no sirve, no es ético sino corrupto. Y la culpa tal vez está en que no hemos leído bien a Kant ni a Hume. Y que el intuicionismo y el positivismo analítico fueron los que se impusieron, lástima.
Sobre La Paz perpetua de Kant, extraigo un texto de Javier Muguerza por su interés filosófico: “En el célebre texto Hacia la paz perpetua de Kant de 1795 cuyo título ya nos pone sobre aviso de que la Paz perpetua, como la Justicia plena, no es para Kant sino una utopía algo hacia lo que tendemos y hemos de perseguir incesantemente pero a sabiendas de que nunca lo alcanzaremos en este mundo. Y digo en este mundo porque el título se lo sugirió a Kant, como es sabido, el letrero que figuraba en la fachada de una posada holandesa: el letrero decía “La paz perpetua”, pero lo interesante era el grabado que ilustraba dicho rótulo, a saber, ¡el dibujo del cementerio! Para que la paz perpetua hubiera de ser posible en este mundo y no en esa otra vida de los camposantos, se requeriría según Kant una ciudadanía mundial, en que la humanidad se organizase exclusivamente en función de los dictados de la conciencia de los ciudadanos, es decir, a base de preceptos puramente morales y sin que para nada mediase ni la coacción de las leyes jurídicas ni la coerción del poder político, dándose así lugar a una auténtica cosmópolis o sociedad sin Estado a escala universal, como la que ha sido siempre el sueño de los visionarios ácratas”.
Pero Kant -a diferencia de Hegel- “era bastante más realista que todo eso, se contentaba con el sueño también bastante más modesto de la vigencia planetaria del Derecho Internacional en un mundo constituido como una confederación de pueblos libres y organizado a la manera de una Sociedad o Liga de Naciones (o como hoy se diría, una organización horizontal del mundo que respetase la diversidad de culturas y civilizaciones que la habitan), en lugar de un Superestado o Estado mundial, esto es, un Imperio que imponiendo a dicho mundo una Administración centralizada y unidireccionalmente vertical- acabaría aurrinando toda posibilidad de cosmopolitismo y dejando inermes a los individuos ante las impersonales instancias transnacionales encargadas de su gobierno.”
En la globalización de la economía un importante argumento es que la producción de bienes y servicios suele darse en un marco de rendimientos crecientes (economías de escala): cuanto mayor sea el mercado y más unidades produzca, más baratos serán los bienes y servicios que consumimos, lo que representa un enorme potencial de mejora para el bienestar de todos. Construir una fábrica que produce una medicina vital cuesta ciento de millones de dólares; cuanto mayor sea el volumen de ventas entre las que se puede distribuir ese concepto fijo, más barato será el tratamiento de cada paciente con el medicamento en cuestión. Otra razón poderosa en favor del libre comercio es la innovación y el cambio tecnológico, producto del continuo desarrollo de nuevos conocimientos tecnológicos se puede distribuir entre un número mayor de consumidores y, además del abaratamiento, podrán llegar antes a cada ciudadano individual en todas partes. Las nuevas oportunidades de salarios más altos y/o bienes y servicios más baratos, explican la espectacular riqueza de algunos países.
Una de las objeciones que se hacen a la globalización es la desigualdad entre niveles de pobreza y riqueza, el problema de esta integración rápida entre países pobres y ricos es que si se hace con la velocidad adecuada, y sobre todo permitiendo que el libre comercio llegue a los países más pobres dándoles antes la oportunidad de un previa industrialización en algun bien, entonces sí sería muy positivo para todos, pero la cuestión estriba en el ritmo cómo se debe de hacer y no de golpe.
Sobre La Paz perpetua de Kant, extraigo un texto de Javier Muguerza por su interés filosófico: “En el célebre texto Hacia la paz perpetua de Kant de 1795 cuyo título ya nos pone sobre aviso de que la Paz perpetua, como la Justicia plena, no es para Kant sino una utopía algo hacia lo que tendemos y hemos de perseguir incesantemente pero a sabiendas de que nunca lo alcanzaremos en este mundo. Y digo en este mundo porque el título se lo sugirió a Kant, como es sabido, el letrero que figuraba en la fachada de una posada holandesa: el letrero decía “La paz perpetua”, pero lo interesante era el grabado que ilustraba dicho rótulo, a saber, ¡el dibujo del cementerio! Para que la paz perpetua hubiera de ser posible en este mundo y no en esa otra vida de los camposantos, se requeriría según Kant una ciudadanía mundial, en que la humanidad se organizase exclusivamente en función de los dictados de la conciencia de los ciudadanos, es decir, a base de preceptos puramente morales y sin que para nada mediase ni la coacción de las leyes jurídicas ni la coerción del poder político, dándose así lugar a una auténtica cosmópolis o sociedad sin Estado a escala universal, como la que ha sido siempre el sueño de los visionarios ácratas”.
Pero Kant -a diferencia de Hegel- “era bastante más realista que todo eso, se contentaba con el sueño también bastante más modesto de la vigencia planetaria del Derecho Internacional en un mundo constituido como una confederación de pueblos libres y organizado a la manera de una Sociedad o Liga de Naciones (o como hoy se diría, una organización horizontal del mundo que respetase la diversidad de culturas y civilizaciones que la habitan), en lugar de un Superestado o Estado mundial, esto es, un Imperio que imponiendo a dicho mundo una Administración centralizada y unidireccionalmente vertical- acabaría aurrinando toda posibilidad de cosmopolitismo y dejando inermes a los individuos ante las impersonales instancias transnacionales encargadas de su gobierno.”
En la globalización de la economía un importante argumento es que la producción de bienes y servicios suele darse en un marco de rendimientos crecientes (economías de escala): cuanto mayor sea el mercado y más unidades produzca, más baratos serán los bienes y servicios que consumimos, lo que representa un enorme potencial de mejora para el bienestar de todos. Construir una fábrica que produce una medicina vital cuesta ciento de millones de dólares; cuanto mayor sea el volumen de ventas entre las que se puede distribuir ese concepto fijo, más barato será el tratamiento de cada paciente con el medicamento en cuestión. Otra razón poderosa en favor del libre comercio es la innovación y el cambio tecnológico, producto del continuo desarrollo de nuevos conocimientos tecnológicos se puede distribuir entre un número mayor de consumidores y, además del abaratamiento, podrán llegar antes a cada ciudadano individual en todas partes. Las nuevas oportunidades de salarios más altos y/o bienes y servicios más baratos, explican la espectacular riqueza de algunos países.
Una de las objeciones que se hacen a la globalización es la desigualdad entre niveles de pobreza y riqueza, el problema de esta integración rápida entre países pobres y ricos es que si se hace con la velocidad adecuada, y sobre todo permitiendo que el libre comercio llegue a los países más pobres dándoles antes la oportunidad de un previa industrialización en algun bien, entonces sí sería muy positivo para todos, pero la cuestión estriba en el ritmo cómo se debe de hacer y no de golpe.
domingo, 28 de agosto de 2011
intuición y evidencia racional
Aquí se ve que esta diferencia innegable entre aprehensión primordial y evidencia no es una contraposición. Es algo distinto: es una oquedad. Y esta oquedad no desaparecerá jamás. La intelección más evidente del planeta no logrará jamás abolir la oquedad. Una oquedad “colmada” es siempre y sólo una “oquedad” colmada. (En realidad, estas palabras pertenecían a Zubiri, pero entrelazándolas iba avanzando el propio pensamiento). La intuición es rica ciertamente pero no en conocimiento sino en problemas. Por ello sería la razón y sólo la razón, la que ha de resolver los problemas que la intuición plantea. La aparente riqueza de la intuición sería por tanto una interna pobreza. Es la concepción que culmina en Leibniz y Hegel. Pero ¿es esto así? La riqueza de la intuición escapa siempre a una estricta evidencia racional. Más aún, cuando esta evidencia parece plegarse totalmente a lo intuido y absorberlo en ella, en rigor la irreductible individualidad misma de lo intuido es un límite inaccesible a toda evidencia. La intelección de lo real intuido jamás se vaciará exhaustivamente en evidencia. Una evidencia puede ser todo lo exhaustiva que se quiera, pero será siempre y sólo evidencia: visión de lo que la realidad exige; pero no será jamás la visión primogenia de la realidad. Es una diferencia imborrable. Un círculo geométrico, se nos dice, es “perfecto”. Los círculos reales son en cambio “imperfectos”. Pero imperfectos ¿respecto de qué? Naturalmente, respecto del círculo geométrico. Pero respecto de la realidad la situación se invierte. Respecto de lo real, lo imperfecto es el círculo geométrico. Sólo sería perfecto el concepto (si pudiéramos lograrlo) de la configuración de lo real, un concepto aunque no sea más que aproximado a la geometría, cuestión completamente accesoria para el concepto de la realidad así configurado. Esta es la riqueza de lo intuido. Pensar que a fuerza de determinaciones conceptuales evidentes llegaríamos a aprehender totalmente lo real intuido mediante predicados infinitos, es la gran ilusión de todo racionalismo especialmente de Leibniz.
La evidencia racional es sólo intuición empobrecida. No necesito insistir más en estas diferencias sobradamente conocidas; baste recordar por ejemplo a Bergson. Pero la intuición ¿es pura y simplemente más rica que la evidencia? No lo pienso. Porque lo propio de la evidencia no es el trazado de fronteras, ese trazado que se ha llamado precisión. El rigor no es la precisión, sino que la precisión es a lo sumo una forma de rigor. El rigor propio de la evidencia no es precisión sino exactitud: intelección constrictivamente exigida por lo real. La evidencia será y es más pobre que el contenido de lo intuido. Pero es inmensamente superior en exactitud. La intuición más rica jamás constituirá la mínima exactitud que necesita la intelección de una cosa “entre” otras. Por tanto, la intelección ha de ser rica pero también exacta. La evidencia racional no es una intuición cercenada ni empobrecida sino una intuición expandida, que no es lo mismo.
Esta inscripción no concierne al contenido sino a la formalidad misma de realidad, la cual nos está dada en aprehensión primordial y sólo en ella. Ahora bien, esta inscripción está exigida por la aprehensión primordial misma. La intuición más rica del mundo jamás nos dará a nosotros hombres, todo lo que lo intuido es en realidad. Para ello hace falta además la aprehensión diferencial. La cosa real inteligida no es sólo un sistema de notas sino también un sistema de exigencias. Y el término formal de la evidencia es discriminación de exigencias, no distinción de notas. Cada cosa y cada aspecto de ella tiene sus propias exigencias articuladas de un modo sumamente preciso. Al ser discriminante de exigencias, la evidencia queda contenida en los límites estrictos de lo exigido. Y en esta contricción es en lo que consiste la exactitud: es el rigor exigido por la realidad.
Hasta aquí teníamos la definición de intuición que habíamos extraído del libro de Zubiri "Inteligencia y Logos".
¿Intuición o razón? No hay ni dos aprehensiones ni dos fuentes de conocimiento, ni por tanto dos principios de conocimiento; solamente hay dos momentos (contenido y formalidad) de una sola aprehensión, de una sola intelección sentiente.
Esta unidad se desdobla en dos intelecciones tan sólo cuando lo que se intelige es una cosa real “entre” otras. Entonces intuición es sólo aprehensión primordial de realidad, y concepto es también un modo de intelección, la intelección medial de realidad. No son sino dos modos de actualización de una misma realidad. Entre estos dos modos hay una unidad: no es “unidad de síntesis” sino “unidad de despliegue”. Este despliegue es lo que constituye el “ex” de la “e-videncia”. Contra lo que Kant pretende, no es el concepto lo que hace vidente a la intuición, sino la intuición la que hace vidente al concepto. Y a su vez, el concepto no es una mera referencia al objeto, sino a la realidad aprehendida en intuición, retraída y desplegada en forma de “sería”. Todo conocimiento es una elaboración de esta primaria intelección sentiente.
En definitiva: intuición y concepto remiten a aprehensión primordial y a evidencia. Su diferencia no se halla en ser dos fuentes de conocimiento, sino en ser dos modos de actualización de lo real en un acto de aprehensión noérgica. En esta aprehensión, la evidencia y por tanto el concepto, no se halla en unidad sintética con la intuición (Kant) sino en unidad de despliegue. La intelección de lo real en este despliegue es la afirmación. Se halla determinada por la evidencia como momento exigencial. El concepto es intuición exacta: la intuición es exigencia de concepto, esto es, de despliegue.
Creo que es necesario hacer esta aclaración filosófica, que está basada en textos de Zubiri, que critica una ya tradicional disputa entre el intuicionismo y el racionalismo. Sería interesante leer todo lo que tiene escrito en “Inteligencia y logos”, cómo habla de que no hay intuición y razón sino aprehensión primordial y evidencia, esto es lo que se opone, pero sólo como formalidad o modo de actualización de lo real. Por otra parte, reconoce que la evidencia siempre presenta una oquedad y no es tan rica como la intuición, pero aún así tiene un rigor y una exigencia de realidad que le falta a la intuición; y por eso él prefiere la realidad desplegada en evidencia y en afirmación, pero no porque se oponga sino porque la complementa exigitivamente, y por tanto se puede construir la realidad de un modo mejor.
Cuántas veces nos hemos dejado llevar por la intuición y sin embargo se ha frustrado la realidad, ¿cuántas? que me lo digan a mí. Pues eso señor Punset -le dijo exasperada Diotima a uno de sus contertulios blogueros más distinguidos-. -Perdone que siga con la idea -le dijo ella excusándose-: Racional no significa que lo real actualizado tenga la estructura interna de algo conceptual. Racional no es sinónimo de conceptual: fue el error de Hegel: Para Hegel todo lo real es racional, y para él racional significa que todo tiene estructura de razón especulativa, esto es, estructura de concepto. Esto es quimérico. Porque racional no significa conceptual sino inteligido en actualidad pensante. Y esta intelección no es forzosamente la intelección lógica del concepto. La razón puede actualizar pensantemente lo real en formas no conceptivas. Más aún, puede actualizar lo real como siendo superior a toda intelección racional. (Y esto es lo que comúnmente usted hace o está haciendo, pero desde luego no tiene que ser una regla).
Esto era lo que decía Eduard Punset en su blog: "La intuición es una fuente de conocimiento tan válida como la razón; solo cuando se dispone de toda la información y de todo el tiempo para analizarla, se puede recurrir a la razón. Los jóvenes han nacido después de la revolución neurológica y utilizan la primera sin remordimiento, al contrario de los mayores todavía enfrascados en querer descifrar lo que sugieren sus neuronas."
Sobre la intuición también añadiría algo más que habíamos leído en Elsa Punset: "Las personas que conocen y confían naturalmente en sus sentimientos o saben que estos son una guía infalible para elegir y desechar los distintos elementos que componen sus vidas. Para quienes no han perdido la confianza natural en sus sentimientos, la fidelidad al propio ser en momentos revueltos de cambio y dificultades ofrece una brújula y facilita la resolución de problemas en una dirección coherente. La intuición, su capacidad instintiva para elegir nuestro camino, es una guía muy segura cuando está anclada en patrones emocionales sanos y acordes con nuestra forma de ser y de sentir. Mantener los ojos fijos en una visión -una persona, una forma de vida, unas prioridades meridianas- significa poder avanzar hacia la vida que deseamos y que encaja mejor con nuestro potencial. Si por el contrario nuestro ser emocional está cargado de normas inflexibles, ya no hablamos de intuición sino de habituación y etiquetaje. Estos describen el mundo de acuerdo a una serie de prejuicios que nos llevan de forma automática por un camino inflexible. Transformamos así la herramienta de la intuición en una rígida estructura que reacciona en milésimas de segundos, cargando a la persona con decisiones y prejuicios automáticos y dañinos. La peor cárcel puede ser otra forma rígida de juzgar el mundo, que nos impide percibir nuestras propias necesidades. Para desarrollar la intuición es necesario estar a la escucha, ralentizando el ritmo cuando sea necesario para reconectar con las necesidades y prioridades reales de cada uno".
"El psicólogo Jean Piaget aseguraba que empezamos la vida siendo niños intuitivos y que nos convertimos en adultos analíticos. Otros investigadores proponen en cambio que el estilo analítico es dominante durante la infancia y la adolescencia. Con la madurez y la experiencia el pensamiento intuitivo es cada vez más prominente. Tomamos decisiones al margen de los detalles anecdóticos que podrían distraer y filtramos los datos a través de nuestra experiencia, nuestras emociones, nuestros valores y otros factores. Así la tendencia a tomar decisiones de forma intuitiva crecería con la edad".
"Las emociones choque y las emociones contemplación.- Las emociones-choque se generan con los estímulos presentes en las discotecas, las atracciones de ferias, los juegos de videoconsola, la crudeza de los reality shows… Producen emociones efímeras y dopantes y matan la sensibilidad. Un adolescente que mira la televisión una media de tres horas al día -una medida habitual en Europa- habrá visto 40.000 asesinatos y 3.000 agresiones sexuales. Como no es capaz de asimilar tanta gresividad desconecta, se torna más pasivo y disminuye su capacidad de sentir empatía por la realidad que lo rodea. Las emociones-contemplación en cambio se generan escuchando un concierto, leyendo poesía, meditando, soñando, en contacto con la naturaleza, a través del deleite estético… su cultivo produce sentimientos y vivencias internas que son recuperables cuando se las necesita. Son la base de una auténtica educación emocional. Sin embargo cada día resulta más difícil educar para las emociones-contemplación, en parte porque presuponen tiempo y dedicación (exigen ralentizar el ritmo) y porque su disfrute requiere una sensibilidad y una capacidad de abstracción que a menudo está embotada por el consumo masivo de emociones-choque. Este tipo de emociones choque son muy corrientes en nuestra sociedad, se basa sobre el impacto violento, que genera sensaciones inmediatas por su crudeza o porque el estímulo se suministra con una repetición adictiva. Este tipo de emociones-choque no requieren un esfuerzo por parte del espectador, que se somete pasivamente a estímulos de rápida recompensa. Las emociones-contemplación, en cambio, requieren una interacción activa y personal entre el estímulo y la persona que lo recibe, y conforman un bagaje cultural y estético para el que las disfruta." (Elsa Punset, Brújula para navegantes emocionales).
La evidencia racional es sólo intuición empobrecida. No necesito insistir más en estas diferencias sobradamente conocidas; baste recordar por ejemplo a Bergson. Pero la intuición ¿es pura y simplemente más rica que la evidencia? No lo pienso. Porque lo propio de la evidencia no es el trazado de fronteras, ese trazado que se ha llamado precisión. El rigor no es la precisión, sino que la precisión es a lo sumo una forma de rigor. El rigor propio de la evidencia no es precisión sino exactitud: intelección constrictivamente exigida por lo real. La evidencia será y es más pobre que el contenido de lo intuido. Pero es inmensamente superior en exactitud. La intuición más rica jamás constituirá la mínima exactitud que necesita la intelección de una cosa “entre” otras. Por tanto, la intelección ha de ser rica pero también exacta. La evidencia racional no es una intuición cercenada ni empobrecida sino una intuición expandida, que no es lo mismo.
Esta inscripción no concierne al contenido sino a la formalidad misma de realidad, la cual nos está dada en aprehensión primordial y sólo en ella. Ahora bien, esta inscripción está exigida por la aprehensión primordial misma. La intuición más rica del mundo jamás nos dará a nosotros hombres, todo lo que lo intuido es en realidad. Para ello hace falta además la aprehensión diferencial. La cosa real inteligida no es sólo un sistema de notas sino también un sistema de exigencias. Y el término formal de la evidencia es discriminación de exigencias, no distinción de notas. Cada cosa y cada aspecto de ella tiene sus propias exigencias articuladas de un modo sumamente preciso. Al ser discriminante de exigencias, la evidencia queda contenida en los límites estrictos de lo exigido. Y en esta contricción es en lo que consiste la exactitud: es el rigor exigido por la realidad.
"Primeramente el concepto no es lo único que se opone a lo que en esta filosofía se llama intuición: hay también perceptos y fictos que son modos de simple aprehensión. Por tanto la primera inexactitud del racionalismo clásico es que se habla de conceptos cuando habría que hablar de simples aprehensiones. El intuicionismo contrapone el conocimiento de lo real por intuición. Intuición puede significar la intelección instantánea de algo tal como si se lo tuviera a la vista. Lo opuesto a la intuición sería el concepto y el discurso. La intuición ha de determinarse no por su objeto sino por el modo de intelección. Como lo concebido es abstracto y universal, suele decirse que el objeto de la intuición es siempre algo singular, es una singulum; así Ockham y Kant. Sólo un singulum, se piensa, puede estar presente inmediatamente, directamente y unitariamente. Pero para Platón, Leibniz y Husserl habría una intuición de lo no singular (Idea, lo categorial, etc.). No tenemos por qué entrar en este problema, pero su existencia nos manifiesta bien claramente que la intuición ha de conceptuarse no por su objeto sino por el modo de presencia de su objeto, tanto más cuanto que aunque fuera verdad que sólo lo singular es intuible, esto no significaría que todo lo singular sea forzosamente intuible. Intuición es un modo de presencia del objeto. La intuición es la presencia inmediata, directa y unitaria de algo real a la intelección. ..."
Hasta aquí teníamos la definición de intuición que habíamos extraído del libro de Zubiri "Inteligencia y Logos".
¿Intuición o razón? No hay ni dos aprehensiones ni dos fuentes de conocimiento, ni por tanto dos principios de conocimiento; solamente hay dos momentos (contenido y formalidad) de una sola aprehensión, de una sola intelección sentiente.
Esta unidad se desdobla en dos intelecciones tan sólo cuando lo que se intelige es una cosa real “entre” otras. Entonces intuición es sólo aprehensión primordial de realidad, y concepto es también un modo de intelección, la intelección medial de realidad. No son sino dos modos de actualización de una misma realidad. Entre estos dos modos hay una unidad: no es “unidad de síntesis” sino “unidad de despliegue”. Este despliegue es lo que constituye el “ex” de la “e-videncia”. Contra lo que Kant pretende, no es el concepto lo que hace vidente a la intuición, sino la intuición la que hace vidente al concepto. Y a su vez, el concepto no es una mera referencia al objeto, sino a la realidad aprehendida en intuición, retraída y desplegada en forma de “sería”. Todo conocimiento es una elaboración de esta primaria intelección sentiente.
En definitiva: intuición y concepto remiten a aprehensión primordial y a evidencia. Su diferencia no se halla en ser dos fuentes de conocimiento, sino en ser dos modos de actualización de lo real en un acto de aprehensión noérgica. En esta aprehensión, la evidencia y por tanto el concepto, no se halla en unidad sintética con la intuición (Kant) sino en unidad de despliegue. La intelección de lo real en este despliegue es la afirmación. Se halla determinada por la evidencia como momento exigencial. El concepto es intuición exacta: la intuición es exigencia de concepto, esto es, de despliegue.
Creo que es necesario hacer esta aclaración filosófica, que está basada en textos de Zubiri, que critica una ya tradicional disputa entre el intuicionismo y el racionalismo. Sería interesante leer todo lo que tiene escrito en “Inteligencia y logos”, cómo habla de que no hay intuición y razón sino aprehensión primordial y evidencia, esto es lo que se opone, pero sólo como formalidad o modo de actualización de lo real. Por otra parte, reconoce que la evidencia siempre presenta una oquedad y no es tan rica como la intuición, pero aún así tiene un rigor y una exigencia de realidad que le falta a la intuición; y por eso él prefiere la realidad desplegada en evidencia y en afirmación, pero no porque se oponga sino porque la complementa exigitivamente, y por tanto se puede construir la realidad de un modo mejor.
Cuántas veces nos hemos dejado llevar por la intuición y sin embargo se ha frustrado la realidad, ¿cuántas? que me lo digan a mí. Pues eso señor Punset -le dijo exasperada Diotima a uno de sus contertulios blogueros más distinguidos-. -Perdone que siga con la idea -le dijo ella excusándose-: Racional no significa que lo real actualizado tenga la estructura interna de algo conceptual. Racional no es sinónimo de conceptual: fue el error de Hegel: Para Hegel todo lo real es racional, y para él racional significa que todo tiene estructura de razón especulativa, esto es, estructura de concepto. Esto es quimérico. Porque racional no significa conceptual sino inteligido en actualidad pensante. Y esta intelección no es forzosamente la intelección lógica del concepto. La razón puede actualizar pensantemente lo real en formas no conceptivas. Más aún, puede actualizar lo real como siendo superior a toda intelección racional. (Y esto es lo que comúnmente usted hace o está haciendo, pero desde luego no tiene que ser una regla).
Esto era lo que decía Eduard Punset en su blog: "La intuición es una fuente de conocimiento tan válida como la razón; solo cuando se dispone de toda la información y de todo el tiempo para analizarla, se puede recurrir a la razón. Los jóvenes han nacido después de la revolución neurológica y utilizan la primera sin remordimiento, al contrario de los mayores todavía enfrascados en querer descifrar lo que sugieren sus neuronas."
Sobre la intuición también añadiría algo más que habíamos leído en Elsa Punset: "Las personas que conocen y confían naturalmente en sus sentimientos o saben que estos son una guía infalible para elegir y desechar los distintos elementos que componen sus vidas. Para quienes no han perdido la confianza natural en sus sentimientos, la fidelidad al propio ser en momentos revueltos de cambio y dificultades ofrece una brújula y facilita la resolución de problemas en una dirección coherente. La intuición, su capacidad instintiva para elegir nuestro camino, es una guía muy segura cuando está anclada en patrones emocionales sanos y acordes con nuestra forma de ser y de sentir. Mantener los ojos fijos en una visión -una persona, una forma de vida, unas prioridades meridianas- significa poder avanzar hacia la vida que deseamos y que encaja mejor con nuestro potencial. Si por el contrario nuestro ser emocional está cargado de normas inflexibles, ya no hablamos de intuición sino de habituación y etiquetaje. Estos describen el mundo de acuerdo a una serie de prejuicios que nos llevan de forma automática por un camino inflexible. Transformamos así la herramienta de la intuición en una rígida estructura que reacciona en milésimas de segundos, cargando a la persona con decisiones y prejuicios automáticos y dañinos. La peor cárcel puede ser otra forma rígida de juzgar el mundo, que nos impide percibir nuestras propias necesidades. Para desarrollar la intuición es necesario estar a la escucha, ralentizando el ritmo cuando sea necesario para reconectar con las necesidades y prioridades reales de cada uno".
"El psicólogo Jean Piaget aseguraba que empezamos la vida siendo niños intuitivos y que nos convertimos en adultos analíticos. Otros investigadores proponen en cambio que el estilo analítico es dominante durante la infancia y la adolescencia. Con la madurez y la experiencia el pensamiento intuitivo es cada vez más prominente. Tomamos decisiones al margen de los detalles anecdóticos que podrían distraer y filtramos los datos a través de nuestra experiencia, nuestras emociones, nuestros valores y otros factores. Así la tendencia a tomar decisiones de forma intuitiva crecería con la edad".
"Las emociones choque y las emociones contemplación.- Las emociones-choque se generan con los estímulos presentes en las discotecas, las atracciones de ferias, los juegos de videoconsola, la crudeza de los reality shows… Producen emociones efímeras y dopantes y matan la sensibilidad. Un adolescente que mira la televisión una media de tres horas al día -una medida habitual en Europa- habrá visto 40.000 asesinatos y 3.000 agresiones sexuales. Como no es capaz de asimilar tanta gresividad desconecta, se torna más pasivo y disminuye su capacidad de sentir empatía por la realidad que lo rodea. Las emociones-contemplación en cambio se generan escuchando un concierto, leyendo poesía, meditando, soñando, en contacto con la naturaleza, a través del deleite estético… su cultivo produce sentimientos y vivencias internas que son recuperables cuando se las necesita. Son la base de una auténtica educación emocional. Sin embargo cada día resulta más difícil educar para las emociones-contemplación, en parte porque presuponen tiempo y dedicación (exigen ralentizar el ritmo) y porque su disfrute requiere una sensibilidad y una capacidad de abstracción que a menudo está embotada por el consumo masivo de emociones-choque. Este tipo de emociones choque son muy corrientes en nuestra sociedad, se basa sobre el impacto violento, que genera sensaciones inmediatas por su crudeza o porque el estímulo se suministra con una repetición adictiva. Este tipo de emociones-choque no requieren un esfuerzo por parte del espectador, que se somete pasivamente a estímulos de rápida recompensa. Las emociones-contemplación, en cambio, requieren una interacción activa y personal entre el estímulo y la persona que lo recibe, y conforman un bagaje cultural y estético para el que las disfruta." (Elsa Punset, Brújula para navegantes emocionales).
sábado, 27 de agosto de 2011
la política de mercado
La flexibilización cuantitativa (o QE2 por su sigla en inglés) era una herramienta más efectiva para debilitar una moneda, que la flexibilización monetaria o intervención directa en el mercado, ya que ésta en los mercados cambiarios normalmente era esterilizada. Las guerras cambiarias, llegado el caso, conducían a guerras comerciales, como lo demostraba la reciente amenaza del Congreso de Estados Unidos contra China. Con un desempleo estadounidense y un crecimiento chino en casi el 10%, “el único misterio es que los tambores de la guerra comercial no suenen más alto de lo que lo hacen”, decía Roubini.
“Si China, los mercados emergentes y otros países con excedentes impiden una apreciación nominal de la moneda a través de la intervención –e impiden una apreciación real a través de la esterilización de esa intervención–, la única manera en que los países deficitarios puedan alcanzar una depreciación real es a través de la deflación. Eso conducirá a una recesión de doble caída, a déficits fiscales aún más grandes y a una deuda que se dispara.”
Entonces realmente todos querían tener su moneda baja para poder controlar sus déficits, por eso se decía que sobrevivían los débiles, que había una guerra por la devaluación, qué paradoja, ¿verdad?
La principal explicación para esto es que el mundo rico actual ha confundido las razones del crecimiento económico- innovación, nuevos conocimientos y nuevas tecnologías- con el libre comercio. Y es más en EEUU es lo mismo una cosa que la otra, porque allí tienen todas las posibilidades abiertas. Ellos son soberanos. La Fed sigue haciendo inflación. Entonces Alemania tendría que aprender esta lección, para no hacernos sufrir al resto de los europeos.
Esto decía Bernanke, recordemos: “La cantidad de dinero en circulación no está cambiando. La oferta de dinero no está cambiando en una forma significativa. Lo que estamos haciendo es bajar los tipos de interés mediante la compra de títulos del Tesoro y así esperamos estimular la economía más rápidamente. Lo importante es encontrar el momento apropiado para dar la vuelta en esta política”. Mientras que Merkel, la primera ministra alemana, en la eurozona, decía que la expansión monetaria cuantitativa se había hecho pensando por el paro. La otra preocupación que había era la inflación que era muy baja algo que uno podía pensar que era bueno, y normalmente lo era, pero estaba acercándose mucho al punto en el que los precios podrían empezar a caer.
Y esto era lo que decía De la Dehesa “Incluso Alemania entraría en otra recesión si intentara salirse o si el euro desapareciese, ya que su crecimiento sigue basado en su exportación de bienes y servicios, que representa el 50% de su PIB, del que casi un 30% del PIB se dirige al resto de la eurozona (el 18% del PIB en bienes). De recuperar su antigua moneda, no podría exportar al resto de la eurozona, ya que el marco podría revaluarse entre un 30% y un 80% frente a las antiguas monedas del resto de sus miembros, ni tampoco al resto del mundo, al revaluarse asimismo hasta un 50% frente al dólar, el yen y la libra.”
Entonces si esto es así, ¿por qué no podemos presionar al enemigo? ¿Por qué no podemos hacerle razonar a que haga la otra política que conviene? En Europa, digámoslo claramente otra vez, Alemania está jugando a estrangular la economía al parecer, a que los países pobres tengamos que pagar la deuda reduciendo el gasto, y con el sacrificio del contribuyente, pero también dice que los bonistas o los propios inversores están asumiendo por igual el riesgo. Pero cuando vemos la tensión en los mercados entonces empiezan a preocuparnos las noticias otra vez.
“Si China, los mercados emergentes y otros países con excedentes impiden una apreciación nominal de la moneda a través de la intervención –e impiden una apreciación real a través de la esterilización de esa intervención–, la única manera en que los países deficitarios puedan alcanzar una depreciación real es a través de la deflación. Eso conducirá a una recesión de doble caída, a déficits fiscales aún más grandes y a una deuda que se dispara.”
Entonces realmente todos querían tener su moneda baja para poder controlar sus déficits, por eso se decía que sobrevivían los débiles, que había una guerra por la devaluación, qué paradoja, ¿verdad?
La principal explicación para esto es que el mundo rico actual ha confundido las razones del crecimiento económico- innovación, nuevos conocimientos y nuevas tecnologías- con el libre comercio. Y es más en EEUU es lo mismo una cosa que la otra, porque allí tienen todas las posibilidades abiertas. Ellos son soberanos. La Fed sigue haciendo inflación. Entonces Alemania tendría que aprender esta lección, para no hacernos sufrir al resto de los europeos.
Esto decía Bernanke, recordemos: “La cantidad de dinero en circulación no está cambiando. La oferta de dinero no está cambiando en una forma significativa. Lo que estamos haciendo es bajar los tipos de interés mediante la compra de títulos del Tesoro y así esperamos estimular la economía más rápidamente. Lo importante es encontrar el momento apropiado para dar la vuelta en esta política”. Mientras que Merkel, la primera ministra alemana, en la eurozona, decía que la expansión monetaria cuantitativa se había hecho pensando por el paro. La otra preocupación que había era la inflación que era muy baja algo que uno podía pensar que era bueno, y normalmente lo era, pero estaba acercándose mucho al punto en el que los precios podrían empezar a caer.
Y esto era lo que decía De la Dehesa “Incluso Alemania entraría en otra recesión si intentara salirse o si el euro desapareciese, ya que su crecimiento sigue basado en su exportación de bienes y servicios, que representa el 50% de su PIB, del que casi un 30% del PIB se dirige al resto de la eurozona (el 18% del PIB en bienes). De recuperar su antigua moneda, no podría exportar al resto de la eurozona, ya que el marco podría revaluarse entre un 30% y un 80% frente a las antiguas monedas del resto de sus miembros, ni tampoco al resto del mundo, al revaluarse asimismo hasta un 50% frente al dólar, el yen y la libra.”
Entonces si esto es así, ¿por qué no podemos presionar al enemigo? ¿Por qué no podemos hacerle razonar a que haga la otra política que conviene? En Europa, digámoslo claramente otra vez, Alemania está jugando a estrangular la economía al parecer, a que los países pobres tengamos que pagar la deuda reduciendo el gasto, y con el sacrificio del contribuyente, pero también dice que los bonistas o los propios inversores están asumiendo por igual el riesgo. Pero cuando vemos la tensión en los mercados entonces empiezan a preocuparnos las noticias otra vez.
el círculo de interpretación hermenéutica
Gadamer pudo sustituir los conceptos relevantes de la hermenéutica tradicional, “alétheia”, “iluminación”, “apertura”, “ser ahí” (en Dilthey, Heidegger), por conceptos temporal-ontológicos, de su teoría del "acontecer", tal como, el concepto de la "comprensión": como un “entrar en el acontecer de la tradición”, la “aplicación de la comprensión como una prosecución de la tradición”, el “círculo hermenéutico” como un “poner en juego los prejuicios” en el modo de la “fusión de horizontes”, y por último, lo reunió con el concepto de "acontecer": como “conciencia de la historia efectual”.
Comprender en el acontecer temporal significa para Gadamer que comprender no es comprender mejor, ni en el sentido objetivo de saber más en virtud de conceptos más claros, ni en el de la superioridad básica que posee lo consciente respecto de lo inconsciente de la producción. Bastaría decir que cuando se comprende, se comprende de modo diferente.
Nosotros en tanto que seres finitos e históricos comprendemos de facto el interpretandum en cada situación de modo diferente. Es decir: siempre de un modo diferente de como fue pensado. Este sería el comprender temporal de la “fusión de horizontes” para Gadamer, de ahí que la autoridad de la tradición cultural queda en entredicho. En Heidegger y Platón el desocultamiento del ser en el pasado se ve como destrucción o torsion de esa historia. Pero en Gadamer se ve como algo diferente.
Ello está en relación con el concepto de "comprensión" en la filosofía hermenéutica, concepto que hace posible la objetividad del mundo a través del sujeto y de su historia. Es como si el existencialismo de Kierkegaard y de Heidegger se fusionasen ahora con la fenomenología del objeto, de Kant y Husserl. Estas normas que se resumen en el a priori contingente de la facticidad, junto con la “precomprensión del mundo” y el “acuerdo” social son también siempre ya reconocidas por todo ser humano finito.
Esto es propio del discurso filosófico, las necesarias presuposiciones existenciales y de reglas, es decir, que no pueden negarse bajo pena de contradiccion performativa. Pertenecen a la “preestructura” del “cotidiano ser en el mundo” (del “mundo de la vida”) en el sentido de Heidegger y Gadamer (y de las “formas de vida” del último Wittgenstein). Pero sobre todo a lo que pertenecen, según la filosofía última de Karl O. Apel, es a la “preestructura” de esa reflexión sobre la “preestructura” de “cotidiano ser en el mundo”.
Sí, porque Wittgenstein habría tenido que dar alguna respuesta a la pregunta de cómo -es decir, en virtud de qué juego de lenguaje “sano”- le es posible a él mismo “curarnos” de los juegos de lenguaje filosóficos que “discurren en vacío”. O Heidegger no habría podido reducir la comprensión del mundo, a un “acontecimiento apropiador” (Ereignis) de la historia del ser. Tendría que dar la vuelta a su propio lenguaje. Ellos mismos estaban creando otra metafísica, aunque diferente.
Los juegos del lenguaje wittgeinsteiniano son un sentido originario de esa verdad, para Wittgenstein el “juego del lenguaje” sería el origen de la condición de posibilidad de la validez de un discurso. Y éstos a su vez son posibles solamente dentro de una “forma de vida”. Pero para Heidegger el origen del pensamiento no está en un juego linguístico, sino que está en el acontecimiento del tiempo, es decir, en el acontecimiento de la formación de la “diferencia”.
Para Wittgenstein los paradigmas “inconmensurables” de la ciencia y de su posible progreso aparecen como los juegos de lenguaje, en tanto que partes de “forma de vida”, y están entretejidos con “actividades” y con formas de interpretación del mundo válidas a priori.
En Wittgenstein, el concepto wittgensteiniano de “forma de vida” es el concepto de forma de vida orientada hacia un mejor entendimiento de lo que significa la "interpretación", que deberá comprenderse no sólo como fenómeno semántico, sino sobre todo como fenómeno "pragmático" perceptible en el contexto de una forma de vida determinada. “El análisis del lenguaje es el análisis de la forma de vida”, nos dice. “Así podemos entender nuestra vida, cuyos actos componen nuestra forma de vida”.
Una "forma de vida" es siempre de alguna manera y en cierta medida una materia común. Es específicamente una forma de vida. Un individuo no puede desarrollar por sí mismo una forma de vida completamente privada, una representación del mundo y un lenguaje propios. Haciéndolo se aislaría a sí mismo de la interacción social. Es el aspecto común de la forma de vida lo que hace que la comunicación -y a través de ella, la interacción- sea posible. Este concepto por eso lo que hace es confrontarnos con el de la posibilidad de la validez intersubjetiva de las normas, y por tanto de la racionalidad e intersubjetividad de las normas.
La hermenéutica lo que abre es una “precomprensión” determinada por principios, donde la “historia efectual” de tradiciones de autoridad o contenido normativo ante este recurso le obliga a apropiarse críticamente de una historia institucional en la que la razón práctica puede reconstruirse hacia el futuro. No se trata de un realismo ingenuo que no quiere obedecer o reconocer las normas, porque la realidad tiene colores, el color es una cosa que existe, más allá de lo percibido. No se trata de ver la realidad independientemente de lo percibido, sino de percibirla, yendo más allá, con la percepción y con la tradición. Ni se trata sólo de un positivismo tampoco, que se basa sólo en un procedimentalismo y no en cuanto a contenidos de la norma.
Esto es lo que el filósofo alemán Karl Otto Apel ha llamado el principio de "autoalcance de la reconstrucción" de la metafísica y, por ende, de la historia.
Y lo es también sobre las condiciones de posibilidad de la validez intersubjetiva de la comprensión o, en general, del conocimiento, las condiciones trascendentales de posibilidad del comprender válido o no válido; pero no de todo intento humano de comprender.
Ciertamente mediante el análisis de ejemplos se puede oponer un eficaz correctivo a los prejuicios apriorísticos y las generalizaciones precipitadas de la filosofía sistemática.
Pero la pretensión específica de validez de toda proposición filosófica también de las proposiciones en que se sustenta la crítica del lenguaje o del sentido, en sí mismas no son verificables. Pertenecen a la prerreflexión del lenguaje. Ni siquiera pertenecen a una intuición o a un lenguaje pre-racional como se ha dicho, aunque pueda sostenerse así de alguna manera para entendernos. Esto es un criterio último tradicional, prerracional, es decir, de una Ética religiosa, ni se lo puede resolver en el sentido de Weber o de Popper, mediante una combinación de investigación racional de las consecuencias, despojadas de valoraciones, y una decisión valorativa irracional.
Volvamos a Heideger, para volver a ver este elemento originario en esa metáfora, que él llama iluminación, o elemento desocultador, como una vía de acceso:
El relativismo diacrónico que surge inmediatamente de la “iluminación” epocal del mundo en Heidegger, surge de la reinterpretación radicalizadora que, desde la historia del ser, sufre el concepto, relativo al “ser ahí”, de verdad como “apertura”. Estos dos grandes filósofos, tanto Heidegger como Wittgenstein, son los dos grandes destructores de la metafísica occidental o autosupresores de la filosofía, porque ésta se inventa en el vacío. No obstante, esto parece una aporía de la metafísica porque ellos mismos vuelven a construir otro lenguaje parecido. El concepto de iluminación del mundo de ocultamiento desocultador (a-létheia) podía servir como un “concepto de verdad originario” pero no obstante Heidegger lo que reconoce es que debe ser adecuado con algo previamente, y que en todo caso lo que hace este concepto es que pone en “libertad” una dimensión que precede sistemáticamente al concepto tradicional de verdad, puesto que se trata de una condición de posibilidad de los juicios o enunciados adecuados e inadecuados sobre lo ente. Pues bien las condiciones de posibilidad intersubjetiva también dependen de aquí. Lo asombroso de todo esto es que el logos pueda pensarse a sí mismo, seguimos creyendo también aquí. Que las mismas condiciones de posibilidad puedan pensarse, lo cual introduce un pensamiento autorreflexivo originario también, aunque esto vendrá después y se discutirá en la filosofia crítica de Apel y Habermas.
Con frecuencia se considera que esta caracterización -de la iluminación epocal de Heidegger- es una tergiversación, una consecuencia de un pensamiento que sigue siendo él mismo metafísico, que no entiende todavía adecuadamente el nuevo punto de vista “más allá del relativismo y del objetivismo”. Antes bien la iluminación de Heidegger se puede entender como una apertura lingüísitica del mundo que libera originariamente el horizonte de sentido para las posibles preguntas de la ciencia y los juicios adecuados o inadecuados. Y se hace patente la convergencia entre el modo de mirar hermenéutico-lingüístico de Heidegger y el analítico de los juegos de lenguaje de Wittgenstein.
Debe influir también el concepto de "autopóieses" de los sistemas vivos y organismos, que tienden a reproducirse a sí mismos, como dicen Marutana entre otros, es la condición de existencia de los seres vivos en la continua producción de sí mismos. De esta forma hay una tendencia a pensar que siempre será lo mismo, que no puede cambiar, que se regenera y en parte así se sostienen los sistemas de legitimación y definición dogmáticas de muchos cuerpos del saber.
Y por otra parte, está lo que dice el mismo Kuhn, descubridor de los paradigmas científicos y de sus cambios y revoluciones, él mismo hacia la madurez de sus estudios abandona casi por completo el discurso acerca de los paradigmas, y restringe el concepto de revolución científica al de un proceso de especiación y especialización por el cual una disciplina científica va acotando los márgenes de su objeto de estudio, alejándose de los horizontes de otras especialidades. En este último sentido, como una forma de holismo restringido que afecta las distintas ramas del desarrollo científico, reaparece el concepto de inconmensurabilidad teórica, el único que Kuhn parece haber mantenido incólume hasta el final de sus días.
Comprender en el acontecer temporal significa para Gadamer que comprender no es comprender mejor, ni en el sentido objetivo de saber más en virtud de conceptos más claros, ni en el de la superioridad básica que posee lo consciente respecto de lo inconsciente de la producción. Bastaría decir que cuando se comprende, se comprende de modo diferente.
Nosotros en tanto que seres finitos e históricos comprendemos de facto el interpretandum en cada situación de modo diferente. Es decir: siempre de un modo diferente de como fue pensado. Este sería el comprender temporal de la “fusión de horizontes” para Gadamer, de ahí que la autoridad de la tradición cultural queda en entredicho. En Heidegger y Platón el desocultamiento del ser en el pasado se ve como destrucción o torsion de esa historia. Pero en Gadamer se ve como algo diferente.
Ello está en relación con el concepto de "comprensión" en la filosofía hermenéutica, concepto que hace posible la objetividad del mundo a través del sujeto y de su historia. Es como si el existencialismo de Kierkegaard y de Heidegger se fusionasen ahora con la fenomenología del objeto, de Kant y Husserl. Estas normas que se resumen en el a priori contingente de la facticidad, junto con la “precomprensión del mundo” y el “acuerdo” social son también siempre ya reconocidas por todo ser humano finito.
Esto es propio del discurso filosófico, las necesarias presuposiciones existenciales y de reglas, es decir, que no pueden negarse bajo pena de contradiccion performativa. Pertenecen a la “preestructura” del “cotidiano ser en el mundo” (del “mundo de la vida”) en el sentido de Heidegger y Gadamer (y de las “formas de vida” del último Wittgenstein). Pero sobre todo a lo que pertenecen, según la filosofía última de Karl O. Apel, es a la “preestructura” de esa reflexión sobre la “preestructura” de “cotidiano ser en el mundo”.
Sí, porque Wittgenstein habría tenido que dar alguna respuesta a la pregunta de cómo -es decir, en virtud de qué juego de lenguaje “sano”- le es posible a él mismo “curarnos” de los juegos de lenguaje filosóficos que “discurren en vacío”. O Heidegger no habría podido reducir la comprensión del mundo, a un “acontecimiento apropiador” (Ereignis) de la historia del ser. Tendría que dar la vuelta a su propio lenguaje. Ellos mismos estaban creando otra metafísica, aunque diferente.
Los juegos del lenguaje wittgeinsteiniano son un sentido originario de esa verdad, para Wittgenstein el “juego del lenguaje” sería el origen de la condición de posibilidad de la validez de un discurso. Y éstos a su vez son posibles solamente dentro de una “forma de vida”. Pero para Heidegger el origen del pensamiento no está en un juego linguístico, sino que está en el acontecimiento del tiempo, es decir, en el acontecimiento de la formación de la “diferencia”.
Para Wittgenstein los paradigmas “inconmensurables” de la ciencia y de su posible progreso aparecen como los juegos de lenguaje, en tanto que partes de “forma de vida”, y están entretejidos con “actividades” y con formas de interpretación del mundo válidas a priori.
En Wittgenstein, el concepto wittgensteiniano de “forma de vida” es el concepto de forma de vida orientada hacia un mejor entendimiento de lo que significa la "interpretación", que deberá comprenderse no sólo como fenómeno semántico, sino sobre todo como fenómeno "pragmático" perceptible en el contexto de una forma de vida determinada. “El análisis del lenguaje es el análisis de la forma de vida”, nos dice. “Así podemos entender nuestra vida, cuyos actos componen nuestra forma de vida”.
Una "forma de vida" es siempre de alguna manera y en cierta medida una materia común. Es específicamente una forma de vida. Un individuo no puede desarrollar por sí mismo una forma de vida completamente privada, una representación del mundo y un lenguaje propios. Haciéndolo se aislaría a sí mismo de la interacción social. Es el aspecto común de la forma de vida lo que hace que la comunicación -y a través de ella, la interacción- sea posible. Este concepto por eso lo que hace es confrontarnos con el de la posibilidad de la validez intersubjetiva de las normas, y por tanto de la racionalidad e intersubjetividad de las normas.
La hermenéutica lo que abre es una “precomprensión” determinada por principios, donde la “historia efectual” de tradiciones de autoridad o contenido normativo ante este recurso le obliga a apropiarse críticamente de una historia institucional en la que la razón práctica puede reconstruirse hacia el futuro. No se trata de un realismo ingenuo que no quiere obedecer o reconocer las normas, porque la realidad tiene colores, el color es una cosa que existe, más allá de lo percibido. No se trata de ver la realidad independientemente de lo percibido, sino de percibirla, yendo más allá, con la percepción y con la tradición. Ni se trata sólo de un positivismo tampoco, que se basa sólo en un procedimentalismo y no en cuanto a contenidos de la norma.
Esto es lo que el filósofo alemán Karl Otto Apel ha llamado el principio de "autoalcance de la reconstrucción" de la metafísica y, por ende, de la historia.
Y lo es también sobre las condiciones de posibilidad de la validez intersubjetiva de la comprensión o, en general, del conocimiento, las condiciones trascendentales de posibilidad del comprender válido o no válido; pero no de todo intento humano de comprender.
Ciertamente mediante el análisis de ejemplos se puede oponer un eficaz correctivo a los prejuicios apriorísticos y las generalizaciones precipitadas de la filosofía sistemática.
Pero la pretensión específica de validez de toda proposición filosófica también de las proposiciones en que se sustenta la crítica del lenguaje o del sentido, en sí mismas no son verificables. Pertenecen a la prerreflexión del lenguaje. Ni siquiera pertenecen a una intuición o a un lenguaje pre-racional como se ha dicho, aunque pueda sostenerse así de alguna manera para entendernos. Esto es un criterio último tradicional, prerracional, es decir, de una Ética religiosa, ni se lo puede resolver en el sentido de Weber o de Popper, mediante una combinación de investigación racional de las consecuencias, despojadas de valoraciones, y una decisión valorativa irracional.
Volvamos a Heideger, para volver a ver este elemento originario en esa metáfora, que él llama iluminación, o elemento desocultador, como una vía de acceso:
El relativismo diacrónico que surge inmediatamente de la “iluminación” epocal del mundo en Heidegger, surge de la reinterpretación radicalizadora que, desde la historia del ser, sufre el concepto, relativo al “ser ahí”, de verdad como “apertura”. Estos dos grandes filósofos, tanto Heidegger como Wittgenstein, son los dos grandes destructores de la metafísica occidental o autosupresores de la filosofía, porque ésta se inventa en el vacío. No obstante, esto parece una aporía de la metafísica porque ellos mismos vuelven a construir otro lenguaje parecido. El concepto de iluminación del mundo de ocultamiento desocultador (a-létheia) podía servir como un “concepto de verdad originario” pero no obstante Heidegger lo que reconoce es que debe ser adecuado con algo previamente, y que en todo caso lo que hace este concepto es que pone en “libertad” una dimensión que precede sistemáticamente al concepto tradicional de verdad, puesto que se trata de una condición de posibilidad de los juicios o enunciados adecuados e inadecuados sobre lo ente. Pues bien las condiciones de posibilidad intersubjetiva también dependen de aquí. Lo asombroso de todo esto es que el logos pueda pensarse a sí mismo, seguimos creyendo también aquí. Que las mismas condiciones de posibilidad puedan pensarse, lo cual introduce un pensamiento autorreflexivo originario también, aunque esto vendrá después y se discutirá en la filosofia crítica de Apel y Habermas.
Con frecuencia se considera que esta caracterización -de la iluminación epocal de Heidegger- es una tergiversación, una consecuencia de un pensamiento que sigue siendo él mismo metafísico, que no entiende todavía adecuadamente el nuevo punto de vista “más allá del relativismo y del objetivismo”. Antes bien la iluminación de Heidegger se puede entender como una apertura lingüísitica del mundo que libera originariamente el horizonte de sentido para las posibles preguntas de la ciencia y los juicios adecuados o inadecuados. Y se hace patente la convergencia entre el modo de mirar hermenéutico-lingüístico de Heidegger y el analítico de los juegos de lenguaje de Wittgenstein.
Debe influir también el concepto de "autopóieses" de los sistemas vivos y organismos, que tienden a reproducirse a sí mismos, como dicen Marutana entre otros, es la condición de existencia de los seres vivos en la continua producción de sí mismos. De esta forma hay una tendencia a pensar que siempre será lo mismo, que no puede cambiar, que se regenera y en parte así se sostienen los sistemas de legitimación y definición dogmáticas de muchos cuerpos del saber.
Y por otra parte, está lo que dice el mismo Kuhn, descubridor de los paradigmas científicos y de sus cambios y revoluciones, él mismo hacia la madurez de sus estudios abandona casi por completo el discurso acerca de los paradigmas, y restringe el concepto de revolución científica al de un proceso de especiación y especialización por el cual una disciplina científica va acotando los márgenes de su objeto de estudio, alejándose de los horizontes de otras especialidades. En este último sentido, como una forma de holismo restringido que afecta las distintas ramas del desarrollo científico, reaparece el concepto de inconmensurabilidad teórica, el único que Kuhn parece haber mantenido incólume hasta el final de sus días.
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