martes, 25 de enero de 2011

la razón sin esperanza

He recordado la definición que da Javier Muguerza en su libro "La razón sin esperanza" sobre la razón. No podemos tampoco eludir la realidad corporativa, orgánica e institucional donde muchas veces descansa la racionalidad, por eso filósofos como Habermas están muy preocupados en hacer de la razón una razón procedimental, un procedimiento mediante el cual elaboramos convenciones, normas, mediante el procedimiento del discurso argumentativo y democrático. Para todo ello se necesitan unas condiciones y éstas las expresa muy bien Javier Muguerza; aun cuando seguimos y él lo es en su libro siendo un poco escéptico de la razón, pero sería desde luego una bonita esperanza, eso sí.

Javier Muguerza en su libro " La razón sin esperanza " sobre la razón, él dice que se necesitan tres requisitos: primero, tener información suficiente, segundo, el requisito de la universalidad, para esto véase a Kant, la razón debe ser querida por todo el mundo posible en mis condiciones, de manera que yo no pueda querer para el otro lo que no pueda querer para mí, se trata de hacer leyes universales válidas para todos, por tanto. Y tercer requisito, es el requisito de la libertad, que debe ser una libertad interna y externa, es decir, como ausencia de coacciones externas e internas como la autosugestión.

En Kant incluso en Marx hay todavía una concepción de la filosofía como un sistema de leyes científico-sociales deterministas, hay un determinismo-científico social, y esto es una base para una aportación fundamental a la teoría social de ese tiempo, por cuanto la causalidad de esas leyes regulaba la libertad humana, y aquí se comete un error metodológico que relega la libertad de los sujetos a un mero trasfondo "nouménico", supuestamente compatible con la fenoménica "causalidad social" . Algo así también pasa en Spinoza, que salva la libertad humana, o la Razón por encima de unas leyes que son deterministas; en fin hay muchos contrasentidos, y desde luego no hay una precisión metodológica, ello fue lo que llevó por ejemplo a Marx a sus tan traídas y llevadas predicciones acerca de lo social y de la historia que son erradas, y acerca del individuo y del ser alienado y de la sociedad.

Entre otras cosas porque Marx no tuvo en cuenta que la creciente interdependencia entre investigación científica y tecnología acabaría convirtiendo a la ciencia en la fuerza productiva predominante, como tampoco le dio tiempo a prever que la intervención creciente del Estado para paliar las disfunciones de la sociedad de mercado acabaría modificando de manera no menos importante el cuadro de las relaciones sociales vigentes de producción.

Lo que compromete nuestra libertad individual, por descontado, no garantiza que no continúe habiendo alienación, como tampoco garantiza que no continúe habiendo causalidad social y sigue siendo apremiante, y lo es incluso más que nunca, en la tecnología social de nuestros días, so pena de que ésta se reduzca lisa y llanamente a “ingeniería social”.

Creo que Minerva está muy contenta de que yo esté en su bosque, de lo contrario, no estaría ahora en él, pues no es que yo la haya elegido precisamente sino que he venido a ella cuando menos me lo esperaba.

Que el estructuralismo sea el producto irreflexivo de un proceso histórico no es hacer demagogia, créame, sino hacer un flaco favor al estructuralismo al ver en él una herramienta del designio al que le llevó una sociedad determinada, desde esta funcionalidad tanto el estructuralismo como el constructivismo, para mí, constituyen herramientas de análisis y comprension de la sociedad. Pero que como filosofias no son suficientes en ellas mismas.

Más bien éste siempre responde a una necesidad cultural. Se trata de ver en él una modalidad de funcionalidad no crítica sino meramente descriptiva de la realidad social y a este carácter sirve con fines metodológicos.

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