martes, 18 de enero de 2011

el intervencionismo estatal

El Estado interviene ante todo creando un sistema de educación libre y gratuito para todos, en lo que son los estudios obligatorios, interviene creando un sistema sanitario social también que sea libre y universal (aunque esto no existe en EEUU una seguridad social universal y sin embargo el sistema privado de salud resulta ruinoso y muy costoso a veces, por lo que peligra su eficacia), pero también se entiende que se alimenta con un sistema de cotizaciones públicas para tener derecho a todas las prestaciones con todas las garantí­as.

Interviene creando las infraestructuras viales, aunque también esto lo hace a través de concesiones públicas a otras empresas o de contratación administrativa. Puede incentivar también todo lo que son medidas culturales, etc.

Y en cuanto a ejemplos reales, voy a empezar poniendo ejemplos de mí­nima intervención estatal para que veamos cómo ha ido evolucionando el capitalismo.

La mayor parte de los aportes teóricos del neoliberalismo fueron rápidamente aceptados poniendo fin a la predominancia que el keynesianismo tení­a en la mayorí­a de escuelas de pensamiento económico desde los años 30. Tanto Margaret Thatcher como la administración de Reagan pusieron en práctica estas teorí­as con resultados desiguales. En el Reino Unido, se realizó una fuerte reducción en el tamaño del sector público que, si bien tuvo consecuencias negativas en el corto plazo en el terreno social, reactivó la economí­a y dio una gran dinamismo al sector productivo. En los Estados Unidos, similares medidas chocaron con el aparato polí­tico y la vocación militarista del entorno de Reagan por lo que sólo se logró crear un gran déficit fiscal (las iniciativas de reducción de impuestos prosperaron pero no las de control del gasto social o del gasto militar -gasto público- que eran las principales partidas).

Se aprecia en la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile, posterior al fracaso de su gestión desarrollista-militarista de la primera parte de su gobierno, un modelo económico monetarista con algunos rasgos keynesianos, siendo estos manejados por su equipo de economistas, los Chicago Boys. Estos serí­an vitales para la reestructuración económica de Chile marcadas por las crisis mundiales y la nacionalización del cobre, es el llamado Milagro de Chile, mientras en los paí­ses de la región latinoamericana colapsaban las aplicaciones del modelo cepalino desarrollista y se experimentaba la crisis de la deuda externa produciendo la denominada Década perdida.

Aquí­ vemos algunos casos del milagro liberal, pero no todo ha sido así­, y además no siempre el liberalismo ha sido abstencionista.

El autor de "Hegemoní­a o supervivencia. La estrategia imperialista de EU", Chomsky menciona que Ronald Reagan, quien es reconocido como el "sumo sacerdote de los libres mercados", incrementó el tamaño del gobierno, rescató el Continental Illinois Bank y fundó el consorcio Sematech para salvar a la industria de semiconductores estadounidense, entre otras acciones.

También vemos ahora como Estados Unidos (EU) ha destinado 700 mil millones de dólares para salvar a los bancos, el ex presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan dijo que cometió un error al confiar en el libre mercado, el Premio Nobel de Economí­a Joseph Stiglitz comparó la caí­da del sistema financiero con la caí­da del Muro de Berlí­n, a diario pierden las bolsas de valores y se dice que lo peor está por llegar.

Y es sorprendente, según ha dicho Chomsky, un gran intelectual americano, que los principales medios de comunicación estadounidenses insistan en invertir recursos públicos para salvar a los bancos, sin ningún tipo de control público, mientras que condenan el rescate de la industria automovilí­stica.

Los empleados de la industria del auto ganan 56.650 dólares al año, casi lo que gana en un dí­a Robert Rubin, actual presidente del Comité Ejecutivo de Citigroup, y uno de los responsables del actual desastre económico, en su calidad de ex Secretario del Tesoro de Bill Clinton, apuntó.

Por ello que el tema del intervencionismo puede suscitar también un gran debate, ya que se pueden producir discriminaciones negativas.

La crisis económica también ha evidenciado el "desmantelamiento" que sufre la democracia a causa del sistema del libre mercado, consideró Chomsky.

Es la crisis de un "modelo cultural" si por esto nos referimos a un sistema doctrinal: el fundamentalismo del libre mercado. Pero, a pesar de las pretensiones, esa doctrina nunca fue aceptada por los mismos centros de poder occidentales, pese a que fueron felices en predicarlo a los demás. Esto es un patrón histórico que se remonta por siglos, y es un importante factor en la creación del Tercer Mundo en las regiones colonizadas.

La más inmediata lección de esta crisis es que el fundamentalismo de mercado fue un desastre, lo cual no deberí­a sorprender a los latinoamericanos o a otros sometidos a esta disciplina. Más específicamente, la liberalización financiera conduce al desastre.

También, que la liberalización es un serio golpe contra la democracia. Otra lección subraya la sensible observación del principal filósofo social estadounidense del siglo XX, John Dewey, según él, la política es "la sombra que las grandes empresas proyectan sobre la sociedad".

Esta es la opinión de este filósofo que se declara a sí­ mismo heredero del liberalismo clásico pero también un anarcosocialista, es decir, para él este capitalismo no ha sido verdaderamente un capitalismo, precisamente por lo que hemos dicho antes, no se han producido condiciones realmente igualitarias de libre participación puesto que las normas de regulación han sido desiguales, o las intervenciones del Estado cuando han llegado han sido tarde y mal, privilegiando a los bancos sobre las empresas porductivas. Sobre esto hay ahora mismo un debate creado en la actualidad de nuestro país relevante, entre ellos en el sector de la exportación de la industria automovilí­stica, donde a veces el Estado ha tenido que intervenir.

Pues muchas veces los intereses empresariales se convierten en intereses de Estado por el desastre que podrí­a provocar su ruina.

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