miércoles, 19 de enero de 2011

el funcionariado como régimen de propiedad

El funcionariado está dispuesto como régimen de propiedad y es por eso que esa captura de los sujetos ha permitido gaantizar por Ley el amor a los jefes. En la época del capitalismo industrial y colonial la recuperación del pobre planteó el infinito problema polí­tico con respecto al gran temor burgués. El débil vagamente culpable ya no es mantenido simplemente en algo aparte, el no propietario se convierte en un reprobado, siendo el enemigo clasificado. El mito patriota de los ciudadanos-hermanos, libres e iguales en el enfrentamiento de cada uno con la ley reenví­a en consecuencia a la desaparición del Padre y con ello se desmitifica el papel de lo sagrado. Que la realidad simbólica es esencial lo es así­ porque el milagro de la sumisión siempre opera por una creencia. En este caso, cambiando las máscaras de todo. Y al mismo tiempo que por una "creencia" también opera por el carácter funcional de los "olvidos", el sistema constitucional puede construir un dogmatismo más o menos revolucionario pero lo importante es resguardar la simbólica de un asistente supremo. Esta realidad simbólica en el milagro liberal se pronuncia en los principios de Libertad-Igualdad-Fraternidad. El ideal democrático y racionalista juega también en él a posteriori. Digamos que se ha producido la revolución, por ejemplo, el ideal napoleonico luego del estrictamente burgués, y ahora se debe construir la legitimidad de un Estado, llámese nacionalista o centralista y descentralizado. Las diferentes opciones pluralistas que pugnan al poder es lo que da inmediatamente la legitimidad democrática al sistema. Pero a veces se olvida todo lo que ha quedado atrás, todo el sacrificio realizado casi siempre por el pueblo desposeí­do. La filosofí­a de las Luces encontró un buen mito igualitario, un buen sistema de igualdad de oportunidades basadas en la creación y redistribución de la riqueza. Hoy dí­a los polí­ticos en donde veo que ponen más énfasis es en la educación y en la polí­tica de empleo. Cuestiones que se han eternizado y en las que no hemos avanzado suficientemente. Pero por otra parte una gran masa de trabajadores llegan como inmigrantes y resucitan el gran temor burgués del peligro social del desposeí­do que necesita creer en ese ideal y crecer con el conjunto. Es asimilado pues también alimenta el sistema de pensiones y se le permite la entrada legal con ciertas restricciones. Napoleón recreó a un Justiniano imaginario también. Cuando veo a los polí­ticos hablar nos damos cuenta de que no hay un buen mito real que nos una, un gran ideal por el que todos podamos luchar juntamente. Nos hemos cargado la familia, el matrimonio, la religión, los valores de la educación, todo se mide a partir de ahora por el único sistema del capital y los medios de producción. Por tanto la verdadera familia es el trabajo y después el capital. Lo importante no es una sujeción por la fuerza sino por la creencia, de esta forma todos sentimos la seguridad de que pertenecemos a una cultura, a un parentesco, que somos una comunidad pues no podemos estar solos. De ahí­ la función que tiene el rito o el ceremonial en la comunidad como culto y éste ha existido en todas las formas de cultura. Se puede seguir siendo un rebelde, un poco contestario también, lo que puede servir para no estar seguro en ninguna escuela y menos de la Escolástica. He de decir que la palabra "sí­mbolo" viene de "símbola" del griego, que significa "las dos caras de una moneda", para querer significar aquello que une varias cosas en una, ése es el significado etimológico. Por eso la función principal que tienen los sí­mbolos es la de unir antes que la de separar. Lo que pasa es que todo se presta a los sentidos y los sí­mbolos mismos cambian y se reemplazan por otros. Y parece que este sistema en verdad no responde a otro criterio que el del Rendimiento y nuestros polí­ticos han descubierto algo sobre lo que se puede hablar, la economí­a de los impuestos, sin tapujos y quitándose las máscaras. Este realmente es el universo del patriota burgués. Todo lo ha reducido a capitalismo y a economicismo. Creyendo que así­ nos liberábamos de la idea misma de Estado y de la idea ancestral de Poder, incluso de la idea de desburocratización para hacernos felices, pero todo eso es una manipulación. Lo único que la clase burguesa ha reservado en el papel heroico de esta mística de la utopí­a ha sido que ella misma se haya enclavada en un dogma, la lógica de los dogmas. Y creo que es esa realidad dogmática la que ha hecho que no se pueda todaví­a destruir este sistema que está anclado y construido en el culto de los antepasados por una manipulación o una subversión de los sentidos interpretativos. Otros sistemas que se le han confrontado han sido vencidos -por ejemplos las ideologí­as del proletariado que acceden a un partido único-, todas ellas han contruido un dogmatismo que tení­a un peor calado. Sin embargo, ¿cuánto durará más la ideologí­a liberal? Creo que debemos ir a completar ese ideal del proyecto racional ilustrado, la educación, la investigación y desarrollo son una asignatura que está pendiente en nuestro paí­s en relación con los otros paí­ses de Europa. Tal vez Europa tiene todaví­a algún mito que contar.

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