Sé que vuelvo a este tema. Y mucho de lo que hay no es una identidad nuestra querida sino la que es querida por otros, por los sistemas de intercambios, y en tanto somos en esencia equivalentes y humanos, tampoco hay que buscar una diferencia en todo. Pero en estas referencias, en torno a la representación subjetiva y de la autoafección sí creo que debemos avanzar si queremos terminar con el maltrato, y hay lagunas pendientes.
Hoy se vende a través de la imagen también el lenguaje y todo, y no es cosa secundaria. Son medios de producción como pueden ser otros. Por tanto hay que tratar con ellos.
Hablo de la representación del cuerpo propio y de los afectos humanos. Tema del que poco he sacado en positivo. Y que siempre permanece inculto. Y que lo resolvemos casi por omisión siempre. Es decir como si no existiera, para ellos no tiene valor o si lo tiene es secundario. No quiero personalizar en nadie.
Para ellos sólo tendría valor en tanto afecta a la genealogía masculina, al problema que decía de generación y de valor institucional y social. Aquí es donde está el verdadero conflicto afectivo en el hombre.
Y la mujer no ha sabido entrar de lleno aquí, antes lo hacía por el matrimonio y ahora que se han liberalizado las relaciones ella queda como algo que tiene un valor secundario. Sólo en las relaciones entre madres e hijas se podría encontrar un valor de autorreferencia para ella misma.
Aunque parezca ingenuo, en realidad esto es lo que dice Virginia Woolf en "Un cuarto propio", la mujer debe empezar por aspirar a su independencia económica y también debe tener un cuarto propio.
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