martes, 18 de enero de 2011

justicia y derecho

La justicia que tiene lugar en la distribución de los honores y de las demás cosas que el Estado puede dividir entre los ciudadanos, teniendo en cuenta el mérito, el valor, el rango, etcétera (de manera que el trato entre uno y otro de esos ciudadanos puede ser igual o desigual), es la justicia distributiva.

Mientras que la justicia a través de la cual se da a cada uno en igual medida la llama Aristóteles justicia sinalagmática, y la tradición escolástica medieval conmutativa.

Esta última puede dividirse, a su vez, en voluntaria e involuntaria, según se aplique a relaciones que derivan de contratos (igualdad o equivalencia, por ejemplo, entre lo que se da y lo que se recibe) o a relaciones que sean producto de actos ilí­citos (equivalencia o proporción entre el delito y la pena).

Hasta la época moderna, y especialmente hasta las revoluciones americana y francesa, la idea de igualdad no puede separarse del contexto de un mundo organizado estamentalmente. Es una igualdad relativa a las desigualdades de las posiciones sociales que ocupan los sujetos.

El cambio en esta concepción, el origen de la idea de igualdad en el sentido que hoy le atribuimos, proviene del renacimiento y se vincula a tres acontecimientos que ya hemos antes hablado aquí­, de las leyes cientí­ficas, el sentido laico de igualdad, y el sentido burgués o capitalista.

Y desde aquí­ se canaliza la ideologí­a de los derechos humanos.

En ese sentido el hombre es libre, dándole verdaderamente esencia de hombre o de mujer. Por tanto su estatus social sólo es un aditamento más que no debe ser esencial tampoco. Ojalá fuese así­, con lo que se garantizarí­an la igualdad y la esencialidad del respeto a los derechos humanos.

Justicia y derecho estarí­an más unidas entonces.

Pero la verdad que buscaba Sócrates era una verdad universal, es decir, una definición; quiere saber qué es la justicia, qué es la belleza, etc., es decir, está poniendo las bases para la teorí­a del conocimiento que desarrollarí­an después Platón y Aristóteles. Por eso, este último dice, en su Metafísica, que a Sócrates hay que atribuir, con justicia, dos cosas: los conceptos universales y el razonamiento inductivo.

Y como dijo el genial maestro del saber: "Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia".

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