martes, 18 de enero de 2011

una sociedad exclusiva de mujeres

Las tesis de Valérie Solanas cuales pudieran ser las consecuencias de un extremoso radicalismo diferencialista: Abogar maniqueísticamente por una sociedad exclusiva de mujeres liquidando al macho: lo que conlleva es constituir el discurso de la diferencia como discurso de la liquidación al mismo tiempo que liquidar el discurso de la diferencia. ¡tanto peor para la autoperpetuación de la megalomanía machista!

Realmente éste no es mi discurso, por mucho que Celia Amorós apele a Amelia Varcárcel, y critiquen el discurso de la diferencia; yo soy partidaria de un discurso de la diferencia pero de un universalismo también. Ciertamente el varón es el portador y el definidor de la universalidad y esto no es tampoco.

Ya está bien de vocación masoquista de la mujer y de heredar bancarrotas… Ya es hora seguramente de que se ponga en cuestión toda la filosofía de la historia soteriológicamente inspirada y fundamentada en supuestos tributarios de un problemático realismo de los universales (el proletariado, la feminidad), de que empecemos a pensar que, si no la salvación, al menos el adecuado encarrilamiento está en orientarnos hacia un sano nominalismo.

La pretensión de universalidad no implica una sociedad de comunicación como un totalitarismo igualitario, en cuanto ésta no está consumada en sí misma, sino que siempre debe estar abierta al diálogo. No creo que las mujeres estemos sólo para cubrir bancarrotas ni huecos sucios o negros de otros. Son los hombres los que son vulnerables al liberalismo o al capitalismo más extremo, y luego vienen a nosotras llorando. Evidentemente, se trata de alcanzar un estatuto profesional, de tener un puesto de trabajo, pero esto es algo que no se puede poseer como cualquier otro objeto.

Para tal liberación la lengua representa un instrumento de producción indispensable. Debo hacerla evolucionar si quiero tener derechos subjetivos equivalentes, si quiero intercambiar objetos y valores equivalentes. La mujer no tiene una referencia propia para definirse a ella misma. Para representarse a ella misma. Y tiene que hacerlo a través de lo que el hombre quiere o siempre ha querido de ella. Pero ello no quiere decir que la mujer deba responder siempre a lo contrario del hombre, en muchos casos nos definimos con equivalentes derechos y en esencia somos humanos ante todo. El lenguaje puede ser un medio para evolucionar, por tanto no lo descartemos, y también el mundo de los afectos compartidos.

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