viernes, 14 de enero de 2011

cosmopolitismo no es comunitarismo

Pero si el cosmopolitismo pese a todo se ha de constituir en una alternativa tanto frente a la abstracta humanidad del universalismo abstracto cuanto frente a la concreción comunitarista de las simples comunidades nacionales, ¿qué es lo que habremos de entender bajo semejante término?

Por mi parte, reconozco no estar en condiciones de ofrecer una definición tajante del mismo. Nietzsche ya advertía que sólo nos es dado definir aquello que carece de historia; y el cosmopolitismo o por mejor decir la comunidad cosmopolita habrá de ser una comunidad ubicada en el tiempo y asimismo naturalmente en el espacio, como cualquier otra comunidad sociohistórica. De modo que a falta de una definición, echaré mano a este respecto de una metáfora por la que confieso sentir desde hace años una cierta predilección, no siendo ésta tampoco la primera vez, ni habrá de ser la última, que me sirvo de ella.
Se trata de la metáfora del economista Kenneth E. Boulding según la cual los seres de nuestra especie seríamos pasajeros de lo que dio en llamar la Spaceship Earth, esto es, la Aeronave Espacial Tierra. Lo que trata de transmitir dicha metáfora es la idea de que la aeronave transporta como pasaje a la totalidad de la especie humana, esto es, a la comunidad humana en su conjunto, comunidad ahora interpretable como una comunidad de comunidades.

El cosmopolitismo representaría ahora una tercera alternativa destinada a superar por igual el exceso de abstración del universalismo al uso -que prescinde de la insoslayable inserción del individuo en alguna comunidad- y la insuficiente concreción del comunitarismo asimismo usual, para el que el ser humano más concreto imaginable sería el ser humano en su condición de miembro de una comunidad, y por más señas de una comunidad nacional, olvidando así el comunitarismo que la individualidad hace a los seres humanos más concretos aún que su nacionalidad, que es lo que explica, tanto o más que la crítica al universalismo abstracto, la necesidad que el cosmopolitismo tiene de verse complementado por el individualismo.

Algo que en cualquier caso no acontece con la comunidad humana en su conjunto ya que incluso si la entendíesemos como una concreta comunidad real y no como esa vagorosa comunidad ideal que abstractamente designamos bajo el rótulo de la humanidad, semejante comunidad cosmopolita no sería en rigor una comunidad cosmopolita o políticamente soberana: ni está claro por ahora que el cósmos sea una pólis es decir una sociedad cuyos miembros sean ciudadanos de un Mundo-Estado o Estado mundial, ni mucho menos se halla a nuestro alcance la posibilidad de una utópica pólis sin politéia, esto es, de una ciudadanía sin Estado que nos permita proclamarnos ciudadanos del mundo como no sea por el momento sino a título puramente retórico. El tema del cosmopolitismo bien entendido lo trata con exhaustividad Javier Muguerza en su libro Desde la perplejidad.

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