lunes, 24 de enero de 2011

el mito del propietario burgués liberal, el encierro dogmático

El funcionariado está dispuesto como régimen de propiedad y es por eso que esa captura de los sujetos ha permitido garantizar por Ley el amor a los jefes.

Por eso todo el encierro dogmático está ahí, cuando se habla del amor a la ley, y a una cierta ley, con un cierto mito, el mito del patriota burgués liberal.

En la época del capitalismo industrial y colonial la recuperación del pobre planteó el infinito problema polí tico con respecto al gran temor burgués.
El débil vagamente culpable ya no es mantenido simplemente en algo aparte, el no propietario se convierte en un reprobado, siendo el enemigo clasificado.

El mito patriota de los ciudadanos-hermanos, libres e iguales en el enfrentamiento de cada uno con la ley reenvía en consecuencia a la desaparición del Padre y con ello se desmitifica el papel de lo sagrado.

Que la realidad simbólica es esencial lo es así por que el milagro de la sumisión siempre opera por una creencia. En este caso, cambiando las máscaras de todo.

Y al mismo tiempo que por una “creencia” también opera por el carácter funcional de los “olvidos”, el sistema constitucional puede construir un dogmatismo más o menos revolucionario pero lo importante es resguardar la simbólica de un asistente supremo.

Normalmente la cobertura de las ciencias llamadas humanas o sociales nos presentan una nueva máscara de las cosas, habiendo renegado del antiguo régimen pero ¿qué lazos nos comunican aún con él? A través de la institución y el poder se pueden descubrir aun cuando no sea lo mismo y haya que trazar la separación.

El universo profano de lo laico demarcado por el universo sagrado del propietario con su bien erotizado, frente al universo profano asociado a la deficiencia, al mal del no-propietario, al crimen, a la suciedad.

Aquí juega la prestancia del poder.

Incluso la sociología, considerada destructora de todo, no se ha atrevido a aventurarse demasiado lejos.

El burgués liberal, el auténtico señor, es el producto de una doble conquista, dice que toma el lugar del Padre, magnificado por los rasgos de los dos enemigos simbólicamente vencidos, el sacerdote y el aristócrata.

¿Cómo el matrimonio burgués se ha vuelto posible? Sólo cuenta en el código civil respecto de los bienes que se posee, como institución privada.

¿Cómo el rebelde es traducido? Entonces el discurso del ppcc aquí no tiene lógica, no se puede traducir bien, porque siempre incurre en contradicción propia. El gusto por los signos exteriores de la etiqueta y el prestigio que se da el ppcc es acompañado a menudo por un ostentoso desapego al dinero. Actualmente esa gran ostentación de tener las manos limpias todavía es tenida en cuenta.

Una buena ciencia del poder pasa hoy día por la Ley y por la sumisión a ésta.
Realmente al reconocer su amor por la ley, y su formación como jurista, el discurso queda roto por su lógica.

Los juristas casi únicamente ellos saben por experiencia esta verdad, su conjunto proviene de un ritual arcaico cuyo mantenimiento asegura la transmisión de ley, no es una invención de idiotas, sino un ceremonial para mantener la sumisión.

No hay institución sin su jurista, por consiguiente sin su casuística.

En este caso el objeto libidinal, de amor, es el pisito, el goce por antonomasia, lo importante es que el lazo amoroso no se pierda y que continúe. En el amor siempre hay una “sublimación” que opera la introyección de objeto libidinal dentro de la persona y la mistificación de ésta. Pero lo importante es el proceso de “encarnación” de otra cosa. Que sería el objeto de la Ley. En este caso serí a la “encarnación” de la Ley, el vehí culo que opera el transporte del objeto libidinal.

Para esto hay que haber estudiado mucho derecho canónico que son los grandes juristas, canonistas, los que de verdad operan y saben causar este efecto en la ley, gracias al arte de la casuística y de la palabra. Por eso, aquí realmente hay un encierro dogmático, del que realmente no hay solución.

Que la realidad simbólica es esencial lo es así por que el milagro de la sumisión siempre opera por una creencia. Por eso, el saber canónico es un saber culto, que no se puede comparar con el saber salvaje.

Lo importante no es una sujeción por la fuerza sino por la creencia, de esta forma todos sentimos la seguridad de que pertenecemos a una cultura, a un parentesco, que somos una comunidad pues no podemos estar solos. De ahí la función que tiene el rito o el ceremonial en la comunidad como culto y éste ha existido en todas las formas de cultura.

Creo que con esto se entiende un poco mejor lo que es el Derecho, realmente el derecho es simbolismo, es una buena ciencia del poder, pero sobre todo opera por la creencia. Y hasta cierto punto una buena creencia en la buena ciencia, en el buen mito del patriota burgués. Pero realmente es muy difícil despojarle y ver desnudo al poder y la institución, porque está siempre capturado de este modo por la sujeción a la ley. Y nuevamente opera el efecto y esto es como un teatro cerrado.

Entonces si hemos descubierto el objeto libidinal, la amenaza absoluta de la castración está significada. El analista interpreta ese lugar del discurso dogmático como objeto peligroso, un objeto de algún modo separado del cuerpo, aunque instaura allí el estigma de un sufrimiento, el sufrimiento de gozar por él. Y a partir de ahí empieza el objeto a ser transportado, como hace ppcc, que no sabemos adonde quiere llevarlo, pues él ha tomado el lugar del padre y lo ha clasificado dentro de un buen mito, pero que todavía no está bien explicado, porque hoy día Derecho y Economía casi han perdido sus fronteras, y ya no se sabe dónde está el poder.

En conclusión, puede decirse que se incurre reiteradamente en un sadismo pueril (lejos de un escepticismo) donde el individuo es víctima de los grupos humanos solidarios de un terror igual, como sería la ignorancia y la falsa ciencia.

Cito las fuentes en los cursos de estudios históricos y fuentes canónicas hechos por el profesor de derecho de la Sorbona Pierre Legendre, y su investigación acerca de la relación estrecha entre psicoanálisis y derecho.

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