lunes, 24 de enero de 2011

la información perfecta y la innovación

Si hablamos de innovación deberíamos hablar también de conocimiento. Nadie objeta que las innovaciones y el aprendizaje generan crecimiento económico, pero desde Adam Smith ese aspecto de la economía se ha externalizado. Se suele suponer que el cambio tecnológico y las nuevas innovaciones caen de los cielos como un maná, y que están a disposición de todos gratuitamente (“información perfecta”). No se tiene en cuenta que el conocimiento -especialmente cuando es nuevo- tiene elevados costes y no está en general a disposición de todos. El conocimiento se protege mediante altas barreras a la entrada, constituyendo las economías de escala y la experiencia acumula elementos importantes para erigir esas barreras. Mientras que las curvas de aprendizaje estiman el aumento en la productividad de la fuerza de trabajo, las curvas de experiencia evalúan la evolución de los costes totales de producción. Cuando varias fábricas emplean el mismo tipo de tecnología, la que ha acumulado el mayor volumen de producción tendrá en general los menores costes por unidad producida. En la carrera por reducir costes, puede resultar rentable vender por debajo del coste actual (lo que se acostumbra a denominar dumping) a fin de alcanzar un volumen de producción que más adelante reduzca el coste por debajo del precio estratégico ofertado. Los economistas que no emiten estos juicios de comparación no creo que estén ciegos, son más bien los gobiernos y las instituciones que pagan a estos economistas los que los ciegan y hacen que cometan tantos errores. Pues bien pongamos más interés en el aprendizaje porque aquí en España no se está aprendiendo ni la mitad de lo que se tiene que aprender y digámoselos a nuestros gobernantes, porque construyendo sólo élites del saber, así no se puede seguir. Tales innovaciones dan lugar a lo que Schumpeter llamaba “destrucción creativa”: aparecen nuevos sectores industriales con montones de nuevos productos, mientras que los viejos desaparecen debido a una pauta de demanda totalmente nueva, y se producen cambios radicales en los procesos de producción de casi todos los sectores. Por eso tenemos que estar preparados en todas la ramas de la industria. Porque los desajustes en el aprendizaje entre las viejas y las nuevas generaciones contribuyen también a frenar un cambio tecnológico radical. No obstante situaciones en las que la dinámica descrita en las curvas de aprendizaje se puede utilizar para enriquecer a los países pobres, mejorándolos tecnológicamente unos detrás de otros. El economista japonés Kaname Akamatsu bautizó este modelo con el nombre de “gansos voladores” en la década de 1930. Esto es lo que ha sucedido con la integración del este asiático.

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