“Todo hombre es rico o pobre según el grado en que pueda gozar de las cosas necesarias, convenientes y gratas de la vida. Será rico o pobre según la cantidad de trabajo ajeno de que pueda disponer”, dice Adam Smith.
A lo que responde Marx con la cuestión del valor:
“Nuestro posesor de dinero tendría que ser tan afortunado como para descubrir dentro de la esfera de la circulación, en el mercado, una mercancía cuyo valor de uso poseyera la peculiar propiedad de ser fuente de valor (Quelle von Werth), creación de valor (Wetschöpfung).” (Marx, El capital, -1873-, I, 4, 3)
El posesor del dinero se enfrenta al posesor del trabajo, estableciendo asi una relación práctica entre dos personas, pero sin ser miembros de una “comunidad” previa, sino personas individuales aisladas, libres, iguales, propietarias. El enfrentamiento “cara-a-cara” entre el que tiene dinero y el “pobre” nos remite a la “situación originaria” de la que parte Marx:
“En el estado primitivo y rudo de la sociedad, que precede a la acumulación de capital el producto íntegro del trabajo pertenece al trabajador”.
Para Hayek, Friedman, y para el mismo Rawls, el que haya ricos y pobres es un hecho cuasi-natural, de la suerte o el azar, pero no objeto de crítica económica o filosófica. Evidentemente, esta no es la posición de Marx.
Este tema lo trata Marx, sistemáticamente. Se ocupa de las condiciones de posibilidad del “contrato” y describe dicho enfrentamiento entre dos propietarios como “desigual”, no-equivalente, producto de una historia previa violenta.
Se trata de la cuestión práctica de la relación interpersonal, desde donde Marx describe la situación alienada del trabajo. Por ello le dio tanta importancia al presupuesto del contrato.
La separación entre la propiedad (del dinero) y (la propiedad de) el trabajo se presenta como ley necesaria del intercambio entre capital y trabajo. Lo sería positivamente el trabajo como actividad, como fuente viva (lebendige Quelle) del valor. El trabajo, que por un lado es la pobreza absoluta como objeto, por otro es la posibilidad universal de la riqueza como sujeto y actividad. (Marx, Manuscritos, 61-63).
La relación de interacción y de intercambio es por ello tan importante, para que no se aliene la acción ni el trabajo, y para que haya una verdadera dialéctica social.
De lo contrario, se imponen otras relaciones de dominio, de superioridad de la técnica y de sometimiento del trabajo. Se impone otro marco de otra ideología, que es no sólo la del capital, sino la de la despolitización, la neutralidad de las reglas para dominar con la técnica.
También algunas ideas de la “filosofía de la liberación” tienen relación con este recien traído bosquejo del pensamiento marxiano, pero desde esta filosofía se acentúa la idea de que la “relación” práctica entre posesor-capital (“rico” para Smith) versus posesor-trabajo (“pobre”) es una “relación” cuasi-natural para la filosofía vinculada al capitalismo.
El “pobre” (para Smith y para Marx), antes que asalariado subsumido o alienado en el capital, es la condición de posibilidad de la existencia del mismo capital. El capital es, en último término, una “relación social (gesellschaftliche)”, no comunitaria, justificada por el modelo legitimador de la economía política capitalista (en el que debe incluirse a Rawls, y en parte a Ricoeur y Apel, en cuanto no críticos del todo de un tal modelo).
Hoy día todo esto se encubre quizá con otras filosofías, que apuestan por otro tipo de relaciones o que intentan legitimar la relación de otra manera, discursiva o dialécticamente, del tema.
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