miércoles, 19 de enero de 2011

Stuart Mill, utilitarismo y hedonismo

John Stuart Mill no es un hedonista psicológico "sensu estricto", en el sentido que él no mantuvo nunca que sólo busquemos el placer como meta de nuestras acciones, expuso junto con Bentham, su maestro, la teoría que proclama como deseable la "mayor felicidad del mayor número", pero esa felicidad tiene en él un carácter realmente universalista, a diferencia de Bentham que sólo la refiere a los individuos.

La utopía milliana incluye el sueño de que el desarrollo armonioso de las instituciones sociales llegará a proporcionar "a cada individuo un interés personal más fuerte en consultar en la práctica por el bienestar de los demás", lo que le lleva por añadidura a "identificar sus sentimientos cada vez más con el bien ajeno", hasta el punto de que su preocupación por los demás llegará a ser tan espontánea como lo es atender a las necesidades físicas de la existencia.

Yendo más lejos propiciará Mill, lo considera posible, en todas las personas "un sentimiento de obligación absoluta con el bien universal", dado que "el sentido de unidad con el género humano y un profundo sentimiento por el bien común pueden cultivarse hasta constituir un principio que satisfaga todas las funciones importantes de la religión". Se fundamenta así "una generosa, desinteresada e internacionalista religión de la humanidad, que será mejor que cualquier otra a la que se le atribuye este título". ("Sobre la libertad", 1859).

Si bien Mill en algunos sentidos no hace sino continuar la línea de reformas propuestas por Bentham, de modo que en igualdad de condiciones los mejor situados cedan ante las mayorías peor situadas -llegando a formular propuestas realmente revolucionarias como la supresión de la herencia o la igualdad de las mujeres, siendo la primera voz que se alza en el Parlamento británico para exigir el sufragio femenino-, en otros sentidos y como ya se adelantó, la propuesta de reformas de Mill es mucho más profunda que cuantas se hayan formulado con anterioridad o posterioridad a la suya.

Siguiendo el impulso benthamita fuertemente reformista, liberación o emancipación de los sonidos (sentido en que es, al tiempo, heredero de Sócrates) y de los vocablos altisonantes y alienantes con que las instituciones protegen a las minorías privilegiadas. Las razones a este respecto van más allá de las habitualmente expuestas en el pensamiento reformista y revolucionario de los siglos XVIII y XIX, ya que yendo Mill mucho más allá de los mencionados pensadores, captó de modo singular cómo las relaciones de injusticia, desigualdad y opresión degradan por igual a ambas partes, a los privilegiados y a los marginados, a los amos y a los esclavos.

Al igual que en Sócrates y en Platón de quienes en su "Autobiografía" se declara heredero, lo que importa es la conquista de la autoestima, la satisfacción con el daimon propio, a lo que se une el hálito de la ilustración francesa a través de la filosofía saintsimoniana, que añade a esta autoestima la autodeterminación y la emancipación humana.

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