martes, 18 de enero de 2011

la magia del mercado, otro efecto especulativo

Si Thomas Edison y Bill Gates hubieran operado en un mercado muy reducido -digamos el de Islandia, con menos de trescientos mil habitantes- estaríamos todavía aquí a la luz de una lámpara de queroseno y con una tecnología mucho más simple. Pero se confunde el libre comercio con la era de la industria, que es realmente la que consolida la riqueza. Y sería ahora el sector servicios que ocupa un 70% de la economía, lo que sería el comercio en general.

Hace doscientos cincuenta años la diferencia de nivel de vida entre países ricos y países pobres estaba en la proporción 2-1. Hoy día las estadísticas del Banco Mundial muestran que un conductor de autobús de Alemania tiene un salario real dieciséis veces superior al de un colega, tan eficiente como él, en Nigeria. ¿Qué es lo que cambia entonces? Al igual que Adam Smith, los países ricos confunden la era industrial con la era del comercio. La principal explicación para esto es que el mundo rico actual ha confundido las razones del crecimiento económico- innovación, nuevos conocimientos y nuevas tecnologías- con el libre comercio. Y más en EEUU pero es que allí es lo mismo una cosa que la otra, porque allí tienen todas las posibilidades abiertas. Ellos son soberanos. La Fed sigue haciendo inflación.

Alemania tendría que aprender esta lección, para no hacernos sufrir al resto de los europeos. Uno de los mecanismos, importante pero minusvalorado, por los que el mercado, abandonado a sus propias fuerzas, tenderá a ampliar más que a reducir las diferencias salariales existentes entre los distintos países. La magia del mercado tenderá a ampliar las asimetrías existentes entre países ricos y países pobres. Por ejemplo la producción textil está altamente mecanizada, la nueva tecnología láser permitía ahora que se cortaran automáticamente con alta precisión grandes pilas de tejido, eliminando así la necesidad de la mano de obra barata, por lo que el corte se repatria del país pobre a la potencia original.

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