martes, 18 de enero de 2011

sobre la teoría fractal y los sistemas caóticos

La trascendencia ha estallado en mil fragmentos. El sujeto actual ya no está alienado, ni dividido, ni lacerado. Alienados, nosotros ya no lo estamos a los otros y por los otros, lo estamos a nuestros múltiples clones virtuales.

Sí, realmente es un fenómeno actual que estamos viviendo también gracias a la videocultura o estereocultura, en que el sujeto está exorbitado. Es como los fragmentos de un holograma, cada esquirla contiene el universo entero.

Bueno, estas son ideas del filósofo francés Baudrillard, que habla en nosotros de un extraño narciso, donde ya no buscamos una imagen ideal de nosotros, sino la reproducción genética de nuestro interior hasta el infinito. Ya no es la diferencia entre un sujeto y otro, es la diferenciación interna del mismo sujeto hasta el infinito.

Entonces esto puede explicar también en esta obsesión por la diferenciación con uno mismo el que se hayan multiplicado también las enfermedades. O el que seamos conscientes de más patologías clínicas. Aunque realmente es terrible porque no sabemos si depende de una síntesis o de una fórmula o de la reproducción genética.

Las enfermedades mentales se dice también que han aumentado por esto.


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Los sistemas caóticos han ido apareciendo uno tras otro durante todos estos años hasta involucrar prácticamente todos los aspectos de nuestras vidas.

Se descubrieron comportamientos caóticos en la economía. Los tiempos de crecimiento y de crisis se suceden continuamente. Pero su duración y su profundidad nunca se repite.

(Estos apuntes los cogí de un programa de divulgación científica de radio nacional).

Es impredecible. Un crecimiento excesivo trae tarde o temprano una recesión. Pero como en la predicción del tiempo no sabemos cuándo va a ocurrir.

Si yo sé que unas acciones van a bajar las vendo cuando están altas pero si el comportamiento del mercado de valores obedeciera a una ecuación matemática con resultados exactos todo el mundo intentaría vender al mismo tiempo y nadie compraría. Así pues el mismo conocimiento provoca la crisis. El caos hace acto de presencia.

El caos ha aparecido en la medicina, está en los latidos de nuestro corazón, se observa en los sistemas biológicos en los que varias especies de seres vivos compiten unas con otras por la supervivencia y en muchos otros campos que sería muy largo enumerar aquí.

En el fondo lo que la ciencia del caos nos enseña es que en un momento de nuestras vidas aquí y ahora existen infinitas posibilidades de futuro y una pequeña duda puede modificar el porvenir de una forma imprevisible, el simple aleteo de una mariposa en un extremo de la tierra (el efecto mariposa) puede ser el principio de un huracán en el otro extremo del planeta.

Pero lo que también nos dice la física del caos es que no hay vuelta atrás. En cada movimiento estamos escogiendo un futuro entre infinidad de futuros posibles pero no podemos volver atrás para vivir dos vidas y compararlas. Una vez hecha la elección es imposible conocer lo que hemos perdido.

En cierta medida es un alivio, significa que nadie puede controlar nuestro futuro.

Frente al espíritu que no conoce límites, que, con su voluntad humana, sabe domar a la fuerza interior y la convierte en una fuerza práctica, eficaz, es de admirar.

Pues el poder del caos -magnífica fuerza creadora- no conoce una dirección determinada, apunta sólo al infinito y al caos de donde procede.

“La entropía es un coeficiente de la segunda ley de la termodinámica que determina el nivel de equilibrio o desorden de las moléculas de un líquido. La ley establece que todos los sistemas tienden al desorden y al caos y que para reconducirlos al orden es preciso aplicar o gastar energía.”

Pero como diría Gioconda Belli, la poeta nicaragüense, con algo más de poesía, el mundo pulsa como una bomba pero en los precipicios del arco de tu brazo ni la muerte ni el caos me amenaza.

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