Las modernas tecnologías operan también con los recuerdos y las imágenes que nos ligan a un lazo de recuerdo infantil, juegan con nuestro subconsciente infantil, no se prodigan las imágenes de los que están arriba o dirigen la razón sino la de un buen "santurrón", que nos enseña que mamá nos espera con el fierabrás de la abuela, o que tenemos que hacer la colada, etc., son todos mecanismos para unir la conciencia. Por eso, se puede respetar las creencias en esa amalgama. No me gusta adoptar tal vez la palabra "santero" porque su significación está muy ligada a una determinada religión y a una doctrina de la milagrería y de la sumisión por este poder. Pero de todos modos hay casi unanimidad en estar presentes en tierras muy marianas, como la que yo procedo, de donde vienes todas esas influencias de los santos.
Lo que me interesa de esta cuestión es que se erotizan los productos no con las santas Imágenes sino siempre con la alegoría de un santurrón, un catecismo que enumera y recuenta sus ídolos menores, para así no manchar el nombre de los otros, de los que están más arriba. Y lo que me interesa también en este juego jerárquico es ver cómo la religión del Poder repite la ficción perpetua de las máscaras y de las insignias, en sus grandes figuraciones políticas.
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