miércoles, 26 de enero de 2011

devalúarnos por el mal

Esto sería como devalúarnos por el mal. El problema del endeudamiento de las cajas españolas, y el de los bancos en general.

El mismo mal se devaluaría cuando todos pudiésemos practicarlo por igual. Nos igualaríamos en la competitividad en la rapacidad, en todo lo malo que pudiera haber de ese género, es decir, se igualarían cajas con bancos nacionales e internacionales. Dicho de otra manera no se puede tener acceso a condiciones de privilegio, en condiciones de igualdad, y sólo podríamos igualarnos en rapacidad, por el mal. Esto es la teoría de Hobbes. A la postre la igualdad genérica sería lo mismo que la genérica desigualdad. Nos llevaría a que no pudiésemos competir por algo más noble entonces.

Esto es como los mitos kierkegaardianos que tienen en común el ser personajes “a-genealógicos” o “anti-genealógicos”, y que al final terminan cayendo en el drama misógino, pero por debilidad y por el subjetivismo del caballero.

El “caballero de la subjetividad” es interpretado desde la perspectiva de una crisis de legitimación patriarcal que deja al individuo en la situación del sujeto que ha de enfrentar por cuenta propia el sentido de su existencia. Los individuos abandonados de un dios, producto del relajamiento y la problematización de los vínculos genealógicos causada por la historia cada vez más degradada ya no tienen pruebas de que dios sea su padre. La misoginia kierkegaardiana inducida por el desvalimiento y no por la prepotencia da pie a que las actitudes misóginas estén exentas aquí de misandria.

Vamos a tener que echar manos de un buen mito genealógico, de apadrinarnos con una buena genealogía cultural. Los bancos van a tener que tener algún tipo de genealogía patriarcal para diferenciarse por su cultura, su historia y por su procedencia. No me cabe duda.

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