lunes, 17 de enero de 2011

el jurista y la casuística, el arte de la técnica

Hay que admitir que el arte de la guerra de Sun Tzu puede seducir y servir para ello, aprovechar cuando está el enemigo dormido o cuando está débil o cogerlo por sorpresa. Pero hoy día con los adelantos técnicos que tenemos hay otras formas mucho más efectivas de hacer una guerra o controlar el poder.

Son todas aquellas técnicas que sirven para explotar el sentimiento culpable. Y hay algunos maestros que saben usar esta técnica del sentimiento culpable o de la culpa, como buenos juristas que son, porque todo ello quien como maestra bien lo pergeñó fue la Escolástica medieval, siempre remitiendo hacia una buena ciencia de la Penitenciaría.

Lo que pasa es que hay quien está remitiendo constantemente a la ciencia penitencial, derecho penal o de la casuística penal, en nuestra época también, pero se olvida, porque hay ingenuidad, de una buena casuística.

Para eso hay otros modelos, hay quien los usa muy bien, pero también adolece de encierro dogmático, cuando la técnica se automatiza o logifica; pero es que también hay ingenuidad, usamos estas técnicas sin saber bien para qué sirven, la publicidad las usa todos los días.

Pero si nos fijamos en cuándo más efecto tienen, no es necesario elucubrar o pergeñar mejores técnicas; porque el único efecto que realmente tienen es saber captar la atención del ciudadano o del consumidor, y sobre todo de capturar su deseo, de modo que él elija efectivamente estar ahí; pero cuando más efecto tienen o han tenido en la historia es cuando se ha capturado el deseo mediante la represión de un goce, entonces surge el sentimiento de culpa y el sentimiento culpable.

Por eso esta técnica se inventa casuísticas, aunque siempre habla de lo mismo, pero la atención mayor está puesta en eso, otras veces sólo produce más que una fiebre que compensa para seguir obteniendo la captura de ese deseo, porque esto es como algo adictivo, pero de eso se trata.

Las técnicas que hoy se utilizan son diferentes a las prácticas cultas medievales, pero la ritualización está presente también en ellas.

Antiguamente se capturaba el deseo, sobre todo, a partir de la confesión, de una política de confesores, la confesión aseguraba la casuística y ahí estaba siempre el sujeto y su deseo. Por eso en la edad media se desarrolló un manual sobre la doctrina de la Penitencia en que se especificaban los castigos, los diferentes grados de delitos y la clasificación de los pecados, de una forma compleja y detallada. En eso sí que son maestros los escolásticos, ellos aseguraban así la obediencia y el sistema establecido.

Hoy día no es necesario el procedimiento de la confesión para asegurar el rito institucional, pero hay otros procedimientos en que a través de las técnicas de la captura publicitaria operan por una alta restricción del deseo y del sentimiento de culpa, y por eso siguen presentes.

Hoy todo se hace mediante la captura publicitaria.

Lo importante es ver como se juega con la creencia y con la culpa. Y cómo el poder es el que construye esta especie de tiranía de represión por el goce, de esta forma se juega con una imaginería popular y se cala el corazón de la gente. Esto ni Sun Tzú sabría, porque su técnica es de guerra, es decir, el engaño está presente pero por otros medios más rústicos.

Esta materia aparentemente abandonada en la actualidad lo es solamente porque ahora se utiliza otra casuística de una gran precisión y perfección lógica, pero el mecanismo es el mismo, se juega con el deseo.

Y sobre todo con la imaginería de la mujer, es cuando más ha parecido que se ha jugado en la historia, porque tenía el efecto de provocar la atención popular mayor, y entonces parecía que algo se dilucidaba en el control del poder social.

Esta casuística acerca de la mujer es la que mejor está relacionada desde una mitología popular sobre la captura del deseo o la atención, todos hemos caído en sus redes, está en el Antiguo y Nuevo Testamento con paralelismos claros (la decapitación de varones por parte de mujeres), pero con un simbolismo muy diferente, las historias de Judith y Holofernes y, por otro lado, la de Salomé y Juan el Bautista. Ambas tienen un fuerte componente sexual, aunque el mensaje que lanzan y su resolución sean muy diferentes. Está en el mito de Adán y Eva, sobre nuestros orígenes. Pero está en muchos más sitios, en los Tratados teológicos sobre todo.

Pierre Legendre ha estudiado este método escolástico, catedrático de la Sorbona, quien comenta el libro “La araña herética” (Haereticus araneus) que es un tratado teológico contra los protestantes, compuesto por el jesuita belga Jean David. En él el error= el horror sexual, el herético sigue siendo sin escapatoria presa de los animales lúbricos. La “mujer”, por su simbología, en los tratados de la Edad media era conminada a los infiernos, erigiéndola primero en el objeto del deseo, por exteriorización culpable y que había que evitar, de ese modo en el momento de la confesión el sujeto se sometía por su voluntad.

Son técnicas refinadas del lazo institucional que sirven al poder y al sujeto para mantener la creencia de pertenencia o vinculación al poder.

Son técnicas refinadas porque lo que se pretende es captar el sentimiento culpable de un modo pacífico o culto, y todo para perpetrar la sumisión, que es en definitiva lo que se pretende finalmente.

Hoy día no sólo se juega con el sentimiento culpable como la restricción de un deseo, sino que también se juega con el poder de confesar el goce, como un goce de más, porque el goce de más es otro modo de captura y de confesión. Lo importante es descubrir como el buen orden y el lazo del deseo institucional están presentes del mismo modo en esta misma manifestación tanto del goce como de la represión.

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Y si el Vaticano y el dólar, dos símbolos que nacieron en 1929, están en crisis, es lo mismo, porque de lo que se trataba es de poder confesar sus culpas, y eso es lo que ha hecho Gross, el mayor bonista mundial de banca privada, parecía que confesaba para salirse de la banca, pero lo que ha hecho es mantener su sumisión a ese sistema por la captura de su deseo.

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