viernes, 14 de enero de 2011

las precondiciones reflexivo-trascendentales del discurso racional del argumentar

La autoconsistencia posible de la “doble estructura” performativo-proposicional del habla y de la argumentación humanas puede caracterizarse como la consistencia del Logos humano. -Kant hablaba a este respecto del “acuerdo de la razón consigo misma”-. Entre las precondiciones pragmático-trascendentales -que tienen que ser explicitadas una y otra vez- del discurso racional y, con ello, del Logos, cuentan las pretensiones universales de validez de los actos de habla argumentativos, junto con la necesaria presuposición de que ha de ser posible -por principio, aun cuando no sea así en cada caso particular- alcanzar, por medio del discurso argumentativo, el consenso acerca de la legitimidad de esas pretensiones de validez. Con Habermas y Apel se enumerarían cuatro pretensiones universales de validez. Son las siguientes:

1. La pretensión al sentido válido intersubjetivamente y, por así decirlo, intemporal: sus portadores son los signos convencionales de nuestro lenguaje, ellos anticipan en alguna medida, pero nunca lo realizan completamente; antes bien, hay que contar con un proceso de interpretación de los signos (Peirce) potencialmente infinito, como explicación del sentido. En mi opinión, también la pretensión de sentido del habla está sujeta, en tanto que pretensión de validez, a la crítica argumentativa: una afirmación, por ejemplo, o una pregunta, puede “carecer de sentido” (unsinning sein, Wittgenstein), aunque la proposición correspondiente esté sintáctica e incluso semánticamente, “bien formada” y sea en esa medida “comprensible”. La pretensión universal de sentido es en mi opinión la más fundamental pretensión de validez del Logos, puesto que constituye la precondición del resto de condiciones universales de validez de habla.

2. La pretensión de verdad. Está directamente ligada a las proposiciones de los actos de habla asertivos; pero en la forma de presuposiciones de existencia está indirectamente ligada con todos los tipos de actos de habla. (A esta pretensión pertenece también implícitamente en mi opinión la pretensión de corrección de las inferencias, que transmiten la verdad de las proposiciones.)

3.La pretensión de veracidad. Está vinculada con los actos de habla en tanto que expresión de estados intencionales del espíritu. Ciertamente esta pretensión no puede ser desempeñada pertenece a las condiciones de la posibilidad de la argumentación. (La ironía, por ejemplo, en tanto que artificio retórico-literario, trasciende ya la racionalidad del discurso argumentativo en sentido estricto; aunque desde luego la presupone parasitariamente).

4. La pretensión, moralmente relevante, de rectitud ética o corrección del proceso comunicativo. Está ligada a la función comunicativa apelativa de los actos de habla y pone al menos una parte de su fuerza social vinculante a disposición de la coordinación posible de las acciones humanas.

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En el presente contexto, no intentaré mostrar detalladamente que las cuatro pretensiones universales de validez no pueden ser negadas sin que el que las niega se vea envuelto en una autocontradicción pragmático-trascendental. En lugar de eso, me limitaré a hacer algunas observaciones que pueden ayudar a evitar malentendidos. Así quisiera acentúar que no debe confundirse la pretensión necesaria de verdad de una constatación (o incluso de una hipótesis) con una pretensión de certeza, tal como ocurre en ocasiones por parte de falibilistas precavidos en exceso. Porque precisamente para poner en cuestión o criticar una proposición el crítico tiene que conocer la pretensión de verdad que está ligada con ella. Si se niega o se deja de reconocer la pretensión de verdad, la proposición -especialmente si es una hipótesis- queda inmunizada contra toda crítica posible.

Ahora bien, la comprobación de la pretensión de verdad de una hipótesis presupone por principio una comunidad ideal de argumentación. Es decir: presupone normas ideales de comunicación en el sentido de iguales derechos y deberes de reciprocidad argumentativa. Por esto en mi opinion es suficiente con la formulacion de hipótesis racionales comprobables para mostrar que por principio se presupone también la posibilidad de desempeñar racionalmente las pretensiones de rectitud, moralmente relevantes, de las propias acciones comunicativas del argumentar. En otras palabras: la presunción de las racionalidad de la ciencia empírica presupone ya la racionalidad de una ética. Para Apel la ética o el por qué debo ser moral dependería en última instancia, al contrario qeu para Popper, de una norma valorativa racional y ética de por sí, y lo pre-racional quedaría subsumido a las precondiciones reflexivas del lenguaje.

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