Sobre lo que respecta a los derechos humanos, a la democracia, al respeto a las diferencias entre cultura y civilización, hay un acuerdo mayoritario, por medio de tratados internacionales de derechos humanos, por el que se deben respetar estos derechos fundamentales.
Y es una cuestión de asimilación también de una generación a través de la otra. Lo cierto es que es innegable el respeto de los derechos humanos, y además hay que desechar el modelo robinsoniano, de neoliberalismo, donde la única lógica es la del beneficio puro; habría que hacer alguna distinción entre cultura y desarrollo de civilización para poder respetar, desde el valor de la diferencia, el enriquecimiento y la integración; para evitar el desarraigo identitario, la clandestinización de ciertas prácticas.
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