Acceder al sentimiento de autocompasión o de víctima, como se accede a un chantaje emocional, puede ser un sentimiento demoledor, y a veces el sentimiento de lo equitativo o lo justo puede que servir para guiarnos u orientarnos en este desequilibrio. Otras veces la compasión es una manera de enmascarar la verdad. Pero también puede referirse a un sentimiento humanitario si prima la razón de la equidad. Pero hay que estar más allá de la autocompasión, nos dice Cioran: "No la usemos con nosotros mismos, no nos quejemos, poseemos la energía vital para defendernos lo suficientemente. Y todavía en nuestras lágrimas hay mucha energía vital."
La conciencia de culpa no depende sólo de un juicio de corrección o incorrección, un juicio de valor o el temor a la sanción penal; desde su aspecto filogénetico y ontogenético, la culpa como sentimiento procede de los lazos que unen a la sociedad entre sí, es algo mayor, es como si tuviese que ver con un sentimiento de pavorosa desolación ante una acción que infringe todo el orden cósmico, tiene que ver por ello con el "tabú", como dijo Freud. Por eso hablamos de la presencia de un tabú no como un conjunto codificado de enunciados normativos sino como la adhesión vivida a un orden sagrado de la vida, y decir "sagrado" es como decir “natural”, en este orden de valores, pero como un simple distinguo. En ello encontramos una relación de lazos más poderosa que cualquier otra cosa, de algo que evite la disolución de los lazos humanos, que mantenga en pie la entera fábrica de la vida comunal.
Mientras que la responsabilidad individual es algo que nace del sujeto, de un yo subjetivado, de una experiencia internalizada con la relación natural de la vida. Es un problema de socialización también, el del sentimiento de culpa, pero no creo que esto sea incompatible con la internalización de la culpa o con la responsabilidad individual. La socialización se corresponde con la ulterior fase de externalización de la culpa.
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