lunes, 24 de enero de 2011

Sócrates se dio cuenta de que quien había de morir era la razón de estar enferma

Sócrates se dio muy pronto cuenta no de que él había de morir sino que quién moría era la "razón" de estar enferma, o al borde de un precipicio. A Sócrates no se dolerían prendas por discutir con Gorgias ni por darle la razón a Protágoras, e incluso hasta con los Sofistas llegó a alcanzar el júbilo de una época en que la razón podía aspirar a erigirse en guía de la actuación política de nuestros ciudadanos. Pero la enriquecedora diversidad que la razón había venido alimentando pasó a degenerar en una despiadada guerra de todos contra todos, dentro de la que la razón pronto perdió el papel de guía para tornarse en un instrumento al servicio del éxito. La razón no tiene desde luego esperanza, vendida al mejor postor, como se halla, confíemos en recuperar ese papel guía a través del servicio a un concepto de ciudadanía que fue tan fecundo en la época en que nació la razón griega. Y yo creo que debiéramos comprometernos todos por alcanzar el fin de la ciudadanía, el único que parece útil y definible también en una economía globalizada. No creo que se pueda hablar de economía definiéndola como algo ajeno a la razón política.

El error está en la economía basada en la Física y en las ciencias exactas, en vez de aquella economía que se basaba en la metáfora de la Biología, desde finales del siglo XV en que existían actividades económicas cualitativamente diferentes como portadoras del crecimiento económico. Estas teorías económicas emplean hechos observables, experiencias y lecciones extraídas de ellas como punto de partida para la teorización sobre la economía. Al reducir a números y símbolos lo que son las principales fuerzas impulsoras del capitalismo, simplemente se abandonaron. La menor resistencia a la matemática favorecía el avance de ciertas economías, y empobrecían sobre todo a los pobres y los débiles. Así es como la política se ha entendido entonces. En lugar de emplear el inglés o cualquier otra lengua, la comunicación se redujo cada vez más a la pura matemática, con lo que perdió elementos cualitativos clave: cuanto más “dura” era la ciencia, más “científica” se hacía. La economía se apartó de las ciencias sociales “blandas” como la sociología y ganó prestigio acercándose a ciencias más “duras” como la física. Sin embargo la misma Física ya desde 1930 había avanzado hacia modelos que le permitían corregir sobre modelos reales, es decir, la misma física avanzaba en contra de lo que decía la economía. Los economistas perdieron su capacidad de moverse entre los modelos teóricos y entre el mundo real y de corregir los modelos cuando contravenían el sentido común ordinario. Los países lejanos que carecían de poder político fueron las víctimas de esa evolución.

La política debería recuperar este sentido de lo común ordinario. Y en EEUU muchas veces los políticos no utilizan la teoría económica cuando se trata de sus intereses económicos, por eso abunda allí el pragmatismo; la teoría abstracta la usan para los tratos con el extranjero.

"Aunque parezca sorprendente, en 1991 un comité de la Asociación Económica Americana señalaba el problema de que las universidades produzcan economistas “cultos pero idiotas”: Los programas de estudios (en Economía) pueden dar lugar a una generación de demasiados “idiots savants”, hábiles en las técnicas pero ignorantes de las cuestiones económicas reales”. Según el informe, en una “importante” universidad -de la que no se daba su nombre-, los licenciados no podían “adivinar por qué los salarios de los barberos habían ido aumentando con el tiempo”, pero podían “resolver un modelo de equilibrio general entre dos sectores con progreso técnico no incorporado en uno de ellos”." (Erik Reinert, La globalización de la pobreza.)

Según Reinert, desde el momento en que instrumentos de la economía, elementos como la capacidad e iniciativa empresarial, política gubernamental y la totalidad del sistema de escala y sinergias, resultaban imposibles de cuantificar y de reducir a números y símbolos, estábamos entonces perdidos. Y los economistas se lavan las manos y dicen que eso no es cuestión suya. Las únicas cosas cuantificables eran lo que Sombart consideraba simplemente factores auxiliares: capital, mercados y mano de obra.

“Sólo hay una solución financiera a este puzle: reducir el gasto y sus necesidades de financiación. La pena es que esta decisión no haya surgido de un ejercicio de responsabilidad política y democrática, asumiendo las obligaciones que la Constitución les confiere. ...Cuando Obama saca la reforma sanitaria por un voto es un acontecimiento histórico, cuando Zapatero consigue aprobar el mayor recorte de gasto de nuestra Democracia el FT dice que está al borde del precipicio. C’est la vie. El problema es que yo de política, aunque observo, cada día entiendo menos por lo que es el escenario más incierto al que nos enfrentamos." (Jose Carlos Díez, economista)

Creo que el gran problema es vivir, no es morir -como hizo Sócrates, aunque le honre- en medio de tantos de nuestros dolores, pues frente a ello es una banalidad la muerte; lo imposible es vivir y mortificarse al mismo tiempo, y eso parece que vamos a tener que aprender a partir de ahora, como dijo Cioran: "buscar el secreto de esa mortificante imposibilidad, descifrar el misterio de la respiración y de las esperanzas."

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