martes, 18 de enero de 2011

la Europa del límite y los valores


"El productivismo, el time is money, la eficiencia, el mercado ¿eran esos los valores supremos? Creo que en el arte de vivir tal vez estos valores no lo sean", (Jose Luis Sampedro, El mercado y la globalización, 2002).

Europa, desde Grecia, adquirió el sentido del “límite”, "némesis". Y Némesis era esencialmente -así lo proclama el "modius" sobre la cabeza de las efigies- la diosa de la medida, del derecho. La que castigaba a los que traspasaban los límites puestos por los dioses. La conciencia del límite estaba muy profundamente arraigada en la sabiduría clásica, en la manera de vivir de los clásicos. Después, Europa adquirió el sentido de los valores religiosos. Y más tarde, el sentido de los valores humanísticos.

Y entre otras grandes culturas tan respetables como las orientales que hay en el mundo, una cultura del “límite” puede jugar, debe jugar y tiene que jugar un gran papel.

La educación difícilmente se puede esperar del sistema, porque el sistema está interesado en darnos precisamente aquella educación que nos hace consumistas. Por tanto seguiremos con el consumismo y con la economía de mercado. Pero ¿cómo conseguir ese otro desarrollo basado en otra escala de valores? Es indispensable educar.

Hablar de Europa es hablar de Antígona, de este personaje sacrificial que arroja luz, y de Edipo su padre a quien sirve de guía, porque está en el conflicto naciente de la tragedia clásica, de personajes que no terminan de nacer, o que algo falla en su destino al nacer, o que tienen sueños reveladores. Al fin y al cabo Edipo como un mendigo sueña casarse con Yocasta para ser rey.

Aquí los mismos dioses aparecen limitados en el plano del tiempo, el mismo Creón. Es la ley divina, al parecer, pues en el mismo instante que un dios debía aparecer, estuvo Antígona sola, nadie aparecía. Los mismos dioses viven en un tiempo remoto del que no pueden descender para hacerse presentes, así como los reyes viven en un presente fugitivo.

Y esta idea del límite, de sentido del límite, desde Grecia, es también algo característico de Europa.

Y además para llegar al sentido total que la figura simbólica contiene, a Antígona no le bastaba la inocencia de su perfecta virginidad, tuvo que llegar a la palabra, hacerse pensamiento. Tuvo que ser conciencia pura y no sólo inocente. Una metáfora la de la virginidad y una categoría de ser, que sólo pasando por su no-ser se da. Que fecunda sin ser fecundada.

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