martes, 25 de enero de 2011

el portador del progreso, la era del comercio, se confunde con su causa, la tecnología

Se confunde el portador del progreso, que es el comercio, la era del libre comercio, y todo lo que es el desarrollo financiero de nuevas técnicas innovadoras, son su causa que es el avance tecnológico y los grandes cambios tecnológicos

Yo pienso que se nos dice que la oligarquía financiera, que la plutocracia, que todo eso tiene la culpa más que ninguna otra cosa, porque claro todos se han puesto al mismo tiempo a vender deuda, y no hay cruce de oferta y demanda. Y hay sobreabundancia se decía de crédito, o de ahorro, pero ahora ya no la hay se ha terminado, o se toman o están tomando esas medidas límites para ir recapitalizando e imprimiendo moneda que se vuelve a enjugar en la compra de deuda.

Entonces, yo todo esto me parece que es la consecuencia de la innovación tecnológica, esto es lo que ha producido la expansión del comercio (globalización) y luego también la expansión del propio poder financiero.

Por supuesto, se dan cifras de cómo se ha engordado las arcas del mundo financiero, pero no da de cómo se ha engordado las arcas del mundo tecnológico, realmente esto es lo importante, veo yo aquí, las mayores empresas en capitalización bursátil ya se han citado aquí cuáles son.

Por otra parte, es un problema de legitimación, y como problema de legitimación, tenemos muy de cerca el ejemplo de legitimación sacra, como lo llama Habermas, que otorga el derecho, también el derecho moderno, es decir, la garantía que el Estado asume de imponer el derecho ofrece un equivalente funcional de la estabilización de expectativas mediante una autoridad sacra.

Y ¿cuál es la diferencia con el derecho moderno? Habermas, en su libro Facticidad y validez, nos dice: "Mientras que las instituciones apoyadas en una imagen sacra del mundo fijan mediante delimitación y restricciones de la comunicación las convicciones rectoras del comportamiento, el derecho moderno permite sustituir convicciones por sanciones dejando a discreción de los sujetos los motivos de su observancia de las reglas, pero imponiendo coercitivamente esa observancia. En ambos casos, la desestabilización generada por un disenso fundado se evita haciendo que los destinatarios no puedan poner en cuestión la validez de las normas a que se ajustan en su comportamiento."

"Mientras que el sentido de la validez de las convicciones asociadas con la autoridad de lo sacro facticidad y validez se fundían, en la validez jurídica ambos momentos se separan: la aceptancia impuesta del orden jurídico todos la distinguen de la aceptabilidad de las razones en que se apoya la pretensión de legitimidad de ese orden jurídico."

"Esta doble codificación remite, por otro lado, a la circunstancia de que la positividad y la pretensión de legitimidad del derecho tienen también en cuenta esa deslimitación de la comunicación, que hace que por principio todas las normas y valores queden expuestos a un examen crítico. Los miembros de la comunidad tienen que poder suponer que en una libre formación de la opinión y la voluntad políticas ellos mismos darían su aprobación a las reglas a las que están sujetos como destinatarios de ellas. "

En este segundo sentido, el ciudadano puede disentir y decir que no, aduciendo razones prácticas, dice Habermas, cosa que no podía hacer con una autoridad sacra donde se fundía legitimidad del sistema y validez de las reglas. Aún así la desestabilización ahora se evitaba también separando efectivamente legitimidad de la validez de las reglas, pues no se cuestiona el sistema sino la validez.

Pero lo cierto es que es tan global el mundo de la innovación de hoy, tanto el de la innovación tecnológica como el de la innovación financiera, que lo que se está produciendo es un efecto de retroceso a un sistema anterior, al teológico, donde lo sagrado estaba diferenciado de lo natural, y no podía ser conocido más que por un numero de expertos y estudiosos.

En este caso, creo que cualquiera puede hoy día acceder a la bolsa o al mundo financiero, pero el desconocimiento no nos permite hacerlo del todo bien, y lo mismo ocurre con las tecnologías que se necesita ser una mente muy brillante para sacar esos estudios.

Con lo cual estamos retrocediendo a un sistema teológico o sacro de legitimación de estos nuevos universos simbólicos.

Esto es lo que escribe Peter Berger, sociólogo americano: "El cuerpo de conocimiento teológico aun en aquellos lugares donde no se ha institucionalizado deliberadamente como esotérico, sigue siendo "secreto" en virtud de su ininteligibilidad para el pueblo en general. La coexistencia de una mitología sencilla entre las masas y una teología sosfisticada entre una élite de teorizadores que contribuyan ambas a mantener el mismo universo simbólico es un fenómeno histórico frecuente. Solamente si se tiene este fenómeno en mente es posible llamar por ejemplo "budistas" a las sociedades tradicionales del lejano oriente o llegado el caso llamar "cristiana" a la sociedad medieval."

"El pensamiento mitológico funciona dentro de la continuidad que existe entre el mundo humano y el de los dioses, el pensamiento teológico sirve para mediar entre esos mundos, justamente porque su continuidad originaria ahora parece haberse roto. Con la transición de la mitología a la teología, la vida cotidiana parece estar menos penetrada continuamente por las fuerzas sagradas."

Entonces, pues se ha roto esa continuidad, entre el saber y el pueblo, y es difícil, porque ni la democracia respondería ya. Y se trata de influir todos los días en los bancos centrales y ver qué pasa, pero realmente dónde está lo que pasa ahora en las empresas tecnológicas.

Ahí es donde creo que se equivocan algunos cuando quieren echarle toda la culpa a la plutocracia financiera, aunque desde luego lo que es su discurso es una réplica a la otra orientación de que la burbuja inmobiliaria en sí misma ha sido un cisne negro, y creo que no lo ha sido, como dijo Krugman, sino un cisne blanco que se ha producido en todas las sociedades modernas postindustriales. Pero aún así, es tal la distancia entre el conocimiento y el modo cotidiano del mundo de la vida que parece que hay una total divergencia. Y lo que hagan los bancos centrales más bien estaría secuestrado por esa misma inteligencia innovadora en las tecnologías. Y esto ya es otra élite del saber. Y aún así le queda por ser gobernante. Puesto que la política seguirá mandando. Y en buena parte pues tiene sentido decir que el Tesoro europeo debe ser conjunto, pero yo creo que esto nos queda mucho para llegar a verlo.

Porque lo que ha pasado es que se ha confundido al portador del progreso, el comercio, con su causa, la alta tecnología.

Esto es una paradoja histórica, porque Adam Smith también cuando formuló su teoría del desarrollo económico no parecía darse cuenta de lo que estaba aconteciendo a su alrededor, una revolución industrial.

La teoría moderna del comercio internacional, descendiente de la “era del comercio” de Adam Smith, tras ignorar la importancia de la tecnología y la producción y de la economía basada en la producción, se desvía de la economía basada en la producción. Aún así esta producción puede estar relacionada con el comercio y el sector servicios, y esto mismo ser un factor productivo, como también hemos visto lo son los servicios financieros, la cantidad de puestos de trabajo que han producido, de consultores, aunque no se enriquecen tanto, ni se gana tanto dinero, creo yo, esto sólo lo ganan unos pocos privilegiados, pero, sin embargo, lo decisivo aquí son las "sinergias" que se crean en las grandes ciudades, donde hay muchas y distintas actividades económicas, con lo cual todas salen ganando o beneficiadas.

Por tanto, dejémonos sólo de aludir a una sola actividad, y también de creer que en el mundo especulativo se enriquecen todos, en lo único que ahora hay riqueza de verdad es en la producción tecnológica, que es la que ha producido esas explosiones de productividad que ha elevado tanto los salarios, o al menos en la escala de la empresa.

Es como cuando Marx escribía sobre los trabajadores industriales que padecían grandes penurias en un mundo tétrico, el de la ciudad entonces, donde éstos ganaban menos dinero que los agricultores, y todavía un agricultor conservaba una dignidad, la que le daba el campo. Pues lo mismo puede pasar con las tecnologías, que creemos que todavía un industrial de una empresa clásica o tradicional tiene una dignidad, si se compara con la forma que ahora se está explotando a los nuevos tecnólogos del saber que salen, donde sólo interesan técnicos, y se les paga así independientemente de su nivel de alta cualificación. Con lo que se les explota también pagando unos sueldos más bajos.

Pero se confunde el portador del progreso, de nuevo, que es el comercio o la era del comercio, por su verdadera causa que es el progreso tecnológico.


Simon Johnson que como Economista Jefe del FMI ha tratado con innumerables plutócratas corruptos. Nadie mejor que él para que te explique como la plutocracia ha capturado al poder político y cómo el problema es de plutocracia financiera y por lo tanto también su solución.

“Las élites financieras estadounidenses jugaron un papel esencial en la creación de la crisis, realizando apuestas cada vez mayores con el respaldo implícito del gobierno hasta que llegó el inevitable colapso. Más alarmante aún, están utilizando su influencia precisamente para evitar las reformas necesarias. El gobierno parece incapaz o sin voluntad para actuar contra ellos. A los banqueros de inversión y altos funcionarios del Estado les gusta echar la culpa de la crisis a los bajos tipos de interés o mejor aún al exceso de ahorros de la China. Otros se quejan de Fannie y Freddie o a la política del Gobierno para promocionar la propiedad de la vivienda entre sus ciudadanos. Y, por supuesto es axiomático para todos ellos el hecho de que los reguladores responsables de la seguridad y solidez del sistema estaban dormidos. Pero todas estas políticas – regulación laxa dinero barato, la alianza chinoamericana, la promoción de políticas de vivienda – tenían algo en común. Todas esas políticas beneficiaron al sector financiero. Cambios políticos que pudieran haber prevenido la crisis hubieran limitado los beneficios del sector financiero— cambios como los ahora famosos intentos de Brooksley Born para intentar regular el Mercado de CDS en 1998 fueron ignorados o barridos. Jamás la industria financiera ha disfrutado de un trato de favor tan exagerado. En los últimos 25 años, el sector financiero ha estado en estado de boom y se ha convertido en más y más poderoso. El boom comenzó en los años de Reagan y fue ganando fuerza con las políticas desreguladoras de Clinton y Bush hijo. […]

Desde 1973 a 1985, el sector financiera nunca ganó más que el 16% de los beneficios corporativos. En 1986 la cifra alcanzó el 19%. En los 90 osciló entre el 21% y el 30%, más alto que en cualquier otro momento de la postguerra. Esta década, ha alcanzado el 41%. Los salarios también han aumentado dramáticamente. Desde 1948 a 1982, la compensación media en el sector financiero osciló entre el 99% y el 108% de la media de todos los sectores industriales domésticos. Empezando en 1983, se empezó a disparar hasta alcanzar el 181% en 2007.

La gran riqueza que el sector financiero creó y concentró dio a los banqueros un enorme peso político—un peso no visto desde la era de J.P. Morgan (el hombre). […] La resurrección de la oligarquía financiera americana es bastante reciente. Por supuesto, Estados Unidos es único. Y de la misma manera que tenemos la economía más avanzada del mundo, defensa y tecnología, tenemos también la oligarquía más avanzada.

En un sistema político primitivo el poder es transmitido mediante la violencia o la amenaza de la violencia: Golpes de Estado, milicias privadas y etcétera. En sociedades menos primitivas como países emergentes el poder es transmitido mediante el dinero: corrupciones, mordidas y cuentas en paraísos fiscales. Aunque el lobbying y las contribuciones a las campañas electorales juegan ciertamente un rol central en el sistema político americano, la corrupción a la vieja usanza—con sobres llenos de billetes de 100 Dólares—es probablemente algo marginal hoy, con excepciones como Jack Abramoff.

En cambio, el sector financiero Americano ha ganado su poder político amasando una especie de capital cultural, un sistema de fe. Lo que antes era bueno para General Motors era bueno para el país. Se ha convertido en lo que es bueno para Wall Street es bueno para el país. Los bancos y el sector financiero se han convertido en los máximos contribuyentes de las campañas políticas. […] Un canal de influencia para este nuevo credo financiero, por supuesto ha sido el continuo flujo de individuos entre Wall Street y Washington. Robert Rubin, que fue co-presidente de Goldman Sachs, sirvió en Washington como Secretario del Tesoro bajo Clinton, y se convirtió después en el Presidente de Citibank. Henry Paulson, Consejero Delegado de Goldman Sachs durante el largo boom, se convirtió en Secretario del Tesoro bajo George W.Bush. John Snow, el predecesor de Paulson, dejó el cargo para convertirse en presidente de Cerberus Capital Management, una gran firma de private-equity que cuenta también con Dan Quayle entre sus ejecutivos. Alan Greenspan, después de dejar la FED se convirtió en consultor de Pimco, la mayor empresa del mercado de bonos.

Ese tipo de conexiones personales fueron multiplicados en los niveles inferiores en las tres últimas administraciones, fortaleciendo cada vez más y más los lazos entre Washington y Wall Street. Se ha convertido en casi una tradición que los empleados de Goldman Sachs ocupen cargos públicos al dejar la firma. […] Durante mi periodo en el FMI me quedé anonadado sobre el fácil acceso que los financieros líderes tenían a las altas esferas gubernamentales y lo entrelazados que estaban ambas carreras profesionales. Recuerdo de forma muy nítida una reunión de principios de 2008—a ella atendían políticos punteros de unos cuantos países ricos—en la cual la persona que presidía el acto proclamó con la aprobación general, que la mejor preparación para convertirse en gobernador de un banco central era trabajar primero en la banca de inversión.

Una generación entera de políticos ha sido hipnotizada por Wall Street, totalmente convencidos siempre que lo que decía el banco era siempre cierto.

De esta confluencia de financiación de campañas políticas, conexiones personales y la ideología que siguió emergió una política desreguladora que ahora visto en perspectiva resulta pasmosa:

• Insistencia de movimiento libre de capitales internacional;
• Derogación de leyes creadas en la Gran Depresión para separar la banca comercial de la banca de inversión;
• Prohibición del Congreso para regular los CDS;
• Incremento de apalancamiento permitido a la banca de inversión;
• Un ligero (quizá mejor decir invisible?) apoyo a la SEC en su labor de supervisión regulatoria;
• Acuerdo internacional para que los propios bancos midieran su propio riesgo;
• Un fracaso intencionado para actualizar las regulaciones y mantenerlos al día con el tremendo ritmo de las innovaciones financieras.

La oligarquía y las políticas del gobierno no fueron los únicos responsables de la crisis financiera. Hubo muchos otros factores, incluyendo el endeudamiento excesivo de los hogares y los laxos criterios de préstamo en los extremos del mundo financiero. Pero los grandes bancos comerciales y de inversión—y los hedge funds de alrededor—fueron los grandes beneficiarios de la doble burbuja inmobiliaria y mercados de valores de esta década. Cada vez que un préstamo era vendido, paquetizado, titulizado y revendido el banco se quedaba con un mordisco de la transacción.

Debido a que todo el mundo se estaba haciendo más rico y la salud de la economía dependía tanto del sector inmobiliario y financiero, nadie en Washington tenía el más mínimo incentivo para cuestionar nada.

[…]Para estas alturas, los príncipes del mundo financiero han sido desnudados como líderes y estrategas—al menos a los ojos de la mayoría de los americanos. Pero a medida que han transcurrido los meses, las élites financieras han continuado asumiendo que su posición como niños mimados del sistema está garantizada a pesar de la calamidad que han creado.

[…] Parece que los grandes bancos solamente han ganado en influencia política desde que empezó la crisis. Y esto no es sorprendente. Con un sistema financiero tan fragil, el daño que puede causar la quiebra de un gran banco es mucho mayor que lo que sería en tiempos ordinarios. Los bancos han estado explotando este miedo para seguir consiguiendo tratos ventajosos por parte de Washington."

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