jueves, 20 de enero de 2011

La teoría de Thomas Kuhn de los paradigmas

"La teoría de Thomas Kuhn de los “paradigmas” de la historia de la ciencia se puede utilizar, en mi opinión, con buenas razones, como un ejemplo particularmente instructivo de la convergencia de las historias efectuales de Wittgenestein y Heidegger. Pues el concepto de paradigma, que Kuhn introdujo con la doble función de condición positiva de posibilidad del progreso científico y, a la vez, de relativización histórica de ese mismo progreso, este concepto central y multifacético, decimos, puede ser iluminado tanto desde la perspectiva de los juegos del lenguaje de Wittgenestein y sus paradigmas de “certeza”, como desde la perspectiva de las fundaciones epocales iluminadoras-ocultadoras de mundos de la heideggeriana historia del ser.

Visto desde la perspectiva de Wittgenstein, los paradigmas “inconmensurables” de la ciencia y de su posible progreso aparecen como ilustraciones de la idea de que los juegos de lenguaje, en tanto que partes de “forma de vida”, están entretejidos con “actividades” y con formas de interpretación del mundo gramaticalmente condicionadas y válidas a priori; de que tales juegos de lenguaje, en esa medida, actúan como “mdelos” criteriales para el uso del lenguaje, la práctica experimental y el tipo de resultados de la investigación que pueden esperarse y acpetarse como verdaderos o falsos, y por ello, no pueden ser puestos en cuestión por la ciencia empírica, porque justamente tienen que ser ciertos a priori en tanto que condiciones de la posibilidad del funcionamiento del juego de lenguaje científico y de su praxis correspondiente. Lo principal del concepto Kuhniano de paradigma -lo que resulta provocativo para la representación tradicional del progreso lineal de la ciencia y de su racionalidad unificada- se alinea, en esa medida, junto a la sugerencia de Wittgenstein de que no es posible retroceder más allá de la pluralidad y la diversidad de los juegos del lenguaje y de las formas de vida que los sustentan, y de que, por lo tanto, hay que contar con que la diversidad de las formas de vida, en cuanto trasfondo de los diversos juegos de lenguaje, puede imposibilitar el entendimiento comunicativo por medio del lenguaje. (De tal modo que nosotros los hombres no podríamos entender, por ejemplo, a los leones, si es que ellos pudieran hablar. Y es lógico suponer una limitación semejante de la comprensión también a la hora de entender formas de vida humana extrañas -por ejemplo, las así llamadas culturas primitivas).

Ahora bien, este relativismo sincrónico que surge inmediatamente de la perspectiva de Wittgenstein se corresponde ampliamente con el relativismo diacrónico que surge inmediatamente de la iluminación epocal del mundo en Heidegger, la cual -tal como hemos mostrado anteriormente- se deriva de la reinterpretación radicalizadora que, desde la historia del ser, sufre el concepto, relativo al “ser ahí”, de verdad como “apertura”. Aquí es sobre todo la siguiente figura conceptual la que parece corresponderse con la función del concepto kuhniano de paradigma: en una observación tardía en Zur Sache des Denkens, Heidegger reconoció, por una parte, que era “inadecuado” hacer pasar su concepto de iluminación del mundo de ocultamiento desocultador (a-létheia) como el “concepto de verdad originario”; puesto que aquí falta el momento de la adecuación, en el sentido de la concordancia con algo dado previamente. Pero, por otra parte, subrayó de nuevo que con el concepto de “iluminación” se ponía en libertad una dimensión que precede sistemáticamente al concepto tradicional de verdad, puesto que se trata de una condición de posibilidad de los juicios o enunciados adecuados e inadecuados sobre lo ente".

Karl-Otto Apel, "Semiótica trascendental y filosofía primera".

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