miércoles, 19 de enero de 2011

la falsa conciencia de Marcuse y la lógica de la argumentación

Como dirí­a Marcuse: "Los citoyens no son ciertamente hombres cualesquiera, sino hombres que son o se han hecho de otra manera".

Por la ví­a de la "estructura pulsional" este autor habla de la formación de una voluntad racional.

Para Habermas esa lógica de la argumentación o del discurso serí­a una "lógica pragmática" -más bien que sintáctica o semántica como la estricta lógica formal- que se ocupa de determinar en qué estriba la "capacidad de convencimiento" (Triftigkeit) de los argumentos en orden a la obtención discursiva de un consenso en torno a un juicio dado, donde por "argumento" habrí­a ahora que entender la base o justificación que nos motiva a reconocer como satisfecha la pretensión de validez de dicho juicio, tanto si éste consiste en un aserto como si en un precepto.

Para decirlo en dos palabras, frente a la "monológica" razón centrada en el sujeto, Habermas nos invita a recurrir a una razon dialógica o "razón comunicativa" (kommunikative Vernunft) cuyo ejercicio implica el diálogo entre los miembros de una "comunidad de sujetos".

En cuanto a toda esa crí­tica sobre la "falsa conciencia", Marcuse intenta superarla así­, se vale de la ví­a de la "estructura pulsional" de la razón para complementar a Rousseau con Freud.

El "ciudadano" es ya el hombre que, en virtud de su razón, de su estructura pulsional, no solamente es capaz de distinguir entre el interés general y el interés privado e inmediato, sino que, en un caso dado, lo es también de actuar en contra de éste mismo.

Pero esta razón tendrí­a que estar siempre "prediscursivamente" dada, en términos marcusianos, si ha de contribuir a la formación de una voluntad que sólo gracias a dicha contribución sea racional. Y eso basta para marcar la distancia que separa a la posición de Marcuse de la de Habermas, haciendo innecesario proseguir aquí­ el debate.

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