lunes, 24 de enero de 2011

la criba que impuso la iglesia

tendríamos que recordar cómo actuaba antiguamente la Iglesia. Porque lo que se ha impuesto en el "convictorio" es el modo de operar de la “Crítica de la razón práctica” y el mecanismo ideado es sencillo: primero se prueba una necesidad de la naturaleza humana y al instante ahí está la antigua metafísica para cubrirla. La Iglesia sigue en su táctica de sumirnos en el mal para darnos luego el remedio; de hecho, Hegel le concede a lo largo de los escritos de Berna el papel de avanzada como creadora de necesidades. Así, por ejemplo, si los hombres se sienten culpables ha de haber Dios que los perdone, si les angustia su contingencia existirá una eternidad con el mismo Dios que la garantice, etc.

Por tanto no sabemos en quien vamos a podemos confiar. Por ello Hegel admirado de la altura en la que Kant ha colocado al hombre, se pregunta también y pregunta a Schelling: “en qué medida, tras haber fortificado la fe moral, necesitamos ahora... de la idea de Dios”. Hegel llegará a escribir: “Ahora cuando las ideas morales pueden llegar a ocupar su sitio entre los hombres... todo el aparato angustiante, el sistema artificial de motivaciones y consuelo en que tanto miles de hombres débiles encontraron alivio, se hace más prescindible”. El kantismo es la nueva religión de Hegel que predica que el hombre será un fin en sí mismo. Pero ha asistido al culmen de la Ilustración y al nacimiento del Romanticismo y las insuficiencias del kantismo empiezan a revelársele casi inmediatamente: “Acarrean materiales críticos para consolidar su templo gótico”.

Por tanto seamos críticos también con el criticismo como lo fue el joven Hegel (que no el viejo que también se dejó llevar por una estructura completamente artificial, pero al menos laica). Pero no digamos que es mejor el negacionismo, porque ahí tenemos el ejemplo de la Iglesia, sin ánimo de ofender, pero esa es la historia escrita. Si hemos de crear más necesidades, ya son las que se crean todos los días con tantos artilugios, y aún así las necesitamos. Y no sabemos cómo explicar lo que tenemos, si es bueno o malo o si sirve para algo. Pero el criticismo kantiano obliga a cuestionar las cosas y a cribar y discernir los conceptos. Y la economía no puede tampoco adelantar las necesidades, ni establecer el bazar psicodélico del mercado. Todos debemos hacer entre todos la criba.

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