miércoles, 19 de enero de 2011

la reificación en el mundo de la economía institucional actual

Tenemos una visión sumamente “reificada” de la realidad.

La cuestión es cuál es el status dónde se origina el modelo a seguir.

La evidencia psicológica parece lo contrario, que la aprehensión original del mundo es un tanto reificada. ¿Qué quiere decir ello? Todo lo que sucede aquí­ abajo podría decirse no es más que un pálido reflejo de lo que sucede allá arriba, quiere decirse en el status donde se origina el modelo a seguir, este concepto puede relacionarse con el de la “mala fe” de Sartre, tal vez. Lo que Sartre dice es que hay que romper con el mito, que es como romper con el modelo a seguir.

Casi siempre hay un paralelismo entre el arriba y al abajo pues eso es lo que se pretende. Y uno puede hasta desaparecer cuando se desidentifica con el arriba o con el abajo.

La receta “básica” para que se dé una reificación o una coseidad (Durkheim) consiste en concederles un status ontológico independiente de la actividad y la significación humanas.

Si decimos que la realidad esta “reificada” ello quiere decir que negamos la individualidad y aceptamos el orden objetivo. Lo que tienen en común estas reificaciones es que obnubilan el sentido en cuanto producción humana continua.

Un sistema de signos objetivamente accesible otorga un status de anonimato incipiente a las experiencias sedimentadas al separarlas de su contexto originario de biografías individuales concretas y volverlas accesibles en general a todos los que comparten ese sistema de signos.

El lenguaje objetiva las experiencias compartidas y es el medio más importante para transmitir las sedimentaciones objetivadas en la tradición de la colectividad.

Y cómo influye todo ello en el sistema de valores, en nuestros modelos de referencia.

Los procesos institucionales tienden a simplificarse en el proceso de transmisión dado que los seres humanos no solemos tener buena memoria y se convierten en el carácter de fórmulas para asegurar su memorización y se produce un proceso de rutinización y trivialización.

La reificación es la gran cuestión de gran interés teórico que nos trae provocada por la gran variabilidad histórica y económica de la institucionalización.

La reificación es la aprehensión de fenómenos humanos como si fueran cosas, vale decir, en términos no humanos o posiblemente supra-humanos. Se puede expresar diciendo que es la aprehensión de los productos de la actividad humana como si fueran algo distinto de los productos humanos, como hechos de la naturaleza, como resultados de leyes cósmicas, o manifestaciones de la voluntad divina. La reificación implica que el hombre es capaz de olvidarse de que él mismo ha creado el mundo humano y además que la dialéctica entre el hombre productor y sus productos pasa inadvertida para la conciencia.

El mundo reificado es por definición un mundo deshumanizado, que el hombre experimenta como facticidad extraña, como un opus alienum sobre el cual no ejerce un control mejor que el del opus propium de su propia actividad productiva.

Las opinionies que chocan entre sí más recalcitrantes en economía y en política obedecen al hecho de que éstas ya no se vean siquiera ni como un producto humano.

La objetividad del mundo social significa que enfrenta al hombre como algo exterior a él mismo. La reificación puede describirse como un paso extremo en el proceso de la objetivación, por el que el mundo objetivado pierde su comprehensibilidad como empresa humana y queda fijado como facticidad inerte, no humana y no humanizable.

La reificación social, es un concepto de sociología y fenomenología, de la que habló Marx (como alienación) y habló Durkheim, uno de los primeros sociólogos, y ahora Peter Berger. Y todos estos conceptos están muy relacionados con la institucionalización de otros conceptos de economía, porque se trata de tener una visión reificada del mundo de la economía para poder dominarlo de algún modo. Y con la gran variabilidad vemos que ahora nos es imposible.

Una institución puede reificarse como una imitación de actos divinos, como un mandato universal de la ley natural, como la consecuencia necesaria de fuerzas biológicas o psicológicas o llegado el caso como un imperativo funcional del sistema social. Yo creo que este planteamiento no es baladí hacerlo de este modo. Porque si es así, que es una visión sumamente reificada, entonces no es absurdo pensar lo que dije al principio, que siempre el mundo será como una representación muerta de la verdad, a la que intentará recrear y actualizar siempre todos los días con vida, pero con vida institucionalizada de algún modo. Porque la aprehensión original sería como algo propio de las civilizaciones cosmológicas (Mircea Eliade), es como algo etnológico o filogenético, psicológico, es decir, hacemos como que reproducimos la realidad que nos viene de arriba estructurada o que nos viene desde sedimentaciones muy lejanas, y estructuras genéticas y filogenéticas. Esto se sabe cada día más en los estudios de investigación cerebral que nuestras estructuras son ancestrales y dependen de antiguas herencias que proceden del hombre en su historia natural y antigua.

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