lunes, 24 de enero de 2011

la presión ejercida por el espectro del comunismo, y las prácticas desarrollistas

La presión política ejercida por el espectro del comunismo ha dado lugar dos veces a prácticas desarrollistas. Después de las revoluciones europeas casi continuas entre 1848 y 1871, y durante la Guerra Fría con el plan Marshall de 1947, el capitalismo prefirió adaptarse con el fin de aliviar problemas sociales acuciantes. En 1947 los librecambistas de Washington tuvieron que ceder frente a la necesidad política de planes de desarrollo proteccionistas en torno al bloque comunista, lo que propició el sorprendente éxito del plan Marshall en Europa y el milagro de Oriente asiático. Quizá sea una vana esperanza que Osama bin Laden y las actuales amenazas terroristas puedan desempeñar el mismo papel que Karl Marx y sus herederos en aquellas dos ocasiones, pero parece como si la pobreza generadora por el fundamentalismo de mercado no pudiera abordarse si no es al calor de crisis como la Revolución Francesa que eliminó la fisiocracia, la Verein für Sozialpolitik alemana que creó el Estado del Bienestar moderno a raíz de las revoluciones de 1848 a 1871, y la política ilustrada del plan Marshall que creó la riqueza que puso freno al comunismo. Lo que todos esos acontecimientos tienen en común es el abandono temporal del libre comercio a fin de promover el desarrollo como objetivo político y no sólo social. Estamos volviendo por tanto a la confusión creada por los orígenes comunes en la economía ricardiana del capitalismo y el comunismo de la Guerra Fría. La teoría del comercio con la que el capitalismo controla el mundo, en total contradicción con la explicación que da del crecimiento, no ofrece ningún lugar al capital. La sociedad capitalista actual -que entiende esencialmente el crecimiento económico como resultado de añadir capital al trabajo- emplea una teoría del comercio basada en la teoría del valor-trabajo que sólo subsiste en la ideología comunista.

Pero siguiendo con la historia, dos de los economistas alemanes más importantes del siglo XVIII -que también fueron importantes filósofos-, Christian Wolff (1679-1754) y Johann Heinrich Gottlob von Justi (1717-71), escribieron libros alabando la civilización china, y ya en 1158 el obispo Otto de Friesing repetía algo que se sabía desde hacía mucho tiempo: que “todo el poder y sabiduría humana tiene su origen en Oriente”. Recientes aportaciones han mostrado lo semejantes que eran China y Europa hasta, digamos, 1700. Y realmente fue una política de fragmentación geográfica y de emulación lo que llevó a Europa a la riqueza, a la vez que a su etnocentrismo, más que una política basada en la especialización, sino más bien en la diversidad y en la emulación de las tecnologías y traspasando las barreras de la cultura y los nacionalismos étnicos.

Pero si una herramienta política hasta ahora eficaz en la riqueza ha sido la creación de los Estados-naciones, con el libre comercio, ahora la nueva herramienta política que se ha erigido es la de las patentes. Y por eso, ¿qué pasa con las patentes, que protegen sobre todo a las nuevas tecnologías y a multinacionales como microsoft? Y hemos tenido noticias últimas de que China había sido castigada por lanzar copias prohibidas por las patentes. Porque es aquí donde está de nuevo el obstáculo. A China se la ha dejado que se la desarrolle por el miedo al comunismo que venía, y luego porque ha desarrollado actividades en donde se ha especializado una vez más como competitiva, sobre todo, en lo que es el textil y la hostelería; actividades donde se ha impuesto el libre comercio; en fin, pero para todo lo demás, lo que es el "capital" que se suma al trabajo y al valor-trabajo, y lo que son las "patentes". Estas son herramientas políticas que se están utilizando, y nos están haciendo daño, también a nosotros, como país europeo que no termina de despegar, porque no podemos competir a los precios de China (aunque yo creo que es que ni nos lo hemos planteado) ni podemos competir con las patentes, el nuevo obstáculo político que hemos puesto al libre comercio.

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