miércoles, 19 de enero de 2011

la reificación del mundo abstracto

Hemos de explicar ahora acerca de las sedimentaciones del lenguaje objetivadas que subyacen en todas las acciones institucionalizadas, pero no sólo en éstas, también pueden referirse a la transmisión de tipificaciones entre individuos que no atañen a instituciones.

Un sistema de signos objetivamente accesible otorga un status de anonimato incipiente a las experiencias sedimentadas al separarlas de su contexto originario de biografías individuales concretas y volverlas accesibles en general a todos los que comparten ese sistema de signos.

El lenguaje objetiva las experiencias compartidas y es el medio más importante para transmitir las sedimentaciones objetivadas en la tradición de la colectividad.

Los significados institucionales además deben grabarse poderosa e indeleblemente en la conciencia del individuo, puesto que los seres humanos solemos ser indolentes y olvidadizos deben existir también procedimientos para que dichos significados se machaquen y se recuerden reiteradamente, si fuese necesario, por medios coercitivos y por lo general desagradables. Además los procesos institucionales tienden a simplificarse en el proceso de transmisión dado que los seres humanos no solemos tener buena memoria y se convierten en el carácter de fórmulas para asegurar su memorización y se produce un proceso de rutinización y trivialización.

Por otra parte, la segmentación del orden institucional y la distribución concomitante de conocimiento planteará el problema de proporcionar significados integradores que abarquen la sociedad y provean un contexto total de sentido objetivo para la experiencia social fragmentada y el conocimiento del individuo. Y además estará no sólo el problema de integración significativa total sino el de legitimación de las actividades institucionales, desde el tipo de actor vis-à-vis a otros tipos de actores como los guerreros, agricultores, comerciantes y exorcistas, lo que no significa que no existirán conflictos de intereses entre ellos. Los métodos de esa legitimación han sido variados a lo largo de la historia, los exorcistas pueden tener el problema de "explicar" algunas de sus actividades.

Del análisis de la objetivación del conocimiento surge claramente que en el momento mismo en que se establece un mundo social objetivo no está lejos la posibilidad de aprehenderlo como "facticidad no humana", es decir, la posibilidad de "reificación", de cosificación.

La reificación es la gran cuestión de gran interés teórico que nos trae provocada por la gran variabilidad histórica de la institucionalización.

La reificación es la aprehensión de fenómenos humanos como si fueran cosas, vale decir, en términos no humanos o posiblemente supra-humanos. Se puede expresar diciendo que es la aprehensión de los productos de la actividad humana como si fueran algo distinto de los productos humanos, como hechos de la naturaleza, como resultados de leyes cósmicas, o manifestaciones de la voluntad divina. La reificación implica que el hombre es capaz de olvidarse de que él mismo ha creado el mundo humano y además que la dialéctica entre el hombre productor y sus productos pasa inadvertida para la conciencia.

El mundo reificado es por definición un mundo deshumanizado, que el hombre experimenta como facticidad extraña, como un opus alienum sobre el cual no ejerce un control mejor que el del opus propium de su propia actividad productiva.

La objetividad del mundo social significa que enfrenta al hombre como algo exterior a él mismo. La cuestión decisiva es saber si el hombre conserva conciencia de que el mundo social, aún objetivado, fue hecho por los hombres y de que éstos por consiguiente pueden rehacerlo. La reificación puede describirse como un paso extremo en el proceso de la objetivación, por el que el mundo objetivado pierde su comprehensibilidad como empresa humana y queda fijado como facticidad inerte, no humana y no humanizable.

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