lunes, 24 de enero de 2011

el capitalismo se inició en el comercio, se tornó industrial y ahora es financiero

El capitalismo que se inició en el comercio, se tornó industrial más tarde, y ahora es financiero. El valor de las transacciones financieras es decenas de veces superior al de las comerciales. Su desarrollo se ha producido en una situación de jungla. Friedman levantó bandera contra Keynes diciendo: "El dinero importa". Sus sucesores no tardaron en ir más lejos diciendo: "Sólo el dinero importa". A esta corriente de economía monetarista le acompañó en el terreno político Hayek, afirmando: "La fatal presunción consiste en la creencia de que el hombre es capaz de modelar el mundo que le rodea según sus deseos". De aquellos polvos, estos lodos. De tan nocivos virus, la enfermedad. El capitalismo financiero se ha desarrollado fuera de los controles institucionales, que hacían de él algo socialmente viable. Ni Max Weber podría encontrar vestigios de "ética protestante", ni Adam Smith el self-love con vocación pública que tanto le preocupó. La respuesta a esta crisis del capitalismo financiero tendrá que centrarse en ello; con más regulación y con más intervención pública. Quienes analizaron las anteriores crisis financieras ya advirtieron que la autorregulación era una falacia. Las firmas auditoras y las agencias de calificación se han ido prostituyendo al servicio de quien las pagaba, y en lugar de detener la espiral de irracionalidad han entrado a formar parte de la misma. Desde la caída de Arthur Andersen la vergüenza no cesa. Más regulación, más intervención, y también, más banca pública con criterios públicos. Tanto más ICO cuanto que los independientes bancos centrales han abandonado parte de las tareas que realizaban. Hasta ahora los mercados financieros globales han funcionado como un "gran autómata", en régimen de autismo severo. Con una gestión cada vez más alejada de la propiedad -otro signo clave de estos tiempos-, las trampas se han multiplicado en el solitario. Ahora los platos rotos los pagan las colas de parados y la vida de las gentes. Son necesarios instrumentos más potentes y novedosos que los de Bretton Woods.

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