martes, 18 de enero de 2011

sobre el copista medieval

Desde las escrituras reveladas hasta la fina labor de recopiado del legista o canonista medieval la palabra y la escritura ha dado todo el de sí que podía.

Siempre la palabra y su escritura ha estado relacionada con algo sagrado, y también con la institución y la ley. Hasta el punto que más importante que el original es la copia; este debate viene desde la edad media, y ahora se ha actualizado con la copia digital, pero es lo mismo.

En realidad no es algo de creer en nada sagrado, en el original, sino de creer más en la labor del recopiado; conocer la historia y sobre todo la historia jurídica y administrativa es saber esto, que se ha construido todo un mundo y hasta una forma de gobernar a partir de una técnica copista.

Estoy segura de que a una escritora como Virginia Woolf no le gustaría ello tal vez, sino más bien esa cosa ingenua de escribir, ese descubrimiento de ”algo“, que ella está buscando siempre en el inconsciente, en el original, un poco como ella describe de aquello que le hace como desaguarse a ella misma, porque estamos trazando otros ríos o torrentes, pero ella sabía mejor que nadie que la palabra nacía de la palabra, que era una labor de estudio o elaboración constante y muy ensayada.

La gran labor y refinada del ”copista” amanuense en la edad media es lo que pretendemos destacar, porque muy pocos conocen la historia de verdad, y no saben la importante labor de transmisión cuando todavía no existían los medios técnicos de ahora, esto ha sido muy costoso, pero sólo así se ha mantenido el saber.

Porque se ha tergiversado la historia, con este gran “quid pro quo”, creemos que la palabra es un estandarte siempre nuevo, para eso está la publicidad siempre engañándonos, y no nos damos cuenta todo lo que se manipula con ella. Para eso, la cultura no es lo civilizado, la ”cultura” en el Decreto de Graciano, era un saber salvaje de todo aquello que procedía del saber de las estrellas, pero se ha producido una mistificación de los sentidos por su asimilación y se ha atraído hacia lo que es la ciencia; y así es cómo ha operado el sentido de la palabra también, nada de sagrado, hoy día está demasiado desacralizada, mistificada. Tendríamos que volver, sí, a recuperar ese sentido de lo sagrado; pero yo me pregunto, ¿es que no había nada sagrado en la copia?, hoy día sin la copia no habríamos salvado a Aristóteles, y a toda la civilización moderna y occidental; por eso, ¿qué es más sagrado?

No es tanto la copia, cuanto lo que nos atribuimos de ella, sus dones sagrados, su misterio humano, su verdad, su búsqueda, es como hacer de ella un personaje del original. Y a la vez es un esfuerzo sintético y analítico de exprimir y de buscar el significado de verdad.

Hay que pensar que no es inútil esta labor que consiste en una etapa muy importante de la historia, a partir del siglo XII, cómo fuimos salvando las copias de todos los textos importantes, de lo que nos legaron los griegos y los romanos y todo empezó a aflorar desde ese momento.

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