lunes, 24 de enero de 2011

los nacionalismos, un punto de paso obligado

Al hilo de lo que se estructura sobre las llamadas aglomeraciones nacionales y también al hablar de la especulación y las interferencias internacionales, esto es lo que escribe un economista noruego, Erik Reinert: “Finlandia ha ofrecido recientemente un ejemplo de una adaptación extremadamente inteligente del libro de Porter. A principios de la década de 1990 Nokia era una pequeña empresa que decidió pasar de la fabricación de botas de caucho, neumáticos y morteros adhesivos para azulejos a la electrónica. Era “nacional”, pero evidentemente no era una “aglomeración”. Siguiendo a Porter, nadie la apoyaría. Pero a principios de la década de 1990, cuando el ETLA (Instituto de Investigación de la Economía Finesa), bajo la dirección de Pekka Ylä-Anttila, formulaba la estrategia de la política industrial finesa, resolvió el problema añadiendo una nueva categoría teórica: la “estrella solitaria”, que podía ser también aceptable aunque no fuera una aglomeración. Aquella ocurrencia salvó la política de apoyo a Nokia.". "El nacionalismo, pese a todos sus horribles excesos, ha sido un punto de paso obligado -al igual que la industrialización- para el desarrollo económico: el deseo de que al propio país y a los descendientes de uno mismo les vaya bien fue la principal fuerza motivadora del esfuerzo emulador europeo a lo largo de los siglos. También los economistas eran nacionalistas. Como las de cualquier otro, las opiniones de los economistas se ven influidas por su entorno, y a un habitante de Silicon Valley que en la década de 1990 se opusiera al libre comercio internacional habría que haberlo llevado al psiquiatra. Pero visto desde Kampala, en Uganda, la perspectiva podía ser diferente. Existe entonces un problema insuperable en el hecho de que la teoría económica y sus recomendaciones son independientes del contexto, y los que la practican se enorgullecen de que no se vea afectada por los hechos, como señaló el teórico noruego del comercio Victor D. Norman.“

Se trata del libro The Competitive Advantage of Nations de Michael E. Porter que en la década de 1990 puso en el candelero a las “aglomeraciones (clusters) nacionales”.

Y se dice en él que el objetivo subyacente de las “aglomeraciones nacionales” son o deben ser las innovaciones, porque si no se percibe este objetivo se puede acabar apoyando la exitosa aglomeración Noruega para exportar bloques de hielo: lagos helados, serrín para el aislamiento y navieras internacionales. Aquella efímera aglomeración murió con el invento del frigorífico.

Lo peor de todo es que acabemos echándole la culpa a la “corrupción” de los políticos y mercenarios, sólo porque esto nos hace políticamente más correctos. Porque podemos crear muchos equívocos. Antiguamente se creó hasta una especie de política eugenésica, sí es cierto, con las antiguas colonias, para explicar la pervivencia de la pobreza en las colonias por el problema racial. Un economista estadounidense de los más influyentes de la época, Irving Fisher (1867-1947), era también la persona más influyente en el movimiento eugenésico estadounidense; John Maynard Keynes (1883-1946) fue vicepresidente de la Sociedad Eugenésica Inglesa. No obstante, la corrupción no es sino aflorar otras tantas pandemias o epidemias más, además de la relación con la climatología y la geografía. Lo cierto es que si miramos al más cínico de nuestros amigos, que puede estar ahora en Latinoamérica viviendo, diría que esto es un complot estadounidense para arrebatar a Gran Bretaña su posición como potencia hegemónica global. Y de camino también plantarle cara al euro. Pero desde 1776 hasta el final de la segunda guerra mundial la práctica económica de Estados Unidos constituyó de hecho una guerra prolongada contra las teorías económicas que hoy día impone en el mundo subdesarrollado. Es decir, EEUU ha tomado un viraje ideológico ella misma en su política. Desde el reproche de Roosvelt a Churchill la fe en la capacidad del mercado para crear automáticamente la armonía se limita a unos pocos paréntesis históricos, rápidamente superados. Sin embargo, la idea fundamental de que sólo ciertas actividades económicas producen riqueza, es una guerra ideológica que ha tenido continuidad ininterrumpida y que está presente y donde no están solos los estadounidenses.

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