viernes, 28 de enero de 2011

los balbuceos de la lengua

Cuando haya liquidado todos sus vestigios, cuando la vida y la de los otros deje de parecerse a unos títeres de cuyos hilos tirará para reírse, una diversión de fin de los tiempos. Será entonces el ser puro. Estoy haciendo historicismo de la razón, tal vez como Marx y Hegel lo hicieron de la filosofía y como ellos hubieran querido seguir haciéndolo, en su comprensión dialéctica de la historia. Y frente a esa razón ilustrada es frente a la que se encuentran Hegel y Marx, enfrentándola en la dialéctica del pensamiento. Una razón que se refiere a la subjetividad porque en ese momento histórico nace la razón con el ideal emancipatorio del hombre.

El lenguaje sería como el hombre un producto a la vez histórico y natural, en tanto que histórico su consideración nos pondría a salvo de cualquier veleidad absolutista, en tanto que natural y dado que -con él- los hombres somos lo que somos y estamos hechos como lo estamos nos permitiría escapar al relativismo. La posición del relativista diferiría en que para él el lenguaje determinaría lo real y la del absolutista en que para él simplemente invertiría esta relación. No se me oculta que el debate entre la concepción absolutista y la relativista del bien o la verdad pertenece a un debate tan antiguo como la propia filosofía: se halla en el trasfondo de las controversias de Sócrates con Protágoras o Glaucón y Adimanto y, desde luego, cruza buena parte de la obra de Nietzsche desde la Gaya ciencia hasta la Genealogía de la moral. Wittgenstein no era ciertamente un irracionalista ético. Más bien habría hecho suya la confesión de Kant según la cual se veía obligado a poner límites a la racionalidad científica para así hacer un hueco a cosas más importantes que la ciencia.

Y hay que señalar que es esa transición de la sintaxis a la pragmática pasando por la semántica en la concepción analítica del lenguaje la que indica el camino de despegue de la propia filosofía analítica respecto del positivismo, y de aquí, del positivismo era de donde se deducía que podía hablarse de "verdad" en la medida en que había una correspondencia entre el mundo y su representación lingüística, entre la realidad y el lenguaje. Pero ello queda superado con la filosofía analítica y la mejor filosofía de la ciencia, donde el lenguaje por excelencia parecía ser el lenguaje científico. La razón alcanza su plenitud en el ejercicio sin trabas de la comunicación. Ello quiere decir que existe una situación de libertad e igualdad, la situación ideal de habla y de diálogo. La verdad o la corrección, por lo tanto, se define en términos consensuales.

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